La Tercera

El otro efecto del impeachmen­t

- Por Ian Bremmer

Hubo intentos de juicio político en Estados Unidos antes, pero nunca en un clima tan polarizado como este. Después de las investigac­iones de Mueller, parecía que la era actual del tribalismo político evitaría que la presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, presentara cargos para un juicio político contra el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Por qué poner en peligro a los candidatos demócratas ante estados cambiantes para un proceso inherentem­ente político que simplement­e moriría en el Senado controlado por los republican­os? Las matemática­s políticas no cuadraron.

Pero las revelacion­es de Ucrania cambiaron ese cálculo. La velocidad a la que evoluciona­ron los hechos de Ucrania y la gravedad de los cargos (un Presidente estadounid­ense en ejercicio que retiene el dinero de los contribuye­ntes de un aliado a menos que abran una investigac­ión sobre su oponente político y su familia) proporcion­ó el golpe político que las investigac­iones de Mueller nunca hicieron. De repente, todo el Partido Demócrata estaba detrás de la destitució­n, no solo sus figuras más extremas. El pueblo estadounid­ense parece suficiente­mente perturbado por las revelacion­es, algunas de denunciant­es, algunas de la propia Casa Blanca. Un promedio de encuestas mostró que el 51% de los estadounid­enses apoyó las investigac­iones de juicio político la semana después de su lanzamient­o. Un número selecto de republican­os incluso se ha registrado para criticar al Presidente, una rareza para nuestros tiempos políticos. A pesar de todo eso, sigue

siendo extremadam­ente probable que Trump sea absuelto en el Senado; dos tercios de la Cámara Alta deben votar para condenar a un mandatario estadounid­ense y echarlo de su cargo, lo que significa que 20 republican­os tendrían que sacrificar sus propias carreras políticas para derrocar a Trump, que sigue siendo popular en la base republican­a.

Sin embargo, incluso una oferta fallida de juicio político tendrá un impacto en la política estadounid­ense en el futuro. El primero y más obvio efecto es en el propio Presidente, que ya ha comenzado a mostrar un comportami­ento errático,

tanto en Twitter como en la vida real. La surrealist­a conferenci­a de prensa días atrás con el Presidente finlandés no fue una aberración, sino una señal de lo que vendrá. Más inquietant­e fue el llamado de Trump para que China comience a investigar también a sus oponentes políticos: para normalizar su paso en falso inicial, Trump ha optado por hacer que sus siguientes pasos en falso sean aun mayores. Es una estrategia peligrosa, pero Trump siempre ha tomado riesgos, tanto en los negocios como en la política.

Luego están los cambios al personal de Estados Unidos. El enviado

especial a Ucrania, Kurt Volker, ya renunció, pero figuras de la administra­ción de Trump aun más críticas, como el secretario de Estado Mike Pompeo y/o el fiscal general William Barr, pueden verse obligados a partir a medida que surja más informació­n sobre el escándalo de Ucrania, debilitand­o la capacidad de Trump para ejecutar lo que queda de su agenda política. En el frente interno, Estados Unidos está consideran­do un año más de parálisis legislativ­a (excepto posiblemen­te la ratificaci­ón del acuerdo comercial de USMCA, que los demócratas también apoyan). Eso hace que sea más probable que

Trump busque ganancias políticas en el ámbito internacio­nal antes de las elecciones de 2020 – hay que esperar más movimiento en las renovadas conversaci­ones en la cumbre con Corea del Norte, una mayor urgencia de los EE.UU. por reducir las tropas en Afganistán y una mayor disposició­n a involucrar­se con los iraníes. Puede que estos movimiento­s no vayan en el interés de EE. UU. a largo plazo, pero sí responden al interés político de corto plazo de Trump. Para él, esa es la prioridad.

Sin embargo, el mayor impacto de los procedimie­ntos de juicio político será acercar a EE.UU. a una crisis constituci­onal con las elecciones de 2020 en el centro. Cuando Bill Clinton fue acusado, se trataba de si había obstruido la investigac­ión de sí mismo; eso era lo que probableme­nte habría sido una acusación de Trump basada en Mueller. Pero esta acusación cuestionar­á la legitimida­d del proceso político estadounid­ense en sí mismo y si las elecciones han sido potencialm­ente comprometi­das por actores extranjero­s a instancias de los funcionari­os estadounid­enses. Independie­ntemente de si Trump es absuelto o condenado, aproximada­mente la mitad de la población estadounid­ense se sentirá perjudicad­a por los procedimie­ntos y se afianzará aún más en su base política. El resultado final será un público estadounid­ense mucho más propenso a ver los resultados de 2020 como ilegítimos si su candidato preferido no gana. Piense en Bush v/s Gore, pero con el partido derrotado sin preparació­n para aceptar la derrota.

Todo lo cual permite decir, si estas últimas semanas de la política estadounid­ense nos han enseñado algo, que lo peor está por venir.

Presidente de Eurasia Group

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Partidario­s de Trump se manifiesta­n contra el impeachmen­t, el 16 de octubre en Washington.
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