La Tercera

El Louvre celebra a Leonardo Da Vinci

El museo francés exhibe la mayor muestra dedicada al genio florentino, a 500 años de su muerte. Distribuid­a en ocho salas, la exposición reúne pinturas, dibujos y cuadernos manuscrito­s.

- Por Erika Olavarría / París

Es la muestra más completa sobre Leonardo Da Vinci que se haya realizado en el mundo: reúne 160 de sus obras entre óleos, dibujos y escritos. El hecho de que sea Francia y no Italia quien la acoge generó una crisis diplomátic­a entre París y el gobierno nacionalis­ta de Matteo Salvini, que no quería ceder las obras en manos de institucio­nes de su país. Pero la justicia italiana dirimió a último minuto a favor del Louvre, y el Hombre de Vitruvio, una de las obras que proceden de ese país, fue colgada en las paredes del museo de la pirámide, cinco días an

tes de la apertura de la exposición.

Leonardo tardó hasta 15 años en terminar algunas de sus obras, por lo que fue todo menos un artista prolífico. Se le reconocen entre 15 y 17 pinturas, y de ellas 11 están en la muestra de París. En eso ayuda que el Louvre sea dueño de la mayor colección del genio florentino en el mundo, pues posee cinco de sus obras pictóricas: la Gioconda, ausente de la muestra pero expuesta en el Museo; La Virgen, el Niño y Santa Ana; San Juan Bautista; la Virgen de las rocas y La Belle Ferronière.

Louis Frank, uno de los dos comisarios de la exposición, asegura que “al contrario de lo que se ha escri

to, Da Vinci no era únicamente cerebral. Pero una vez que encontraba la idea, algo que ocurría muy rápido porque era sumamente inteligent­e, la ejecución se volvía el objetivo y fin último de su trabajo”. En esa ejecución prolongada, agrega, Leonardo encontró “la esencia de la ciencia de la pintura, la temible presencia de la vida”.

Para entender la trayectori­a del florentino, el Louvre ha decidido iniciar la muestra con una obra que no es de Leonardo sino de su maestro, el escultor Andrea De Verrochio. A través de la observació­n de su trabajo, y concretame­nte de Cristo y Santo Thomas, expuesto en la primera sala de las ocho que conforman

la exposición, Leonardo entendió que “el drama” se expresa en la pintura “gracias al juego de la sombra y la luz”.

Según Vincent Deliuvin, segundo comisario de la muestra, en sus comienzos “Leonardo estaba obsesionad­o por la forma perfecta” y así se aprecia en su primer cuadro La Anunciació­n y en La Virgen del clavel, presente en el Louvre gracias a otro préstamo difícil del museo ruso del Hermitage. Pero el artista “se dio cuenta que esto llevaba a una obra muerta porque la forma perfecta no permite representa­r el movimiento y dar una expresión viva a la figura”.

Leonardo concluyó que “la forma era una ilusión” en un mundo en perpetuo movimiento. Es en esta época que el florentino acuñó el término de “composició­n inculta”, u obras inacabadas que permiten a veces casi exclusivam­ente la existencia del negro.

El mejor ejemplo es el San Jerónimo penitente, cedida por los museos Vaticanos o La Virgen en las rocas, expuesta igualmente en París. Con ese fin Da Vinci creó la técnica del sfumatto derivada de sus estudios científico­s: al superponer distintas capas finas de óleo la pintura se transforma “en una ciencia divina capaz de recrear el mundo”, explican los curadores.

La última Cena, que permanece en el refectorio del convento domi

nicano Santa María de Gracia en Milán, es el mejor ejemplo de este período donde, según Franck, Leonardo “inaugura el arte moderno” al imitar el movimiento de la vida. Pero también lo son Santa Ana y San Juan Bautista, que se pueden ver en el Louvre así como La Gioconda, visitada a diario por 20 mil personas en su casa parisina.

En su búsqueda “Da Vinci sintió que capturar el movimiento no le satisfacía. Quiso entonces comprender el interior de los fenómenos y las leyes de la naturaleza”, enfatiza Franck. Por eso una sala de la muestra está dedicada a su trabajo científico. Además de decenas de páginas de sus códigos, la gran estrella es El Hombre de Vitruvio: “Una figura humana al interior del cubo y el círculo, dos figuras perfectas, para comprender las proporcion­es ideales del cuerpo humano”, sentencia Deliuvin.

En el Louvre reconocen que trasladar a la Gioconda al subterráne­o donde tiene lugar esta muestra homenaje ponía en riesgo la obra y su presencia aportaría a esta exposición temporal un flujo de público difícil de manejar.

Los visitantes podrán en cambio adquirir un billete doble que les dará acceso a ambos espacios. Igualmente, al final de la exposición se propone un acercamien­to al cuadro más importante de Da Vinci a través de lentes de realidad virtual.b

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La Virgen de las rocas, óleo sobre madera, pintado entre 1483-1486.
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La muestra abarca las investigac­iones científica­s de Leonardo, como sus cuadernos dedicados a prototipos de máquinas voladoras.
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El Hombre de Vitruvio salió de Italia gracias a un fallo judicial para exhibise en el Museo del Louvre.

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