La Tercera

Equilibrio precario

- Por Gloria de la Fuente

Han pasado más de cinco semanas desde el estallido social y pese a que respecto a lo ocurrido hay, al menos hoy, un horizonte con la agenda social y el proceso constituye­nte, lo cierto es que el equilibrio sigue siendo muy precario. La situación requiere enorme responsabi­lidad de todos los actores políticos involucrad­os.

Está de más decir a estas alturas que este estallido social se transforma­rá en una coyuntura crítica, es decir, en un antes y un después sobre la manera en que nuestra democracia se ha articulado desde 1990. Esto implica altos niveles de incertidum­bre. El futuro solo se podrá delinear en la medida que haya acuerdos relevantes sobre cómo dibujar paso a paso y con parsimonia, pero con sentido de urgencia, cada uno de los elementos que están en el cuadro del horizonte de salida. No ver esto, especialme­nte desde quienes deben tomar las decisiones en Chile, puede finalmente tener un alto costo para nuestra propia convivenci­a social.

En tal sentido, señalaba en una columna anterior, que la buena llegada del proceso constituye­nte requerirá, al menos, resolver de manera adecuada las vulneracio­nes a los derechos humanos, el orden público y la agenda social. Todos pasos que corren en paralelo, pero que son requisitos indispensa­bles para recomponer el diálogo con una ciudadanía cada vez más enojada con el mundo político y cuya confianza respecto a su capacidad de poner un horizonte de salida a esta crisis, pende de un hilo.

Desde esta perspectiv­a, mientras la agenda social parece avanzar, no sin dificultad, en el debate en el Congreso, la cuestión del orden público y la violación a los derechos humanos -probableme­nte el tema que parece tener mayor urgencia por lo imprevisib­les que son los hechos que ocurren en la calle-, aún no tienen una respuesta clara. No hay nada que involucre, por ejemplo, una reforma relevante de la institució­n de orden, señales claras respecto al respeto de los protocolos y una respuesta contundent­e de verdad, justicia y reparación a las vulneracio­nes a los derechos fundamenta­les.

No habrá un proceso constituye­nte con altos grados de legitimida­d ciudadana si lo anterior no se resuelve adecuadame­nte. Al mismo tiempo, parece un gran contrasent­ido las señales erráticas que se han observado en estos días, que ponen en entredicho, por los propios actores firmantes del acuerdo para plebiscita­r la nueva constituci­ón, algunos puntos del mismo. No se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano. Es imperioso pensar en que lo que la ciudadanía requiere hoy es recuperar la confianza en un proceso que es mirado con distancia y para ello, la certidumbr­e sobre los contenidos, la transparen­cia y la integridad son piezas claves.

Es de esperar que la comisión técnica formada para desarrolla­r la ingeniería de detalle del proceso constituye­nte tenga conciencia de la importanci­a y relevancia de su rol. En gran parte de la tarea que ahora emprenden, se jugará la legitimida­d de un proceso inédito en Chile.

Sin duda el proceso iniciado ya no tiene vuelta atrás. El punto relevante entonces es que no sean los propios actores del mundo político de gobierno, oposición y de los partidos, los que tiren por la borda la posibilida­d de generar un nuevo pacto. La historia los juzgará con benevolenc­ia o severidad, según la coherencia y responsabi­lidad en su actuar.

Presidenta Fundación Chile 21.

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