La Tercera

Revolución Rusa

Con un equipo diezmado, pero con un Rublev excelso, Rusia da la sorpresa y deja en la cuneta a la Serbia de Djokovic. Gran Bretaña vence con holgura y Nadal acude al rescate de España para completar las semifinale­s, donde ya estaba Canadá.

- Denís Fernández, Madrid

“Perdón, esto no es por perder o ganar, es por este grupo de jugadores. Esta es la generación dorada de nuestro tenis y es el final. Fue el último partido de Janko (Tipsarevic) y bueno, queríamos despedirno­s con una victoria, pero las cosas a veces no suceden como uno quiere”. Nenat Zimonjic, capitán serbio, es incapaz de contener el llanto. Le cuesta articular cada frase, en una comparecen­cia que tiene el aroma inconfundi­ble de las grandes despedidas. Y lo es. A su lado lloran también Krajinovic, Troicki y Djokovic. Tipsarevic, cuyo adiós ya había sido anunciado, apoya su cabeza contra la mesa, luchando por reprimir sus emociones. Son las 5 de la tarde en la sala de conferenci­as de la Caja Mágica y el rostro de los balcánicos es todo un poema. Hace apenas media hora que acaban de decir adiós a la opción de revalidar el título conquistad­o en 2018 y aún les cuesta creerlo. También a sus aficionado­s, mayoría ayer y

que asistió sin saberlo a un cambio de ciclo, al estallido de una revolución tenística, la rusa, condenada a perdurar en el tiempo.

Cómo sino explicar el descaro -la insolencia casi- con la que un tipo de apenas 22 años y apellido Rublev solventó el primer partido. El desgarbado moscovita (23º) invirtió apenas 52 minutos en barrer de la carpeta del Manolo Santana a Krajinovic. Lo hizo, además, asumiendo riesgos desde el fondo y regalando una auténtica exhibición de tenis. Acto seguido, claro, apareció en la cancha Djokovic, para devolver las tablas a la serie deshaciénd­ose con autoridad de Kachanov (17º y 23 años) y enviar la eliminator­ia al punto decisivo. Pero allí comparecie­ron de nuevo Rublev y Kachanov (como es habitual en la Copa Davis desde que se conociera la baja de última hora del estelar Medvedev) para dar el golpe de nocaut, levantar una bola de partido, enviar a los serbios a la lona (4-6, 6-4 y 67) y citarse con Canadá.

Por el otro lado, Gran Bretaña necesitó solo a sus singlistas (dándose incluso el lujo de reservar al fatigado Murray) para superar a Alemania, mientras en la pista central la anfitriona España se aferraba al ídolo local, Nadal, para dar vuelta a su llave ante Argentina. Pella había logrado derrotar a Carreño en el primer partido, pero el número un del mundo acudió puntual al rescate para aplastar a Schwartzma­n. Luego, vendría el decisivo juego de dobles, donde con Marcel Granollers vencieron a Máximo González y Leonardo Mayer.

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Karen Khachanov y Andrei Rublev celebran tras obtener el punto decisivo.
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