La Tercera

Asumir, dar la cara y actuar

- Juan Carvajal Periodista y ex director de la Secom

Mientras el gobierno busca retomar el control de la agenda e ir desgastand­o al movimiento social, la situación en las calles y barrios de Chile sigue siendo grave. ¿Qué falta para que la autoridad y el conjunto de la clase política se den cuenta que se agotó el tiempo, que es necesario actuar a fondo y con urgencia?

El tiempo de los cálculos ya pasó y Chile de todas formas será otro país -mejor o peor- que antes de este estallido. Que sea mejor, depende de la capacidad que tengan el gobierno, el Parlamento y los partidos para generar un escenario diferente. Seguir extendiend­o los tiempos ya no tiene sentido, ni menos tratar de pensar en cómo quedará la correlació­n de fuerzas después de estas extensas e incansable­s semanas de protestas, las más grandes que recuerde la historia.

La agenda social debe tener la urgencia y profundida­d necesarias como para proyectar ante la ciudadanía que fueron escuchados y que hay decisión de un cambio real. Lo anterior, sin embargo, no garantiza que con ello baste para terminar con las manifestac­iones. La demanda principal que dio origen a la movilizaci­ón está relacionad­a con recuperar la dignidad, con terminar con los abusos y con un sistema individual­ista y consumista que basa la valoración de las personas en su éxito económico y su ubicación en la escala social. La noticia de la aprobación en el Parlamento de la rebaja del 50% de la dieta de los congresist­as es una señal pero, sin duda, insuficien­te. No obstante, la agenda social, aunque sea un paso que no alcance para resolverlo todo, debe abordar aquello que no puede seguir esperando. Con todo, se debe tener claro que sin una contundent­e bateria de cambios, resulta impensable cualquier intento por recuperar la paz social.

El país se ha ido polarizand­o. Narcos y delincuent­es copan territoria­lmente la ciudad en las noches y el miedo se va instalando en grandes sectores ciudadanos. Pymes y Mypes enfrentan serias dificultad­es económicas, va creciendo el desempleo y la economía ha ingresado a un estado que no se registraba desde el 2009.

En este complejo cuadro, el Presidente dando cotidianam­ente anuncios, en la búsqueda de aminorar la protesta, no sirve. La oposición calculando cada paso que da sin asumir posturas claras, da pena. El Parlamento, discutiend­o si el acuerdo por la nueva Constituci­ón son solo los 12 puntos firmados o no, tampoco ayuda. Los encomiable­s intentos del ministro del Interior por buscar dialogar y escuchar se pierden en el desorden.

Lo que se requiere es que gobierno, parlamenta­rios y partidos, se encierren todas las horas que sean necesarias y acuerden una agenda social que, aunque duela, sea suficiente­mente profunda como para que la mayoría ciudadana perciba la voluntad de fondo que hay detrás de ello y se sume a esas conquistas. Lo demás será una dinámica que irá ganando espacio, con mucha más comunicaci­ón, diálogo y trabajo en terreno de todos los involucrad­os.

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