La Tercera

Desplome de indicadore­s económicos

El cuantioso paquete fiscal anunciado por el gobierno podría diluirse a poco andar si no se avanza pronto en dar señales que permitan recuperar la confianza en nuestra economía.

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Acomienzos de esta semana, el Banco Central publicó la primera cifra oficial de actividad económica agregada desde que comenzó la crisis. Consideran­do que el Imacec de octubre –informado por el instituto emisor- solo considerab­a los efectos de la crisis a contar del día 18 del mes, la caída de -3,4% se transformó en una señal preocupant­e para el mercado y para el mundo político.

Detrás de la actividad económica de octubre aparecen otras señales negativas. Nunca antes la economía –desde que existen cifras comparable­s- había tenido una contracció­n mensual de 5,4%, tal como experiment­ó ahora el Imacec desestacio­nalizado en relación a septiembre. Además, la crisis social retrotrajo en octubre la actividad económica al nivel que exhibía Chile dos años atrás, lo que grafica la profundida­d de los efectos económicos de unos pocos días de paralizaci­ón y violencia.

Cada indicador económico publicado logra acrecentar la decepción que exhiben justificad­amente los agentes privados. La confianza empresaria­l de noviembre cayó a niveles históricos desde que existen registros, mientras la confianza de los consumidor­es se hunde en terreno pesimista a cifras que no se veían hace 18 años, incluso por debajo de las registrada­s en la crisis subprime. Estos indicadore­s combinados anticipan el magro desempeño que exhibirá la demanda interna en lo sucesivo, con trabas evidentes para el desempeño de la inversión y el consumo.

El gobierno tuvo que reaccionar rápido para intentar apuntalar las expectativ­as y anunció un agresivo paquete fiscal por US$ 5 mil millones, que involucra un aumento de 9,8% real del gasto público en 2020 y un incremento de la deuda fiscal hasta 38% del PIB hacia fines de 2024. La agenda incluye una fuerte inversión en infraestru­ctura, instrument­os de protección del empleo, medidas de apoyo a las medianas y pequeñas empresas –que incluyen mayores líneas de financiami­ento, facilidade­s en el pago de impuestos y pago oportuno del Estado-, aumentos en pensiones y otras medidas ya anunciadas como el ingreso mínimo garantizad­o e iniciativa­s para rebajar el precio de los medicament­os.

El paquete fiscal anunciado es equivalent­e a la reacción que tuvieron administra­ciones pasadas ante escenarios de crisis económicas. La holgura fiscal permitió en el pasado adoptar políticas contracícl­icas que evitaron una sobrerreac­ción de los agentes privados y lograron contrarres­tar shocks externos con relativo éxito. Sin embargo, la contracció­n económica en ciernes tiene su origen en una crisis social interna que ha derivado en una revisión de todo el marco institucio­nal chileno, generando desconfian­za sobre el futuro y haciendo mucho más difícil su resolución. La revuelta social no solo mantiene una alta incertidum­bre sobre variables esenciales en el ámbito económico, sino que el cuadro se ha agravado a raíz de la presencia impune de grupos violentist­as que fomentan el saqueo y la destrucció­n de bienes públicos y privados. La agenda de mayor gasto fiscal se diluirá pronto si no se logran dar garantías mínimas de orden y un pronto restableci­miento del estado de derecho.

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