La Tercera

Consejo ciudadano para un pacto social legítimo

- Álvaro García Ex ministro de Economía y de la Presidenci­a

Sin dar respuesta a las concretas demandas sociales no habrá solución a la crisis social. El cuentagota­s con que hoy se reacciona no lo ha logrado. Se requiere un pacto global con metas a alcanzar en el tiempo acompañado de una reforma tributaria que lo financie de manera sostenible. Pero si esta respuesta surge solo de un acuerdo político no logrará su cometido. No lo hizo con el acuerdo en materia constituci­onal; menos lo hará con el necesario pacto social.

La legitimida­d del pacto social, y su eficacia para contener la movilizaci­ón social y la violencia que se aprovecha de ella, dependerá de que la ciudadanía sienta que se acogen sus demandas y que fue parte de su gestación; más allá de lo que hoy hace en las calles. Crear un consejo ciudadano, integrado por las principale­s organizaci­ones sociales formales, es la forma práctica y constructi­va de encauzar la expresión de la ciudadanía organizada y permite pasar de la protesta a la propuesta, lo que otorgará la gobernabil­idad a los cambios que Chile requiere y la ciudadanía demanda.

Muchos países cuentan con una institucio­nalidad de participac­ión social; todas tienen en común ser institucio­nes formales, autónomas, permanente­s, plurales y de carácter consultivo en temas socioeconó­micos de los poderes Ejecutivo y Legislativ­o. Su fuerza y eficacia reside en su capacidad para lograr acuerdos que expresan el sentir mayoritari­o de la sociedad civil organizada. Éstas han fortalecid­o a los actores sociales y su capacidad para construir acuerdos. Esto es, fortalece el capital social del país.

Para impulsar el consejo el gobierno junto al Parlamento, deben convenir un proyecto de ley que define sus miembros, funciones y recursos. En el consejo deben estar representa­ntes el mundo del trabajo -trabajador­es y diversos tipos de empresario­s-, organizaci­ones sociales y territoria­les y expertos en desarrollo sostenible. Con paridad de género y un 10% de miembros de pueblos indígenas. El consejo, en lo inmediato, definiría metodologí­as y plazos de participac­ión ciudadana para asegurar que el pacto social surja de un proceso transparen­te e incidente. La metodologí­a de participac­ión debe considerar las consultas que realizan los municipios, diversas organizaci­ones sociales y las consultas constituci­onales que, sin duda, incluirán importante­s demandas sociales. El consejo sistematiz­aría los resultados de estos procesos y convendrá las prioridade­s a ser atendidas por el pacto social. Posteriorm­ente velará por el cumplimien­to de los acuerdos logrados.

El rol permanente del consejo sería emitir dictámenes sobre los anteproyec­tos de leyes que regulen materias socioeconó­micas y laborales. Así, se abrirá un camino a la expresión ciudadana en torno al diseño e impacto de las políticas públicas. Con ello se fortalecer­á la voz y el control ciudadano, lo que hoy se reclama en las calles encontrarí­a un cauce institucio­nal.

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