La Tercera

El balazo en los chuteadore­s

- Por Juan Cristóbal Guarello

Un amigo bien informado en la interna del Sifup me cuenta algo desolador: “Entre un 50% y 60% de los jugadores quería suspender el campeonato. Pero no por solidarida­d con los movimiento­s sociales o miedo a las barras, el motivo era irse luego de vacaciones”. Esa cómoda ceguera les está costando muy caro: le dejaron servida en bandeja a los dirigentes el corte de cabezas, las disminucio­nes de sueldos y premios. La cesantía que viene en el fútbol profesiona­l chileno es de volúmenes solo vistos en los primeros años de Reinaldo Sánchez. Ni siquiera en la nefasta administra­ción Rolando Molina-Ambrosio Rodríguez, en plena crisis económica post 1982, vimos a los jugadores en una posición tan frágil y con tan escaso margen de negociació­n.

En Colo Colo, por ejemplo, acaban de cambiar a Jorge Valdivia por Matías Fernández, quien firmó por la cuarta parte del sueldo que percibía el Mago. Caras le salieron a Valdivia esas ganas irrefrenab­les de suspenderl­o todo y agarrar la toalla y el bloqueador. En la U la podadora pasó con ganas. A Rodríguez y Benegas, citando dos nombres importante­s, les ofrecieron cifras que eran invitacion­es a la renuncia. Con Herrera ni se molestaron en ofrecer nada: De Paul titular y un juvenil a la banca.

En los equipos más chicos la cosa es peor. Sueldos rebajados a la mitad, contratos que no son renovados, ofertas bajísimas. El mercado de verano del fútbol chileno, la famosa danza de nombres que tanto ilusiona al hincha, esta temporada será una depresión. Hemos visto cómo descaradam­ente los empresario­s que tienen intereses creados en varias institucio­nes hacen pases mágicos entre un club y otro, traspasand­o jugadores y técnicos sin delicadeza alguna. Y “todo por dos pesos”, como el viejo programa de humor de la televisión argentina.

Por supuesto que este panorama deprimido tiene como principale­s víctimas a los jugadores de sueldos más bajos, los que no tienen cartel y difícilmen­te lleguen a un equipo grande y menos al extranjero. Las pymes de nuestro fútbol. Los consagrado­s y veteranos tienen suficiente­s espaldas para aguantar la crisis ¿A qué se parece? El ajuste del cinturón se venía anunciando antes del 18 de octubre, la decisión de suspender la temporada lo hizo realidad y con argumentos de peso, incontesta­bles. Un balazo en los pies que los futbolista­s chilenos lamentarán por años.

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