No más polarización
Se ha hecho un lugar común hablar de la violencia y de la necesidad de poner fin a hechos que solo vulneran la democracia y el estado de derecho. Está claro que Chile no se merece ni necesita de dinámicas que atenten contra un orden que fue altamente complejo y difícil conquistar.
La derrota de la dictadura y la reconstrucción de la democracia tuvo costos que hasta hoy debemos lamentar y es la más poderosa razón para cuidar lo conquistado. Conocí a Alfonso Chanfreau, ese joven estudiante de filosofía militante del MIR y del que nunca más se supo su paradero. La historia cobra sus cuentas y hoy un muy joven muchacho, nieto de este detenido-desaparecido, deja una vez más en evidencia que los traumas del pasado son difíciles de abandonar, necesarios de asumir y que las heridas requieren ser sanadas.
El gobierno y la clase política en su conjunto cometerían un grave error si piensan que, a raíz de las fiestas de fin de año y las vacaciones, el movimiento de protesta perderá fuerza con la peregrina idea de que “lo peor ya pasó”. Lo cierto es que este tiempo debiera ser utilizado para construir soluciones de fondo y resolver demandas estructurales. De lo contrario, marzo se puede transformar en una dura prueba, como señalara hace poco el ex ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés.
Para el 2020 se abre una interrogante en torno a cómo retomar los caminos de diálogo y tolerancia que se habían ido reinstalando, en un país que requiere de la aceptación de la diferencia, la diversidad y el respeto por el otro. A la elección de alcaldes (con sus primarias), concejales, gobernadores y consejeros regionales se agrega ahora el plebiscito de entrada para una nueva Constitución, la elección de los integrantes de la Convención Constituyente y el plebiscito ratificatorio de salida de la nueva Carta Magna. Conocido es el estado de fanatismo que suele instalarse en momentos de abierta competencia como esos, incluso al interior de los diferentes conglomerados. Esta es otra razón más para trabajar en el apaciguamiento de los ánimos. El actual nivel de polarización puede que no baje sustantivamente en el curso de este año y debiera ser centro de preocupación para las autoridades, especialmente en la coyuntura electoral que se avecina.
Los niveles de odiosidad que se acumulan en las últimas semanas, hablan de un país muy diferente al que se fue reconstruyendo después de la recuperación de la democracia. Se ha ido configurando una polarización que solo puede aumentar la violencia y que se expresa muy a contrapelo de lo que la mayoría de los manifestantes buscan. Un Chile diverso, tolerante y más justo, solo podrá construirse aceptando la diferencia. Y eso debe entenderse así por todos los sectores. Especialmente, también, por quienes en la calle piden cambios, dignidad y mayor justicia social en nuestro país.