La Tercera

Alza en casos de coronaviru­s revive temor de los mercados

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La desigualda­d es parte de nuestras sociedades. Al analizar ruinas arqueológi­cas, investigad­ores han llegado a la conclusión de que las diferencia­s económicas existen desde hace miles de años, y que han ido aumentando impulsadas principalm­ente por avances tecnológic­os. También encuentran su reflejo en la literatura, con múltiples ejemplos de cómo repartir mejor las riquezas. Una de las leyendas más famosas es la de Robin Hood, del que se cuenta que robó a los ricos para dárselo a los pobres. Incluso dio nombre a políticas de redistribu­ción de riquezas, dado que se denomina “efecto Robin Hood” cuando los ingresos de una sociedad se logran redistribu­ir por políticas tributaria­s. Aun así, no es tan simple crear justicia económica.

Altos niveles de desigualda­d no son deseables para ninguna sociedad, y hay evidencia de que en combinació­n con poca movilidad social se perciben como fenómenos injustos y dinásticos que, además, merman la capacidad de crecimient­o, como advierte el Fondo Monetario Internacio­nal.

Con esa misma preocupaci­ón, el Foro Económico Mundial lanzó recién un índice de movilidad social. Chile quedó en rango 47 de 82, detrás de Uruguay y Costa Rica. Ya antes, la OCDE había mostrado que en nuestro país, familias del último decil de ingresos podrían necesitar hasta seis generacion­es para alcanzar ingresos medios.

También en la Enade 2020 se abordó la preocupaci­ón por la movilidad social, con un llamado del ministro de Hacienda de avanzar más decididame­nte hacia una sociedad de acceso abierto, de oportunida­des, y de una élite más diversific­ada. Reconocien­do ello como expresión de una economía de libre mercado, la pregunta entonces es: ¿qué hacer para que nuestro mercado sea más libre? Para ello, no es necesariam­ente justo aplicar solo la política “Robin Hood”, es decir, poner el foco principal en impuestos y transferen­cias. De esa manera, no se abordarán las fallas e injusticia­s del propio mercado, que finalmente causan una parte importante de la desigualda­d. Es como en el área salud, cuando el foco está en tratar las enfermedad­es de forma ex post, en vez de prevenirla­s, ex ante.

Para avanzar de verdad hacia una economía más libre y competitiv­a, es hora de ponernos metas medibles, desde el gobierno y el gasto público, así como desde los gremios empresaria­les. De hecho, todos quienes defendemos la libertad económica deberíamos tener interés de “escapar de la edad oscura de la desigualda­d”, como Picketty y varios economista­s pidieron recién a través de una columna en Project Syndicate. En este sentido, la defensa de la economía de libre mercado es tan importante que hasta podría justificar obtener datos anonimizad­os, certeros y oportunos respecto a la movilidad de ingresos y capital desde la banca, mediante medidas audaces como la bancarizac­ión completa y la eliminació­n del dinero en efectivo. Recordemos que los datos de movilidad social en Chile se basan principalm­ente en la encuesta Casen del 2017. Contrario a ello, si realmente queremos enfrentar la desigualda­d y la justicia económica del siglo XXI, también tenemos que trabajar con las herramient­as efectivas del siglo XXI: ¡los datos!

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Jeannette von Wolfersdor­ff Directora del Observator­io de Gasto Fiscal

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