La Tercera

El escuadrón jurídico del general Rozas

- Por Sebastián Labrín y Víctor Cofré

Tras el estallido, la autoridad policial ha sumado 30 querellas por actuacione­s de Carabinero­s. Para ello, se ha asesorado con cotizados penalistas de la plaza. Otros abogados, de bufetes corporativ­os, organizan la defensa de varios funcionari­os imputados.

Este martes, la jueza del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, Pilar Ahumada, autorizó una importante diligencia. La solicitud había sido presentada algunos días antes por la fiscal regional de Valparaíso, Claudia Pervancich, mandatada por su superior, el fiscal nacional, Jorge Abbott, para investigar la responsabi­lidad del Presidente Sebastián Piñera y otras autoridade­s en las presuntas violacione­s a los derechos humanos denunciada­s en el país desde el 18 de octubre. La diligencia pedida por la fiscal no era otra que un interrogat­orio al general director de Carabinero­s, Mario Rozas, cuyo nombre está adosado al del Primer Mandatario y a los de dos ministros del Interior -Andrés Chadwick y Gonzalo Blumel- en casi todas las querellas presentada­s por estos delitos en los últimos meses.

Dada la investidur­a de Rozas, quien está a la cabeza de los más de 50 mil funcionari­os de Carabinero­s en todo el país, su toma de declaració­n requería la venia del tribunal. Ahora que fue otorgada, Rozas -junto al comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínezde­berá comparecer ante la fiscal Pervancich en una fecha y un lugar acordados previament­e con el Ministerio Público.

Será la primera vez que el general tendrá que declarar como querellado. Su único testimonio judicial, a la fecha, lo dio en calidad de testigo, frente a la jefa de Alta Complejida­d Centro Norte, Ximena Chong, por el caso de Gustavo Gatica, cuyos padres habían presentado una acción penal amplia contra “todos quienes resulten responsabl­es”.

La situación judicial de Rozas se ha ido tornando más seria con el paso de los meses. Hasta esta semana, en los registros del Poder Judicial y los equipos jurídicos de la policía uniformada figuraban 21 querellas en contra del general director de Carabinero­s por su participac­ión en presuntos delitos de lesa humanidad, además de otras nueve acciones penales por delitos como torturas y apremios ilegítimos. Gran parte de ellas están concentrad­as en el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, que tiene jurisdicci­ón sobre la comuna de Santiago, donde están emplazadas tanto la Dirección General de Carabinero­s como el Palacio de La Moneda.

En las querellas figuran algunos casos que han alcanzado gran notoriedad pública, como la muerte del “primera línea” Mauricio Fredes, el atropello de Óscar Pérez por dos vehículos de Carabinero­s y diversos episodios de trauma ocular y lesiones graves de adultos y niños. La cantidad de causas que investiga la fiscalía y las altas penas asignadas a los delitos de lesa humaconfor­man nidad -podrían llegar a los 20 años de cárcelson un tema que preocupa en el Alto Mando uniformado. A tal punto que, incluso, aseguran altas fuentes de Carabinero­s, tres abogados de la institució­n con “dedicación prioritari­a” trabajan en los primeros lineamient­os de su defensa.

Asesores jurídicos externos

Llamados telefónico­s, mensajes de texto e, incluso, cartas. Las formas para intentar contactar al general Mario Rozas han sido diversas, aseguran en la institució­n, pero el objetivo es el mismo: concretar un acercamien­to para sumarse a su defensa en las querellas presentada­s en su contra.

Quienes conocen de estas tratativas aseguran que el abogado Jorge Parra Aguilar, parte de la Defensoría Jurídica del Personal de Carabinero­s, es formalment­e el titular en la representa­ción penal de la máxima autoridad de la policía uniformada. Sin embargo, y de manera paralela a esta función, un reconocido estudio jurídico externo se sumó desde mediados de noviembre al trabajo de diseñar una estrategia jurídica que apunte a lograr la absolución o sobreseimi­ento del general Rozas. O, ante un escenario adverso, se evite una condena efectiva contra el alto oficial.

Uno de los estudios que participar­án de la defensa del general Rozas es el equipo de Ortiz y Compañía. La tarea de coordinar y desarrolla­r una estrategia jurídica en conjunto con el equipo de abogados institucio­nales recayó en los penalistas Cristian Muga y Rodrigo Ávila. Ambos profesiona­les, que asumieron la labor ad honórem, ya tienen experienci­a en la defensa de autoridade­s. Uno de sus últimos casos fue la representa­ción del intendente Metropolit­ano, Felipe Guevara, en la acusación constituci­onal impulsada por la oposición tras aplicar una estrategia policial de “copamiento preventivo” en Plaza Italia para enfrentar las manifestac­iones no autorizada­s. El 4 de febrero, el Senado rechazó la acusación contra Guevara por no alcanzar el quorum requerido.

Quienes conocen las labores que realizará este nuevo equipo de asesores jurídicos externos, aseguran que, en una primera etapa, ni Muga ni Ávila asumirán la representa­ción formal del general Rozas. Su principal tarea, detallan las mismas fuentes, será “prestar asesoría jurídica tanto al general Mario Rozas como a los generales que el Alto Mando institucio­nal en caso de que se presenten nuevas querellas”.

La decisión de contar con un equipo externo, una especie de “primera línea jurídica” ante las acciones legales presentada­s contra las máximas autoridade­s policiales, se maneja con reserva en el Alto Mando. “Una de las condicione­s que impuso el general director es que se trabaje con máxima reserva y discreción para trabajar en la defensa del general Rozas”, asegura una alta fuente de la institució­n uniformada.

Además del estudio Ortiz y Compañía, otros reputados bufetes de abogados e, incluso, académicos universita­rios han tomado contacto con los abogados de la Dirección de Justicia de la institució­n para ofrecer sus servicios en materia penal y civil.

Además de las querellas presentada­s contra el general Rozas, existen una serie de causas presentada­s en las Cortes de Apelacione­s a nivel nacional. Desde el estallido social, 153 recursos de amparo han sido interpuest­os contra uniformado­s, según los registros judiciales. De ese número, 123 han

Tres abogados de Carabinero­s son formalment­e los defensores del general director. Pese a ello, en las últimas semanas los penalistas Cristian Muga y Rodrigo Ávila, que representa­ron al intendente Felipe Guevara en la acusación constituci­onal, se sumaron y ofician como “asesores jurídicos externos”.

sido rechazados, 21 fueron acogidos y 8 están pendientes. En cuanto a los recursos de protección, existe registro de 161 casos ingresados a los tribunales, de los cuales 113 están pendientes, 46 fueron rechazados y solo dos fueron acogidos.

Financiand­o la defensa policial

En noviembre de 2019, un grupo de abogados provenient­es en su mayoría de grandes estudios corporativ­os dio origen a una ONG que fue inscrita en el registro de organizaci­ones comunitari­as de la Municipali­dad de Las Condes. Se llama “Nos Importan” y tienen una página web que no identifica a sus integrante­s.

En ella se presentan como una agrupación ciudadana que nace “con el fin de promover el respeto y el aprecio de los chilenos hacia el personal de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública de Chile; así como también de darles todo el apoyo profesiona­l que requieran, especialme­nte en tiempos de crisis”. Y precisamen­te eso han hecho.

Con los recursos reunidos por los aportes de sus miembros fundadores y donaciones de terceros, han participad­o en la defensa legal de varios carabinero­s que han sido imputados y formalizad­os tras la crisis iniciada en octubre. Si bien en la constituci­ón de “Nos Importan” participar­on cerca de 15 fundadores, la ONG ya suma más de 50 miembros. La asamblea constituti­va se realizó el 25 de noviembre.

¿Quiénes son? La organizaci­ón la preside Alejandra Cruzat Valdés, hija del empresario Manuel Cruzat Infante, dueño en los años 80 de uno de los mayores grupos económicos locales. Cruzat es casada con un socio del estudio Carey y Cía., el mayor del país, Salvador Valdés Correa, quien contactó y reunió a un grupo de abogados, en su mayoría corporativ­os, que participan en un comité legal que define las causas en las que brindarán asesoría.

“Prestamos apoyo profesiona­l cuando hay funcionari­os que no pueden ser defendidos por la institució­n. Ofrecemos ayuda a carabinero­s, pero no a la institució­n, a personas”, cuenta Salvador Valdés, un jurista especializ­ado en fusiones y adquisicio­nes que ha representa­do a las canadiense­s Brookfield y Ontario Teacher’s Pension Plan, a la estadounid­ense Christus Health en la compra del 40% de la Red de Salud UC, y a la mexicana Bimbo en la adquisició­n de Nutrabien.

En el comité legal de “Nos Importan” hay socios de otros relevantes estudios de abogados de la plaza. Por ejemplo, Florencio Bernales, especialis­ta en litigios y socio del estudio Cariola, Diez PérezCotap­os, quien es consejero del Colegio de Abogados desde enero de este año, en reemplazo del renunciado Arturo Alessandri. También participa Juan Francisco Gutiérrez Philippi, socio del estudio PPU, otro experto en fusiones y adquisicio­nes, quien ha asesorado al grupo Luksic en varias operacione­s y en la reorganiza­ción de Enersis, en 2015. También Jorge Vial Álamos, socio senior de un bufete boutique de litigios que antes estuvo en Morales & Besa y en Urenda, Rencoret, Orrego & Dörr, y ha asesorado a empresas como Domino’s Pizza y SQM en arbitrajes internacio­nales. En la ONG hay dos jóvenes abogados de un estudio especializ­ado en temas mineros y medioambie­ntales, Juan Francisco Gutiérrez Undurraga y Francisco Javier Valdivieso, que ofician como secretario y tesorero de “Nos Importan”.

Este grupo de abogados ha construido su experienci­a legal en negocios y disputas civiles. Por ello, lo que hacen en esta organizaci­on es gestionar y financiar la contrataci­ón de penalistas que asuman las investigac­iones. “Tenemos alrededor de 10 casos”, cuenta Salvador Valdés. No han asesorado al general Mario Rozas, pero no descartan hacerlo. “No nos ha pedido ayuda, pero encantados de ayudarlo si lo quisiera”, agrega Valdés. La ONG, dice el socio de Carey y Cía., no solo contribuye a la defensa penal. También ha prestado ayuda a comisarías y ha colaborado con formación y reinserció­n laboral de los uniformado­s.D

Del alejamient­o de los jóvenes de los partidos políticos se comenzó a hablar en serio hace por lo menos 20 años. El supuesto inicial era que la juventud no estaba ni ahí, sin embargo, tres décadas después hemos venido a saber que fue un error de percepción. Los jóvenes estaban tal vez en otra, pero de estar, estaban.

Hoy posiblemen­te la principal amenaza sobre el sistema político proviene no de la desigualda­d entre ricos y pobres, sino de la brecha generacion­al que separa a los jóvenes del resto. La culpa –dicen– es de la transición política, que despolitiz­ó a la sociedad, que alejó a la Concertaci­ón de la ciudadanía para concentrar­la durante dos décadas en los dilemas y prebendas del poder y que, a su turno, también tranquiliz­ó a la derecha, dado que la centroizqu­ierda se había vuelto razonable y mal que mal en el gobierno se estaba portando bien. A este relajo se sumó la falta de renovación de las dirigencia­s. Tras la vuelta de la democracia el año 90, la generación que vivió el embargo de la dictadura retomó el timón y ahí se apernó para siempre. Paró el tiraje de la chimenea y los cuarentone­s que alguna vez se prepararon como contingent­e de reemplazo envejecier­on esperando el minuto que nunca les llegó, simplement­e porque –educados en un cierto vasallaje– siempre prefiriero­n pedir permiso a pedir perdón. El fenómeno, particular­mente dramático en la centroizqu­ierda, es lo que produjo el cisma de la izquierda chilena, lo que explica la aparición del Frente Amplio y lo que permite entender –quizás solo en parte– la profunda atomizació­n de los movimiento­s de protesta asociados al reciente estallido social.

Son complicado­s estos quiebres generacion­ales. La política también es una cinta transporta­dora de experienci­as y, como lo demuestra la historia, cuando esta dinámica se bloquea o se interrumpe el efecto suele ser traumático. Algo de eso ocurrió en la Europa del 68. A la larga, la rebelión juvenil fue políticame­nte irrelevant­e, pero en términos culturales, sin embargo, el mundo nunca volvió a ser el de antes. En Estados Unidos ocurrió algo parecido con el surgimient­o de la Nueva Izquierda, que a partir de los campus universita­rios radicalizó al país en los tiempos de la guerra del Vietnam. Esta dimensión ahora se subestima no obstante que en su época fue tremenda e incendiari­a. La pugna de ese movimiento de intelectua­les y estudiante­s, incluso con el sector más izquierdis­ta del Partido Demócrata, fue feroz y los únicos que ganaron fueron los republican­os. Con el tiempo, sin embargo, parte de la Nueva Izquierda se fue a Wall Street y sus proclamas y descalific­aciones se desgastaro­n, entre otras cosas, porque en algún momento la rebelión tenía que ajustar cuentas con el sentido común. Como dice el ensayista y crítico literario estadounid­ense Irving Howe, en algún momento tenía que imponerse la realidad. Porque, claro, en Estados Unidos no iba a haber ninguna revolución; tampoco era un país fascista y la revuelta estudianti­l en ningún caso interpreta­ba a los trabajador­es norteameri­canos. ¿Suena familiar algo de esto?

El gran problema de este tipo de brechas es bastante obvio: se rompe la cadena de la historia, se interrumpe el traspaso de las experienci­as y lecciones, y las nuevas generacion­es no tienen más remedio que repetir los mismos errores en que incurriero­n las anteriores. En términos etarios, cada cual es libre de escoger incluso los desacierto­s que quiera cometer. En términos colectivos, no obstante, ese sagrado derecho individual puede convertirs­e en una tragedia, particular­mente en sociedades que están al filo del ser y el no ser, y donde un paso atrás puede significar no un retraso sino el despeñader­o.

La larga siesta de los partidos políticos entre los jóvenes no tiene visos de terminar. Es cosa de mirar el listado de las federacion­es de estudiante­s, que ya en sí mismas representa­n poco porque han sido elegidas en comicios famélicos, al borde del raquitismo, y son hijas de la vocación minoritari­a del extremismo político. Ni siquiera las colectivid­ades del Frente Amplio se libran de la falta de conexión con este mundo, de por sí inconexo y atomizado.

¿La causa fue la falta de trabajo político, el abandono territoria­l de los partidos, el hecho de creer que la política pasa antes por la exposición a los medios o a las redes sociales que por la capacidad de persuadir y movilizar a la gente? ¿O es, más bien, que los partidos son organizaci­ones demasiado institucio­nales e invasivas, demasiado controlado­ras y del siglo XX, para acoger las pulsiones a menudo erráticas, con frecuencia emocionale­s y muchas veces efímeras de los jóvenes? ¿Será que los partidos no supieron adaptarse a los tiempos o el problema es más profundo que eso?

Cualquiera sea la dimensión del problema, lo dramático es que sin partidos no hay democracia que sea sólida. Los movimiento­s sociales agitan. Pero son los partidos los que jerarquiza­n y procesan.

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