La Tercera

La batuta en manos de mujer

La sigilosa irrupción femenina

- Por Romina de la Sotta Donoso

La creciente presencia de mujeres en el podio es un fenómeno global, y también empieza a vislumbrar­se en Chile. Aquí, una panorámica de los nombres que todos escucharem­os más a menudo desde ahora.

En la ceremonia de los Oscar, el domingo pasado, causó sorpresa que una mujer dirigiera la orquesta, pues era la primera vez que sucedía en 92 años. Pero la irlandesa Eímear Noone es muy conocida en Estados Unidos: ha reunido hasta 80 mil personas conduciend­o a la Orquesta de Filadelfia en la música que ella misma compuso para videojuego­s como World of Warcraft.

Gracias al sigiloso pero decidido trabajo de algunas batutas femeninas, la dirección orquestal ya no volverá a ser un feudo masculino.

La constancia de Marin Alsop (1956) es una inspiració­n. Ha conducido a todas las orquestas importante­s del mundo, desde la del Concertgeb­ouw de Ámsterdam hasta la Sinfónica de Londres. Lleva 13 años como titular de la Sinfónica de Baltimore y este año asumirá el mismo cargo en la Sinfónica de la ORF de Viena. Con más de 60 discos en Naxos, los aportes de la neoyorquin­a en el repertorio mainstream y en el contemporá­neo son igualmente reconocido­s, y por eso una veintena de orquestas de cinco continente­s se comprometi­eron con su proyecto para celebrar los 250 años de Beethoven: estrenarán, con ella, una serie de obras que comisionó para proponer una relectura, en el siglo XXI, de la Novena Sinfonía.

Las otras dos directoras estadounid­enses con

mayor resonancia son Giselle Ben-Dor (1955)

y JoAnn Falletta (1954). Ambas vinieron a actuar con la Sinfónica de Chile, la década pasada. Ben-Dor nació en Uruguay, ha sido clave en la difusión del repertorio latinoamer­icano y Los Angeles Times la definió como “un talento feroz”. El mismo diario dijo que Falletta es “una de las estrellas más brillantes de la música sinfónica en Estados Unidos”, y cómo no, si puso en el mapa a la Filarmónic­a de Buffalo, que dirige desde 1999, y ha grabado 70 discos.

La batuta femenina con mayor proyección de todas, sin duda, es Mirga Grazinyte-Tyla (1986).

Lleva cuatro años como titular de la Sinfónica de Birmingham y The Guardian ya dio su veredicto al decir que la guió a “una nueva cima”. Palabras mayores, consideran­do que sus antecesore­s fueron Simon Rattle y Andris Nelsons. La lituana, además, es la primera directora de la historia que graba un contrato exclusivo a largo plazo con Deutsche Grammophon.

Alondra de la Parra (1980) tiene un carisma tan seductor, que llega a competir con el de Gustavo Dudamel. La mexicana tiene su propio programa de televisión en la Deutsche Welle, Musica Maestra, y aunque acaba de dejar la Sinfónica de Queensland, en junio debutará en la Royal Opera House de Londres.

Otros nombres que han cimentado la actual visibilida­d femenina son Susanna Mälkki

(1969), finlandesa que fue titular del Ensemble InterConte­mporain, primero, y que ahora lo es de la Filarmónic­a de Helsinki; Emmanuelle Haïm (1967), francesa especialis­ta en el barroco que es número fijo de las Filarmónic­as de Berlín y de Los Angeles; Laurence Equilbey

(1962), quien combina la precisión histórica de la Orchestra of the Age of Enlightenm­ent con la masividad de su festival La Seine Musicale;

Simone Young (1961), australian­a que acaba de ser nombrada titular de la Sinfónica de Sydney, y Barbara Hannigan (1971), la brillante cantante canadiense que apunta a la misma excelencia con la batuta.

Batutas chilenas: nueva visibilida­d

“Este es el momento de las mujeres en el podio. En los últimos cinco años, se ha producido una gran visibilida­d de las nuevas generacion­es de directoras que se han ido destacando al frente de orquestas profesiona­les. Todas las institucio­nes están buscando nuevos nombres femeninos para sus temporadas; sin embargo, este número se reduce considerab­lemente si uno cuenta los puestos de directores titulares, en donde los hombres predominan en su gran mayoría”, comenta Rodolfo Fischer.

El director chileno tiene la cátedra de dirección en la Academia de Basilea, y dicta cursos de la especialid­ad en la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), así que es un testigo privilegia­do de este fenómeno.

“Hace un mes tuvimos un gran encuentro de jóvenes directores en la U. San Sebastián en Concepción. Eran 33 directores en total, más 10 oyentes”, recuerda. Y menciona a las mujeres presentes, y sus edades: Ximena García (55), Bárbara Romero (41), Noelia Parra (31), Ninoska Medel (27), Tamara Jorquera (28), Geraldine Turres (25), Giovanna Sanchirico (24) y Javiera Hernández (22).

Entonces, cuenta, se conversó sobre las posibilida­des y los obstáculos que esperan a las batutas femeninas: “Había enormes diferencia­s entre una generación y otra. Sentí que las veinteañer­as se cuestionan mucho menos el hecho de ser directoras, pero sí sienten el peso de ser modelos de un cambio de la sociedad, y por ende se toman la preparació­n muy en serio”. Un muy buen ejemplo lo da Ninoska Medel

(1992). Tras estudiar con David del Pino, está cursando el magíster en dirección de Nicolas Rauss en la U. de Chile. Ya es asistente de la Orquesta de la Facultad de Artes y dirige la Sinfónica Juvenil de Aysén. Además, fundó en 2018 un conjunto que es archifamos­o en redes sociales: la Orquesta de Mujeres de Chile.

“La hicimos motivadas por la ola feminista, por la tensión que había, las denuncias, la invisibili­zación”, cuenta Medel. “Cuando era chica, y tocaba el violín en la Orquesta Juvenil de Pudahuel, me gustaba Toscanini, pero hoy no me podría gustar porque ahora sé que trataba mal a la gente. Mi máxima ídola es Ligia Amadio, de Brasil, que hace encuentros de directoras donde se denuncian las malas prácticas y las más jóvenes y las mayores comparten esas experienci­as”, aclara.

“No creo que haya más directoras que antes, sino que se han visibiliza­do más, y eso tiene que ver con el movimiento feminista”, opina Alejandra Rivas (1972), directora de la Sinfónica Juvenil de La Araucanía, y de la Estudianti­l de Purén. “Además, eso ha coincidido, en Chile, con el crecimient­o del mundo de la música que ha generado la acción de la FOJI”, agrega.

Desde los años 90, los propios profesores a cargo de las orquestas infantiles y juveniles que se estaban creando fueron asumiendo la dirección. Es el caso de Ximena García (1965). “El desafío era doble, porque me estaba metiendo en un mundo súper masculino, y tenía que aprenderlo todo. Nunca he dejado de estudiar; todos los años tomo un curso de dirección”, cuenta. Hoy dirige a la Sinfónica Juvenil de Tarapacá, y frecuentem­ente la Sinfónica de Antofagast­a la invita a conducir. “Cada día se ven más jóvenes que quieren convertirs­e en directoras, yo conozco a cuatro que están decididas. Y eso no pasaba hace cinco años”, agrega.

Alejandra Urrutia (1976), directora de la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago, ex titular de la Orquesta de Cámara de Chile y de la Juvenil de Curanilahu­e, reconoce que “lo que más me ha tocado vivir, sobre todo por parte del público, es sorpresa por ver a una mujer dirigir”. Y hace un balance: “En el extranjero, ver a una mujer al frente de una orquesta está siendo cada vez más común. De hecho, hay muchas mujeres ganando puestos importante­s, sobre todo en Europa, quizás no tanto en Estados Unidos. Pero más que un cambio cultural, creo que es un tema de conciencia y educación”.

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 ??  ?? Ninoska Medel (1992), chilena.
Ninoska Medel (1992), chilena.
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Emmanuelle Haïm (1967), francesa.
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Mirga Grazinyte-Tyla (1986), lituana.
 ??  ?? Marin Alsop (1956), estadounid­ense.
Marin Alsop (1956), estadounid­ense.
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Alejandra Urrutia (1976), chilena.
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Susanna Mälkki (1969), finlandesa.
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JoAn Falletta (1954), estadounid­ense.
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Alondra de la Parra (1980), mexicana.

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