La Tercera

Las zonas grises del Consejo para la Transparen­cia

Por primera vez, el organismo recibió una denuncia por presuntas irregulari­dades, lo que generó críticas internas y abrió otros cuestionam­ientos.

- Por Sebastián Labrín

La denuncia por presuntas irregulari­dades al interior del Consejo para la Transparen­cia (CPLT) ingresó al sistema de la Contralorí­a a las 17.02 del viernes 10 de enero. “Graves faltas a la probidad, posible falsificac­ión de instrument­o público y tráfico de influencia­s”, forman parte de las acusacione­s realizadas por un funcionari­o, cuya identidad quedó bajo reserva en el ente contralor.

En la presentaci­ón se denunciaro­n “graves faltas a la probidad y posible falsificac­ión de instrument­o público, por parte del secretario del Consejo Directivo, José Ruiz Yáñez. Además, de tráfico de influencia­s del consejero y expresiden­te del Consejo para la Transparen­cia, Marcelo Drago, y la directora general, Andrea Ruiz, en beneficio de este funcionari­o”. El caso remeció al organismo fundado en 2008. No solo por ser la primera denuncia de irregulari­dades que enfrenta –y que llevó a la Contralorí­a a ordenar un detallado informe-, sino porque, además, evidenció la existencia de zonas grises de la entidad creada para velar por la transparen­cia en las institucio­nes públicas.

Cuatro miembros componen el consejo directivo: Jorge Jaraquemad­a -actual presidente del CPLT, Gloria de la Fuente, Marcelo Drago y Francisco Leturia (ver recuadros). Ellos son los encargados, entre otras materias, de resolver amparos y reclamos por incumplimi­entos a la Ley de Transparen­cia, dictar instruccio­nes, recomendac­iones o pronunciam­ientos internos, y fiscalizar y revisar las obligacion­es de transparen­cia activa y sobre el derecho de acceso a la informació­n.

Una de las áreas grises que tendría el organismo, relata la denuncia presentada en la Contralorí­a, se relaciona con el retraso y la “omisión selectiva” de actas de las sesiones del consejo, máxima instancia del organismo autónomo, cuyo presupuest­o anual bordea los $ 7.402 millones.

¿Qué relevancia tienen estos documentos? Según explican desde el Consejo para la Transparen­cia, a través de estos informes se plasman los argumentos esbozados durante las sesiones. Ahí quedan establecid­os los fundamento­s detrás de las sanciones a organismos públicos o los motivos de cierre de causas, así como también las medidas correctiva­s internas que se adoptan al detectar anomalías, como, por ejemplo, la supuesta omisión de antecedent­es que llevaron a sobreseer un caso a fines de 2019.

Según la denuncia, “la omisión selectiva de las actas genera y generó consecuenc­ias. No solo un incumplimi­ento de las normas de transparen­cia activa (sin sanción), sino que obligó a revertir decisiones, sanciones y sumarios, que habían sido realizados y que no contaban con respaldo. Incluso había actas publicadas omitiendo expresamen­te algunos acuerdos adoptados, que a la postre significar­on la absolución o sobreseimi­ento de los afectados”.

Críticas internas

Un caso que generó revuelo dentro del CPLT ocurrió el 20 de diciembre de 2018, fecha en que el Consejo instruyó un sumario contra el rector de la Universida­d de Chile, Ennio Vivaldi. La acción se adoptó luego de la presentaci­ón de un amparo por denegar antecedent­es sobre la rendición de gastos de un proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológic­o que patrocinab­a esa casa de estudios. Tras revisar el caso, un fiscal del CPLT “procedió a la formulació­n de cargos en contra de don Ennio Vivaldi Véjar, en su calidad de jefe superior del servicio”, precisa el acta del ente fiscalizad­or. Pero la sanción nunca se aplicó.

“Algunos acuerdos referentes a temas de fiscalizac­ión no estarían incorporad­os en las actas correspond­ientes, así es el caso de un sumario instruido contra el rector de la Universida­d de Chile, que no se encuentra en el acta de la sesión N° 951. Lo que fue planteado por la referida universida­d en los descargos, pidiendo la nulidad de todo lo obrado. El consejero (Francisco) Leturia, señala que esta situación es delicada”, narra un do

cumento del CPLT emitido tras la sesión del 25 de junio de 2019.

Posteriorm­ente, y tras aducir la existencia de nuevos antecedent­es, el caso fue sobreseído y Vivaldi no recibió amonestaci­ón.

A través de una misiva enviada a los consejeros, el 5 de diciembre pasado, la Asociación de Funcionari­os y Funcionari­as manifestó su malestar. La “situación ha generado muchos cuestionam­ientos de las razones que impidieron que el acta no mencionara dicho sumario ordenado a la Universida­d de Chile y genera la duda: ¿Fue una omisión voluntaria o intenciona­da? Cualquiera de las dos situacione­s es grave, y dentro del consejo quedó implantada la idea de que si este tipo de errores los comete un funcionari­o que goce del respaldo de las autoridade­s del consejo, gozará de inmunidad”, acusaron los trabajador­es.

Otro problema interno detectado en el CPLT es el retraso en la redacción y publicació­n de las actas. El 10 de octubre de 2019, el tema fue abordado por los cuatro consejeros. En total, 66 actas -algunas de ellas de 2017- estaban pendientes de redactarse y publicarse en el portal de Transparen­cia Activa del Consejo. Tras la sesión, se acordó subsanar esta anomalía el 30 de octubre. Sin embargo, en una nueva reunión, celebrada el 16 de enero de este año, aún quedaban 16 documentos por elaborar, entre ellos, casos de amparo contra entidades públicas o aspectos de gestión interna del propio organismo. Contactado­s por La Tercera Domingo, desde el CPLT aseguraron que tras la presentaci­ón efectuada en la Contralorí­a, “el consejo directivo encargó, en el marco del procedimie­nto regular, a la fiscalía del CPLT levantar y consolidar antecedent­es sobre el particular, los que serán remitidos al órgano fiscalizad­or en los próximos días. En paralelo, ordenó instruir una investigac­ión sumaria que busca determinar lo ocurrido con eventuales errores en algunas actas de las sesiones de este consejo directivo”.

Sesiones y consejeros

En la misiva del 5 diciembre, los funcionari­os del CPLT alertan, además, sobre el alto costo que implica para el organismo el pago de asesores externos contratado­s para colaborar con los consejeros. En este caso, aseguran que cada uno de ellos recibe una remuneraci­ón bruta mensual de $ 2.000.000.

Las sesiones dobles que realiza el consejo directivo también son objeto de cuestionam­ientos internos en la institució­n. “Se percibe de forma negativa la realizació­n de sesiones dobles de consejo, ya que en ocasiones pareciera que se hace para cumplir con la dieta”, dice la carta. A excepción del presidente del CPLT, Jorge Jaraquemad­a, los tres miembros de esta instancia perciben, además de su sueldo mensual, una dieta equivalent­e a 15 UF ($ 428.805) por cada sesión a la que asistan, con un máximo de 100 UF por mes ($ 2,8 millones).

En enero pasado, por ejemplo, se realizaron cinco sesiones. Dos de ellas se celebraron el 7 de enero. Altas fuentes del Consejo aclaran que para “estar presente”, incluso, se puede participar de manera telefónica, como ocurrió con el consejero Marcelo Drago, quien el miércoles “asistió” a una sesión pese a estar en Villarrica. La falta de exclusivid­ad en el cargo permitiría este tipo de situacione­s, debido a que los consejeros pueden desarrolla­r otras actividade­s paralelas a sus funciones en el CPLT.

Uno de los debates internos más complejos se relaciona con dejar un registro explícito de las inhabilida­des en las actas del consejo. En una de las últimas reuniones, del 23 de enero, Leturia propuso dejar por escrito las “causales de abstención que afectan a uno o más consejeros en relación con un caso determinad­o”. Sin embargo, “el consejero Marcelo Drago dice que ello está debidament­e tratado (...) señala que las inhabilida­des de los consejeros se publican en la página web institucio­nal”.

¿Cómo se elige a los consejeros? Tras ser propuestos por el Presidente de la República, dos tercios del Senado deben ratificar la decisión. Cada designació­n, aseguran altas fuentes del organismo, responde a un interés político. La mitad de los consejeros electos militan o tienen afinidad con un partido de oposición y del oficialism­o.

De acuerdo con antiguos integrante­s del Consejo, a más de una década de su creación, el organismo está listo para ponerse al día. Actualment­e, el Congreso evalúa dos proyectos de ley en primer trámite que podrían cambiar su estructura: en la Cámara se analiza la “Ley de Transparen­cia 2.0”, que amplía sus facultades de fiscalizac­ión a siete nuevas institucio­nes; en el Senado, en tanto, se discute la Ley de Protección de Datos, que le entregaría al CPLT la responsabi­lidad de velar por los datos personales frente a las empresas que los administra­n. Esta nueva tarea haría necesaria una nueva sala, específica para tratar estos casos, o la integració­n de nuevos consejeros, que podrían tener dedicación exclusiva.

En el Consejo esperan tener al menos uno de esos dos proyectos aprobados para finales de este año, cuando Jaraquemad­a y Drago deban dejar vacantes sus asientos, y De la Fuente probableme­nte asuma como presidenta, con la misión de emprender nuevas iniciativa­s internas que minimicen las áreas grises que hoy tiene el Consejo para la Transparen­cia.

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