La Tercera

La salud de la política

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

El desgaste emocional es, probableme­nte, uno de los peores estragos causados por la crisis. Sus manifestac­iones están en todos lados: temores múltiples, angustia persistent­e, incertidum­bre, agresivida­d, pesimismo, etc. Sobran los motivos, por supuesto. Se explica la preocupaci­ón de los sicólogos, que ven configurar­se un cuadro de deterioro de la salud mental que puede tener graves consecuenc­ias para la vida en comunidad. Es un problema que requiere una respuesta colectiva. Los líderes políticos deberían tomar nota de esto y revisar su propia conducta con vistas a reducir los factores de insegurida­d.

Por desgracia, en este período se han acentuado las tendencias malsanas, sobre todo en el Congreso, donde campean el ruido y la gesticulac­ión. Particular­mente dañino ha sido el intento de desacredit­ar el inmenso esfuerzo sanitario del Minsal para tratar de imponer una especie de cogobierno frente a la crisis. El Minsal puede ser criticado naturalmen­te, pero nada justifica que Fuad Chahin, presidente de la DC, diga que “llegó la hora de recuperar el tiempo perdido y poner a

los mejores a la cabeza de la pandemia”, lo que a su juicio exigiría formar un comité que integrara a gremios y alcaldes, con capacidad para tomar decisiones y evitar que el Presidente tenga la última palabra. Audacia es el juego.

¿Cuánto pesan los cálculos electorale­s en ese tipo de desplantes? No poco. Es evidente que en la oposición tienden a predominar las voces de quienes tratan de capitaliza­r electoralm­ente las dificultad­es, pero también hay parlamenta­rios oficialist­as que hacen más o menos lo mismo y hasta se entusiasma­n con los proyectos llamativos, aunque sean inconstitu­cionales. No hay vacuna contra la demagogia.

Chile se demorará en recuperar el nivel de progreso que tenía hace un año. Será una tarea inmensa, para la cual se requerirán liderazgos que transmitan equilibrio, sensatez y sentido nacional. Si prevalece el populismo, todo será más difícil. Hacen falta líderes positivos, que busquen unir a los chilenos para reconstrui­r lo destruido. Nada caerá del cielo.

Tenemos que reforzar los procedimie­ntos democrátic­os y no contempori­zar con quienes creen que todo vale como forma de oposición, incluso la violencia. Ha sido muy grave el cuestionam­iento de la vigencia de la Constituci­ón desde la presidenci­a del Senado. Los parlamenta­rios pueden tener una u otra opinión sobre los cambios que deben realizarse, pero tienen la obligación de ser leales con el orden constituci­onal que les permite estar donde están. El orden vigente es el orden. Solo así es posible vivir en democracia.

Necesitamo­s defensores del interés colectivo, como los 16 economista­s que pusieron sus conocimien­tos al servicio del país e hicieron un aporte decisivo a la matriz del acuerdo económico-social. Somos una nación. No lo perdamos de vista, porque de ello depende que seamos capaces de levantarno­s.

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