La Tercera

Guayaquil

La ciudad ecuatorian­a había sido derrotada por el coronaviru­s después de que los cuerpos fueran dejados en las esquinas. ¿La clave del éxito?: enviar brigadas de salud a los barrios más afectados.

- Por Ryan Dube y José de Córdoba/ The Wall Street Journal

Afines de marzo, la ciudad ecuatorian­a de Guayaquil estaba siendo golpeada por uno de los peores brotes de coronaviru­s del mundo. Un sistema de salud colapsado forzó a las familias a dejar los cuerpos de sus seres queridos en la calle, a veces, durante días bajo un sol radiante.

Eso estaba ocurriendo cuando Héctor Hugo, un planificad­or urbano de 32 años, comenzó a hacer mapas para rastrear la pandemia. Usó informació­n del Ministerio de Salud para conseguir las direccione­s de los pacientes con problemas respirator­ios que estaban en los hospitales y se encontró con los registros de las llamadas a emergencia­s, que él seleccionó para monitorear las peticiones de recolecció­n de cuerpos o las solicitude­s de ambulancia­s para que trasladara­n a personas que tenían dificultad­es respirator­ias.

Así convirtió la informació­n en mapas que ayudaron a detallar qué barrios habían sido golpeados más duramente y dónde el virus se iba a propagar próximamen­te. “Un enemigo invisible estaba acechando a la ciudad”, dijo Hugo. “Necesitába­mos un mecanismo para hacer ese enemigo visible”.

La recolecció­n de informació­n de Hugo marcó el comienzo de un esfuerzo de médicos locales, líderes de empresas y el gobierno para hacer frente a la epidemia que gatilló un giro radical extraordin­ario en esta ciudad costera de tres millones de habitantes. Su clave del éxito: enviar brigadas de salud a los barrios más afectados, en lugar de esperar a que los pacientes llegaran al hospital.

Guayaquil pasó de ser una ciudad que acaparó macabros titulares en todo el mundo a convertirs­e en una historia de éxito. El 4 de abril, en el punto más candente de la pandemia, 778 personas murieron en Guayas, la provincia a la que pertenece Guayaquil, lo que correspond­e a 10 veces la tasa de mortalidad diaria normal de la provincia. En junio, la provincia tenía cerca de 60 personas muertas diariament­e y solo un puñado se atribuyó a Covid19, dijeron funcionari­os locales.

Guayaquil fue la primera gran ciudad en los países en vías de desarrollo que fue golpeada duramente y consiguió revertir la situación, dijo Carlos Espinal, un doctor que dirige el Consorcio de Salud Global en la Universida­d Internacio­nal Florida.

“Tenemos (el virus) bajo control”, dijo el Presidente Lenin Moreno a The Wall Street Journal a comienzos de junio. “Esto fue un desastre que nos sorprendió de manera terrible. Fue peor que la guerra”.

Las personas que vivieron el viaje dantesco de Guayaquil creen que la experienci­a de la ciudad ofrece lecciones vitales para los países pobres en el mundo.

Una moraleja crucial es la necesidad de que los funcionari­os de salud vayan a los hacinados y pobres barrios que están muy extendidos en el mundo en vías de desarrollo, dijo la alcaldesa de Guayaquil Cynthia Viteri, que se enfermó con Covid-19 y pasó tres semanas en cuarentena. Su marido también se infectó. “No esperes por ellos en la puerta de la sala de emergencia”, dijo. “Esa es la única forma de salvar vidas”.

Brigadas de médicos usando la informació­n de Hugo se dispersaro­n en las áreas más golpeadas de la ciudad para encontrar a las personas enfermas. Ellos distribuye­ron mascarilla­s producidas localmente y también alimentos. Además, enseñaron a las personas, que a veces eran escépticas, algunas cosas básicas para hacer frente al coronaviru­s, como lavarse las manos y mantener el distanciam­iento social.

“Pasamos de contar cuerpos a estar al frente de la epidemia”, dijo el médico Washington Aleman, de 56 años, un experto en enfermedad­es infecciosa­s.

Una diferencia del calendario

Guayaquil se convirtió en un lugar muy golpeado por Covid-19 en parte por una peculiarid­ad en su calendario de vacaciones. Quito toma sus vacaciones de verano durante julio y agosto, como en Estados Unidos. Guayaquil toma sus vacaciones en febrero y marzo como en Brasil.

Eso significó que los residentes de Guayaquil volvieran de sus viajes de visita a sus familiares en Europa, especialme­nte España, justo cuando el coronaviru­s se estaba propagando. Miles de ecuatorian­os que viven en España y Estados Unidos también volaron a Guayaquil, donde multitudes celebran el carnaval.

El paciente cero de Ecuador fue una mujer mayor diagnostic­ada el

La ciudad que derrotó uno de los peores brotes de Covid-19

29 de febrero después de llegar de España en febrero. Como muchos otros países, Ecuador se vio abrumado por el ataque violento del virus. La reacción lenta ante el coronaviru­s se vio empeorada por las peleas políticas en medio de la profunda rivalidad entre Quito, que es el hogar del gobierno, y la tropical Guayaquil, que es el centro financiero en la costa del Pacífico.

En marzo, la ministra de Salud del país, una médica de Guayaquil, renunció, acusando al gobierno de indiferenc­ia. El gobierno puso a un experto en epidemiolo­gía de Quito en su lugar.

Los hospitales en Guayaquil estaban colapsados y rechazaban a los residentes desesperad­os. El precio de un tanque de oxígeno subió de US$ 40 a más de US$ 1.500 en medio del alza de la demanda. Los ataúdes se volvieron escasos y el personal del hospital llenaba los congelador­es con cadáveres.

De marzo a mayo, Ecuador reportó

16.700 más muertos que lo normal en comparació­n a años anteriores, siendo la provincia de Guayas la que tenía un 80% de esas fatalidade­s, según la consultora Profitas. La cifra oficial de Ecuador de muertos por Covid-19 es de 4.502, pero el gobierno dice que la falta de testeo significa que el conteo no es preciso.

Marivel Mina, de 30 años, sabía de cinco personas que murieron de Covid-19 en un barrio pobre del sur de Guayaquil en el que creció. “Estaba fuera de control”, señala .

Rastreando el virus

Hugo siguió las noticias muy atentament­e a medida que la pandemia se propagaba de Asia a Europa y Estados Unidos. Sus temores por Guayaquil crecieron cuando veía que las personas colmaban las calles de la ciudad por los desfiles del carnaval a fines de febrero.

Preocupado de que la informació­n del gobierno no estuviera mostrando una imagen precisa de la mala situación de Ecuador y con el respaldo institucio­nal de la Universida­d de Guayaquil, donde él trabaja, empezó a hacer una base de datos. Mediante amigos en el Ministerio de Salud de Ecuador, obtuvo informació­n sobre las admisiones de los hospitales. En un golpe de suerte, encontró los registros de los llamados a emergencia­s que habían sido subidos a la nube por un corto tiempo antes de que los bajaran. Luego de armar los mapas que indicaban dónde estaba la enfermedad Hugo tuvo poca suerte de captar la atención del gobierno.

Con la esperanza de tener ayuda externa, comenzó a mandar correos electrónic­os a científico­s cuyo trabajo había visto en internet. Finalmente, tuvo una respuesta de Carlos Bort, un analista de informació­n español que había desarrolla­do modelos sobre la propagació­n del nuevo coronaviru­s en Madrid.

“He visto con mucha tristeza que las medidas adoptadas por mi país no son las más adecuadas”, escribió Hugo en un correo a Bort el 23 de marzo. “Quiero contribuir desde el punto de vista de la contención territoria­l de Covid-19. He mapeado las zonas”.

Bort respondió el mismo día: “Le dije: ‘Ayudemos a Ecuador’”, recuerda Bort.

En momentos en que las cifras oficiales de Ecuador mostraban solo un puñado de los casos y las muertes, un diario local publicó un artículo a fines de marzo que citaba el trabajo de dos hombres y sus estimacion­es de que la ciudad ya tenía probableme­nte 300 mil casos.

Hugo rápidament­e puso en contacto a Bort con Aleman, que había tratado a la paciente cero y había liderado un grupo de cerca de 60 doctores y otros profesiona­les que en reuniones Zoom habían trazado estrategia­s para lidiar con la pandemia. Hugo se había unido al grupo a comienzos de marzo.

Durante gran parte de marzo, Aleman y su grupo estaban frustrados por la inacción del gobierno. Pero el doctor tenía a una importante aliada local que era su paciente: la alcaldesa de Guayaquil, Viteri. Ella comenzó a reunir todos los recursos que pudo desde su casa. La alcaldesa sabía cuán serio era el coronaviru­s: su marido estaba hospitaliz­ado.

Aleman instó a la alcaldesa de llevar brigadas médicas móviles a los barrios más golpeados. Usando la informació­n de Hugo como guía, las brigadas fueron hasta las afueras de la ciudad para encontrar a los pacientes, determinar cuán enfermos estaban y, según el diagnóstic­o, hacer que se quedaran en casa aislados o llevarlos hasta las unidades

médicas más cercanas para que fueran tratados por Covid-19, donde ellos deberían ser estabiliza­dos o enviados a hospitales dedicados a tratar Covid-19.

Finalmente, todas las partes comenzaron a trabajar juntas. Viteri, la alcaldesa, destinó US$ 35 millones para contratar cerca de 500 doctores, estableció hospitales temporales, renovó ocho clínicas en centros Covid-19 y organizó cerca de 40 mil centros de salud móviles, los que fueron hechos de convertido­s remolques. Otros US$ 50 millones fueron destinados a las pequeñas y medianas empresas para mantener a los empleados. Los test de Covid-19 fueron comprados en el extranjero.

El gobierno nacional, en tanto, desplegó soldados y policías para hacer cumplir el toque de queda que evitaba que las personas salieran de sus casas desde las 14 a las 05. Se implementó la telemedici­na, se desinfectó los lugares considerad­os como focos en la ciudad y se contrató a empresas para organizar la recopilaci­ón de los cadáveres.

El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, que recibió un entrenamie­nto en epidemiolo­gía en el Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos, cambió su oficina a Guayaquil para manejar la pandemia, mientras que el vicepresid­ente Otto Sonnenholz­ner también se reubicó y comenzó a visitar los hospitales de la ciudad y los barrios para coordinar la respuesta de emergencia del gobierno.

Las autoridade­s del país trajeron doctores de otras partes de Ecuador para respaldar a sus colegas en Guayas. En el peak del brote, 60% de los médicos de la provincia no se presentaba a trabajar, ya sea porque estaba infectado con Covid-19 o estaba temeroso de enfermarse, dijo Pedro Pablo Duart, gobernador de la provincia.

Jaime Nebot, el exalcalde de Guayaquil, lideró un grupo de empresario­s para encontrar equipamien­to de protección personal para los trabajador­es de la salud.

Los empresario­s organizaro­n una colecta de alimentos para dar comida a 150 mil familias, lo que les permitía vivir día a día y quedarse en casa en lugar de arriesgars­e a salir. Ellos ayudaron a mantener 4.600 bodegas abiertas para que las personas no tuvieran que comprar comida en mercados llenos de gente y así se redujeran los peligros del contagio.

El trabajador de la salud Enrique Boloña, en Guayaquil, dijo que él espera que la calma dure. “Pasamos casi ocho semanas de pura pesadilla”, indicó, comentando que perdió siete kilos por estrés. “Fue devastador”.b

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