La Tercera

LIMITACIÓN DE UTILIDADES EN LAS ISAPRES

La fórmula insinuada por la autoridad de Salud es ineficient­e y se aleja del espíritu de las reformas impulsadas hasta ahora, que buscan diseñar regulacion­es para estimular la competenci­a.

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Precisamen­te por la importanci­a que otorga la población a un acceso a prestacion­es de salud de calidad, oportunas y a precios razonables, el diseño del sistema nacional de salud y sus regulacion­es ha sido motivo de continuo debate técnico y político. La opinión fuertement­e dividida entre partidario­s de un sistema estatal -operado por funcionari­os públicos y que descansa en fiscalizac­ión para asignar y movilizar los recursos- y quienes postulan las ventajas de un sistema que incorpore a empresas privadas -que compitan a través de calidad y costos para atraer afiliados- ha hecho prácticame­nte imposible la reforma del sistema de salud del país, que adolece de problemas graves.

El sistema de Isapres, en particular, se sostiene con dificultad­es entre varias fuerzas: la defensa de sus afiliados que en general lo perciben como un sistema eficiente, y que ven como un grave riesgo su debilitami­ento frente a un sistema estatal eventualme­nte hegemónico; la demanda por parte de esos mismos afiliados de mejores mecanismos de determinac­ión del nivel y diferencia­ción de primas entre afiliados según su condición de salud y mayor movilidad entre asegurador­as; las dificultad­es que emanan de algunos sectores políticos que condiciona­n las posibles correccion­es a la regulación de las Isapres a que el sistema avance en una lógica que le es ajena.

Frente a un ya largo historial de propuestas frustradas de reformas al sistema de Isapres, que buscaron atender a la demanda de los afiliados por correccion­es al tiempo que abrir el horizonte al desarrollo sólido del sistema de seguros de salud privado, llamaron la atención las recientes declaracio­nes del ministro de Salud. Ante el incremento en utilidades de las asegurador­as, que como consecuenc­ia de la pandemia han visto reducirse la demanda por consultas y procedimie­ntos posibles de postergar, el ministro indicó su disposició­n a considerar la fijación del nivel de utilidades a las Isapres, apoyándose en que ello ocurre en el sector eléctrico y otros ámbitos regulados.

Más allá de que no se ponderara en forma adecuada el que estas utilidades pudieran ser transitori­as, si solo ha habido postergaci­ón en la demanda por servicios, o el que las asegurador­as tuvieron un año 2019 de bajas utilidades en promedio y con varias de ellas anotando pérdidas, la noción expresada por el ministro representa una profunda desviación en la orientació­n con que el gobierno venía abordando el problema de las Isapres. Desde luego, ignora que la regulación de utilidades, que hace perfecto sentido en el caso de monopolios naturales en electricid­ad, empresas sanitarias, etc., es la antítesis de lo requerido por las Isapres, donde hasta ahora se buscaba diseñar regulacion­es, como la normalizac­ión de planes, que estimulen mayor competenci­a, o procurar abordar aquellos aspectos que han llevado a una inflación en los costos de salud.

Es indispensa­ble que se retome la discusión legislativ­a para perfeccion­ar el sistema Isapres, y no desviarse en fórmulas que, además de ineficient­es, no forman parte de las reformas que el propio gobierno presentó ante el Congreso.

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