Vaticano sancionó en 1951 al fundador de Schönstatt tras acusaciones de abusos
Según la historiadora alemana Alexandra von Teuffenbach, el sacerdote fue acusado de abuso sexual y de poder. El movimiento asegura que las denuncias se aclararon.
Josef Kentenich, el fundador del Movimiento Apostólico de Schönstatt, cuya sede central se encuentra en Alemania y hoy tiene presencia en más de 45 países, fue sancionado y apartado por el Vaticano de su obra en 1951 tras una investigación apostólica. La causa: una acusación de abuso de poder y abuso sexual cometidos contra las religiosas del movimiento. El hecho fue revelado por la historiadora alemana Alexandra von Teuffenbach, exacadémica de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, quien encontró detalles desconocidos de la investigación contra Kentenich en los archivos recién abiertos del pontificado de Pío XII, donde se encuentra, además, el detallado informe elaborado por el jesuita alemán Sebastiaan Tromp, quien fue nombrado visitador apostólico en el movimiento mariano entre 1951 y 1953.
En el texto escrito por Von Teuffenbach y conocido ayer, se asegura que el sacerdote palotino que en 1919 fundó la Federación apostólico de Schönstatt, tenía “un poder absoluto, con frecuencia equiparado a Dios, tanto que en muchas expresiones y oraciones no se comprende con claridad si estas están dirigidas a Dios Padre o al fundador mismo”. La historiadora y teóloga agrega que eso se explicitaba en actos concretos, como la ceremonia mensual “en que las religiosas debían arrodillarse frente ‘al padre’, extender sus manos hacia él y darse totalmente a él”, escribe. Durante ese proceso, se daba un diálogo en que el fundador preguntaba: “¿De quién es la hija” y estas respondían, “Del padre”; “¿A quién pertenecen los ojos?”, “al padre”; “¿A quién pertenecen las orejas?: “al padre”, etc. Algunas religiosas hacen mención también a preguntas como “¿A quién pertenecen los órganos sexuales?”.
Pero la denuncia más grave se da en una carta enviada en 1948 por una religiosa alemana, que según la historiadora, se encontraba en ese momento en Chile. En ella, la monja denuncia directamente un caso de abuso sexual y asegura que “después de lo que había sucedido en ocasión de uno de estos ritos ella no había podido ver más en “el padre” al fundador, sino solamente a un “varón”, diciendo que se había rebelado y sufrido durante un año antes de poder hablar con un confesor al respecto. El visitador apostólico tuvo acceso a la carta y al reunirse con la religiosa la conminó a que le diera su autorización para denunciar en Roma el comportamiento de Kentenich. Luego al reunirse con la superiora, confirmó que esta había recibido “seisocho cartas que le parecieron menos graves” y que aseguró que las “había arrojado a la basura”.
Según Von Teuffenbach, “todo el ambiente descrito por el fundador es muy sexualizado”. Y agrega, en una carta enviada al vaticanista Sandro Magister, que “después de haber negado inicialmente los hecho, los partidarios de la obra consideraron poder justificar todo: el fundador sólo habría ayudado a las religiosas a liberarse de las tensiones sexuales con un remedio pastoral psicoterapéutico”. Pero en los hechos, en agosto de 1951, Kentenich fue alejado de su obra por un decreto del Santo Oficio. Fue exiliado a EE.UU. y se le prohibió tener contacto con las religiosas. La pena fue finalmente condonada por el Papa Paulo VI en 1965, y el sacerdote falleció en 1968.
Actualmente está activo un proceso de beatificación de Kentenich, iniciado en 1975. Según un comunicado emitido por el movimiento y firmado por su actual director general, el sacerdote argentino Juan Pablo Catoggio, las acusaciones contra el fundador se “aclararon durante el proceso de beatificación”.
En Chile, Schönstatt tiene una importante presencia. El cardenal Francisco Javier Errázuriz no solo pertenece al movimiento, sino que fue su superior general entre 1974 y 1990. Consultado por
La Tercera, aseguró que Von Teuffenbach solo recogió el inicio de la investigación, pero no las conclusiones. “El cardenal Ottaviani, que presidía la Congregación para la Doctrina de la Fe, había tomado medidas contra el padre Kentenich, pero cuando cambió su juicio sobre el fundador, manifestó: ‘errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico’”.b