La Tercera

La tabla al revés

- Por Juan Cristóbal Guarello

Es un lugar común que el campeonato 2020 es el más raro de la historia. Más que el que se jugó en 1973, con golpe de estado en el medio; el torneo desquiciad­o de 1983 con ascensos por decreto, Copa de la República de por medio y equipos que salvaron la categoría por resquicios reglamenta­rios o los imbunches de Reinaldo Sánchez, sin descensos y con “sextos de final”. Obviando el efecto Covid-19, que va desde la suspensión de partidos a paladas hasta la pérdida de la ventaja de jugar como local debido a la ausencia de público, creo que el hecho más sobresalie­nte, y esto no es necesariam­ente bueno, es que toda la atención está centrada en la parte baja de la tabla. Como que se da por hecho que Universida­d Católica, pese a que parece reventada y está pagando el precio de un plantel bastante corto, va a lograr el tricampeon­ato. Estas últimas semanas ha hecho todo lo posible porque sus escoltas le den caza, hasta romper el reglamento con Holan dando instruccio­nes por radio pese a estar suspendido, y sus escoltas hacen todo lo posible porque la UC se arranque en la punta.

Abajo es otro tema. Morbo, suspenso, polémica, calculador­a, cuatro finales por fecha, dos tablas para descender. Una carnicería pocas veces, o tal vez nunca, vista en el fútbol profesiona­l chileno.

Si Victoriano Cerda, quien metió el golazo del 60-40 en horario de trasnoche en un Consejo de Presidente­s, pensó que su idea iba a dejar un reguero de muertos como el que estamos viendo, empezando por más de una docena de entrenador­es, pues se graduó de genio del mal. En este momento, jueves por la tarde, en la tabla del 2020 desde el duodécimo lugar nadie puede darse por salvado, aunque O’Higgins tras ganarle a Unión La Calera ya ve la orilla de la playa más cerca. En la tabla ponderada, desde el undécimo puesto están todos comprometi­dos. Lo divertido es que muchos de los que pelean abajo tiene buenas aspiracion­es de meterse en alguna Copa, pero, es tan resbaloso el presente, que nadie piensa en grande, la cabeza está en escapar del incendio antes que nada.

Cuando está en juego la categoría el “todo vale” es una obligación. Los dirigentes de la Universida­d de Concepción, mientras Eduardo Acevedo salía escapando, encontraro­n en fallo en la inscripció­n de Kevin Figueroa de Everton y pidieron los puntos. Si se los dan, y tienen fundamento para ello, le quedan mordiendo la cola a la U en la ponderada y meten de cabeza a Everton en la zona roja de la misma tabla.

En la vereda del frente, Colo Colo, haciendo gala de su política de errores, le ofrece $ 300.000.000 a los jugadores por no descender mientras echa a funcionari­os, empleados y desmantela el fútbol femenino para ahorrar plata. Y los jugadores, que ya les pagaban buen dinero por jugar bien, la planilla más alta del fútbol chileno, se victimizan, dicen que nunca pidieron la plata y no hacen un gesto tan simple como no aceptarla. Es que llegó el día en que en el club hay que pagar para que no jueguen mal. Increíble. Justo cuando los albos habían logrado puntuar en dos fechas consecutiv­as por primera vez desde finales de febrero. El equipo apenas asoma un poco la cabeza en el pantano y de inmediato se les incendia todo. Ni que fuera a propósito.

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