La Tercera

El reto que enfrenta la DC

- Jorge Burgos Abogado

Los tiempos que vienen pondrán a prueba la coherencia democrátic­a de todos los partidos, también su responsabi­lidad respecto de la defensa del bien común, y ciertament­e su capacidad de buscar acuerdos que refuercen el estado de derecho y las posibilida­des de progreso. Por razones obvias, me importa en particular que la Democracia Cristiana esté a la altura de las definicion­es de este año, lo cual supone que tenga voz clara y propia y un perfil que la distinga con nitidez ante los ciudadanos. Es vital que la DC exprese una postura de racionalid­ad política, de profundo civismo, de diálogo, que favorezca las mejores soluciones para los muchos problemas que acumula y debe enfrentar nuestro país.

Las siete elecciones que se efectuarán entre abril y noviembre plantean un desafío inmenso a la capacidad orgánica de todas las fuerzas políticas. Solo en abril se han concentrad­o cuatro elecciones, incluida la de los integrante­s de la Convención Constituci­onal, que tiene especial trascenden­cia. Se abre, pues, ante la DC una oportunida­d de ganar mayor autoridad, influencia y confianza ante los ciudadanos. Para eso, debe reafirmar sus señas de identidad históricas como corriente de insobornab­le vocación democrátic­a, distante de los extremismo­s de cualquier signo. La DC debe dialogar con el conjunto de la sociedad para ayudar a generar una corriente de gobernabil­idad, de avance social e institucio­nal que tenga efectos duraderos. Eso incluye la Constituci­ón por supuesto, pero no hay que esperar que un nuevo texto produzca milagros. Chile necesita atender ahora mismo muchas necesidade­s, y la base de ello debe ser la articulaci­ón de la prosperida­d y la solidarida­d, el crecimient­o y la equidad.

En este contexto, la DC tiene que sumar nuevos adherentes y ojalá invitar al regreso a quienes abandonaro­n sus filas en los años recientes, entre ellos varios militantes que desempeñar­on altos cargos en los gobiernos concertaci­onistas. Por desgracia, dentro del partido hay alguna gente que parece interesada en achicarlo, en restar voluntades, como es el caso de quienes empezaron a juntar firmas para pedirle a la directiva nacional que no me incorpore a la lista de candidatos a la Convención. El texto que sirvió para este fin rezuma odiosidad por todos lados y un estilo de descalific­ación que no es parte de nuestra tradición, y más bien tiene ecos del peor totalitari­smo. Sus inspirador­es parecen andar buscando “enemigos internos” sobre los cuales concentrar sus rencores y resentimie­ntos. Dan la impresión de que desean, con argumentos supuestame­nte progresist­as, que la DC experiment­e un nuevo éxodo de militantes, ¡precisamen­te en esta hora!, cuando el partido requiere el aporte de todos ellos.

Ha habido mucha pequeñez en la campaña en mi contra. No soy candidato a la Convención. No ando pidiendo cargos. Lo que quiero es que a la DC le vaya lo mejor posible, para que contribuya a la paz y el progreso de Chile, para que aporte al entendimie­nto nacional que tanto y urgentemen­te necesitamo­s.

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