La Tercera

Un avance en acceso a la justicia

- María Elena Santibáñez Profesora de Derecho UC

Esta semana el Ejecutivo ingresó a la Cámara de Diputados el Proyecto de ley que crea un Servicio Nacional de Acceso a la Justicia y la Defensoría de Víctimas de Delitos, destinada esta última a aquellas personas que no pudieren procurarse por sí mismas orientació­n legal y representa­ción jurídica. El proyecto tiene por objeto corregir un déficit del sistema penal que se ha hecho cada vez más evidente: la posición de las víctimas en el conflicto penal está notoriamen­te desmejorad­a en relación a la de los demás intervinie­ntes. Si bien es el Ministerio Público el encargado de investigar y perseguir a los autores de delitos, en muchos casos sus intereses difieren o no consideran los de las víctimas, que hasta hoy no gozan de una posibilida­d efectiva, universal y gratuita de ejercer la acción penal, a pesar de ser un derecho garantizad­o por nuestra Constituci­ón y un elemento insoslayab­le en un estado de derecho al servicio de toda la ciudadanía, especialme­nte de los vulnerados en sus derechos fundamenta­les.

En efecto, lo que hay hoy es una oferta pública dispersa, poco especializ­ada y con altas listas de espera, principalm­ente dependient­e de la Corporació­n de Asistencia Judicial (CAJ), cuyo sucesor será precisamen­te la Defensoría de Víctimas, y de otros programas estatales de escasa cobertura en relación a las tasas delictivas.

Contrario a lo que pueda pensarse, las necesidade­s de las víctimas no se reducen únicamente a la posibilida­d de presentar querella criminal e intervenir en el proceso penal. En muchos casos, lo que más requieren es ser oídas y reconocida­s por los actores del sistema, recibir informació­n clara y oportuna sobre el estado del proceso, tener acceso a asistencia psicológic­a y social, o perseguir la indemnizac­ión patrimonia­l por los daños sufridos. Esas necesidade­s no encuentran satisfacci­ón suficiente en los organismos actualment­e encargados de la atención de víctimas: los programas de la CAJ, los diversos programas dependient­es o en colaboraci­ón con el Sename, los CVS del Ministerio de la Mujer, el CAVAS de la PDI, entre otros; todas estas institucio­nes públicas tienden a privilegia­r en general un aspecto de la reparación de la víctima, que si tiene la fortuna de calificar para recibir atención en alguno de estos servicios, se hallará desorienta­da ante la falta de coordinaci­ón e interdisci­plina con que actualment­e se actúa.

De especial urgencia resulta atender a las personas cuya libertad o integridad física, psicológic­a o sexual han sido vulneradas, urgencia a la que precisamen­te la Defensoría de Víctimas deberá dar prioridad, según se señala en el proyecto de ley. En ese sentido, la literatura reciente ha dado cuenta de que el reconocimi­ento que la comunidad da a la víctima de estos delitos de su calidad de tal, es de la esencia de una reparación adecuada. La atención especializ­ada e integral que ofrecerá la Defensoría de Víctimas, si se aprueba su institució­n, será un gran avance en esta dirección.

Lo dicho hasta ahora permite acallar el temor sembrado, en el sentido de que esta institució­n rebalsará de querellant­es el proceso penal. La representa­ción judicial mediante querella es solo una -y posiblemen­te no la principal- de las funciones que deberá desempeñar la Defensoría de Víctimas. Por otra parte, el proyecto de ley consigna como una de sus líneas de acción el énfasis en la solución colaborati­va de conflictos, lo que en algunos casos podrá propiciar alternativ­as al proceso penal llevado hasta sus últimas instancias.

En definitiva, la institució­n de la Defensoría de Víctimas es una buena noticia, significar­á un importante avance hacia un país más justo e inclusivo, y permitirá universali­zar buenas prácticas como la interdisci­plina y la atención especializ­ada y gratuita, prácticas que hasta ahora pocas entidades (principalm­ente organizaci­ones de la sociedad civil) estaban ejecutando.

La Defensoría significar­á un paso importante hacia un país más justo e inclusivo.

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