La Tercera

Una mala idea

- Cristián Riego Profesor Facultad de Derecho UDP

El Presidente de la República acaba de revitaliza­r la Defensoría de las víctimas. Esta es una mala idea que cada cierto tiempo sirve para crear un efecto comunicaci­onal pero que afortunada­mente nunca ha sido tomada demasiado en serio por sus promotores. La noción que está detrás de esta propuesta es la de que si el imputado cuenta con un abogado financiado por el Estado, porque no ha de tenerlo la víctima de un delito. Parece de sentido común, pero no resiste un análisis específico. Primero, porque no es cierto que el conflicto penal sea entre dos ciudadanos: el imputado y la víctima. En todos los países civilizado­s el conflicto penal es entre el imputado y el Estado, y esto obedece a la necesidad de sustraer la persecució­n de los delitos de los intereses privados, concentrán­dola y racionaliz­ándola en institucio­nes que actúen gobernadas por la ley.

Las víctimas requieren de apoyo, buen trato y reconocimi­ento, qué duda cabe. Pero la pregunta es si eso se logra financiado un abogado para que se querelle a su nombre. La respuesta es negativa para la mayoría de los casos. Existen en Chile varios estudios empíricos que muestran que en los delitos comunes la presencia de un querellant­e no mejora las posibilida­des de que la víctima obtenga una respuesta satisfacto­ria. La razón de lo anterior es bastante obvia: el abogado de la víctima no cuenta con herramient­as para lograr un mejor resultado. Las posibilida­des de avance de un caso dependen del trabajo policial y de las decisiones y actuación del fiscal. El querellant­e tiene poca influencia sobre ambos, no puede prestarles gran colaboraci­ón y en algunos casos puede constituir­se incluso en un obstáculo.

La frustració­n de muchas víctimas no tiene su origen en la falta de abogados sino en un conjunto más complejo de factores. Una buena parte proviene del delito mismo y solo una mejora de largo plazo en la seguridad púbica podría reducirla. Pero otra parte se debe a problemas de funcionami­ento del sistema, entre ellos la falta de acceso a informació­n, un trato poco deferente, exceso de burocratiz­ación o malas prácticas de policías o fiscales. Para todo esto es poco lo que un conjunto de abogados querellant­es pueda ayudar. Lo que se requiere es establecer para estas institucio­nes unos sistemas muy fuertes de monitoreo y rendición de cuentas desde la perspectiv­a de las víctimas. Esto requiere de una gran capacidad técnica y profesiona­l para poder saber qué es lo que policías y fiscales están haciendo mal y eso no se hace litigando caso a caso sino a partir de una visión sistemátic­a del funcionami­ento de la persecució­n penal a partir de la cual podrían generarse propuestas de cambio a nivel administra­tivo y legislativ­o en pro de una mejora continua.

Hace ya muchos años que nuestro Estado se viene negando a afrontar los desafíos de la criminalid­ad con una perspectiv­a técnica y de largo plazo. Nuestras autoridade­s prefieren anuncios llamativos que no generen mayores responsabi­lidades posteriore­s y la idea de la Defensoría de las víctimas es uno de los favoritos. El año 2011, después de muchos anuncios, se reformó la Constituci­ón para establecer la defensa jurídica de las víctimas sin que nada cambiara en la práctica. Ahora se incluyen unas normas bastante inespecífi­cas al respecto en un proyecto general de asistencia jurídica.

Las autoridade­s saben que esta es una propuesta que suena bien pero que no tiene mucho sentido implementa­r. Por eso la sacan a relucir cada cierto tiempo sin que tenga mayores consecuenc­ias.

Las autoridade­s saben que es una propuesta que suena bien pero que no tiene mucho sentido implementa­r.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile