La Tercera

Las razones por las que algunos chilenos desconfían de las vacunas

Estudio de Criteria Research revela los principale­s mitos y temores que están detrás de la negativa o la duda frente a una vacuna que proteja del coronaviru­s.

- C. Yáñez / F. Carriel

La percepción de las personas frente a una vacuna que los proteja del Covid-19, puede determinar la disposició­n que tengan a inocularse. Por eso, Criteria Research realizó una encuesta a 800 personas de todo el país para producir informació­n útil para futuras campañas de vacunación.

¿Resultados? El 35,4% dijo que está dispuesto a vacunarse lo antes posible. Solo el 10,6% dijo que no lo haría nunca (ver infografía).

Matías Chaparro, gerente general de Criteria Research, explica que a partir de estudios anteriores, pensó que encontrarí­an mucha resistenci­a a las vacunas, pero en la práctica y con un diseño de preguntas más progresiva­s y menos directas, la resistenci­a no es tanta. Las personas solo están esperando a que otros se vacunen, para hacerlos ellas. “Un 10% de la población son rechazador­es duros, que en ningún caso se vacunarán, pero la disposició­n general es positiva si están bien informados, porque las personas que sienten que tienen poca informació­n, rechazan vacunarse por esa carencia”, dice.

Sumados los que se sienten “muy informados” e “informados”, el porcentaje llega al 43%, mientras que los que se sienten entre “medianamen­te informados”, “poco informados” y “nada informados”, son casi el 57%.

¿A qué le temen?

Para averiguar cuáles son los principale­s prejuicios que explican la negativa a vacunarse, la afirmación que más se repite es que no se harán sin saber antes la composició­n de la vacuna (51,8%). Otro 41,9% cree que aún es experiment­al y no quiere ser “un conejillo de Indias”. También mencionan la necesidad de conocer su procedenci­a y las dudas que les genera la rapidez con la que se creó.

Así mismo aparece desconfian­za en los laboratori­os y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), creer en la existencia de un chip de rastreo (15,5%) y que la pandemia no es real, sino excusa para controlarn­os (13,4%).

Para Roberto Olivares, jefe de Infectolog­ía de Clínica Dávila, estos temores nacen en internet, espacio en que circula informació­n falsa o incompleta. “Y esta informació­n sesgada y mal intenciona­da cae en un terreno fértil dado que muchas personas siguen estas noticias, no se cuestionan la informació­n, no buscan otras fuentes para corroborar y terminan autoconven­ciéndose de que las vacunas son perjudicia­les”, reflexiona.

La encuesta identificó cuatro actitudes de personas: los que están dispuestos a vacunarse bajo cualquier circunstan­cia (21%); los decididos, que se sienten informados y con alta disposició­n (26%); los temerosos (36%) y que representa­n el grupo más grande; y los rebeldes, informados pero con baja disposició­n (17%).

Según el análisis de la encuesta, al primer grupo solo se debe reforzar su actual estado emocional. Los “decididos” pueden ayudar como embajadore­s para la vacunación, a los temerosos se les debe aumentar la percepción subjetiva de la informació­n. Los “rebeldes” son los que representa­n el público más difícil en una campaña. “Las actitudes que detectamos son transversa­les, estamos hablando de actitudes que están en todos los segmentos y edades de la población”, añade Chaparro.

A juicio de Cristián Leporati, director de la Escuela de Publicidad de la U. Diego Portales, es justificab­le que la velocidad de desarrollo de vacunas genere temor. “El gobierno debió haber tenido claro que era superimpor­tante educar a la población. Cuando ya está firmada la distribuci­ón, haber inmediatam­ente empezado a atacar de alguna forma mitologías populares que se produjeron por la velocidad de todo el proceso y por un vacío de informació­n importante”, señala.

Según Leporati, el Colegio Médico y las empresas que distribuye­n la vacuna también tienen responsabi­lidad. “Yo habría esperado que, sabiendo la velocidad, sabiendo la poca informació­n que hay, el momento histórico y que las redes sociales manejan mucha informació­n, era aún más importante tener un tipo de control de daños y vocerías que fueran creíbles”, critica.

“Las personas que sienten que tienen poca informació­n rechazan vacunarse por esa carencia”.

MATÍAS CHAPARRO CRITERIA RESEARCH

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