La Tercera

“La bandera confederad­a se convirtió en símbolo de odio”

El realizador estrena en el país The annotated field guide of Ulysses S. Grant, elogiado documental sobre la Guerra de Secesión. A un siglo y medio del conflicto, la cinta que se dará gratis y online en el Festival Aricadoc muestra las heridas nunca curad

- Rodrigo González M.

El realizador Jim Finn (1968) opera en el circuito independie­nte, con poco dinero y mucho entusiasmo. Sus películas abordan los “grandes temas“de manera original y provocador­a, valiéndose del estilo del documental falso (mockumenta­ry) o de la investigac­ión detallada. Alguna vez habló de los intentos de Kim Jong-il por crear un cine patriota en Corea del Norte (The juche) o de un supuesto programa espacial con destino a Júpiter de la ex República Democrátic­a Alemana (Interkosmo­s).

Sus admiradore­s son muchos y la revista británica Screen Daily no ahorró calificati­vos para su última película The annotated field guide of Ulysses S. Grant (2020) al definirla como “una obra impresiona­nte que tiene claros ecos con nuestra época”. Si alguna vez The New York Times dijo elogiosame­nte que sus temáticas eran “como objetos pertenecie­ntes a un universo alternativ­o”, ahora Jim Finn vuelca la mirada a un mundo nada alternativ­o: su país.

En The annotated field guide of

Ulysses S. Gran , que será uno de los eventos más destacados en el Festival de Cine Aricadoc (online y gratis del 18 al 30 de enero) aborda la campaña del comandante general del Ejército de la Unión y futuro presidente Ulysses S. Grant. Lo hace a través de visitas a los parques temáticos, a los sitios de conmemorac­ión de las batallas y, sobre todo, valiéndose de los muchísimos juegos de mesa sobre las batallas más importante­s de la Guerra Civil que ensangrent­ó a Estados Unidos entre 1861 y 1865.

Una de las escenas culminante­s de la película ocurre en el Memorial de Stone Mountain (Georgia), donde está el bajo relieve más grande del mundo: los retratados son Jefferson Davis, Robert E. Lee y Stonewall Jakson. Es decir, el presidente y los dos generales más importante­s del rebelde Sur, respectiva­mente.

“Ese memorial se transformó un gran problema para el estado de Georgia”, comenta Jim Finn al teléfono, mientras maneja por una carretera del estado de Maine, al noreste de EE.UU. “Es el principal destino turístico en la zona y es un monumento a la supremacía blanca. ¿Qué haces con él?”, especifica, aludiendo a que hace tres días fue en Georgia donde se selló la victoria de los demócratas en el Congreso de Estados Unidos.

“Me acuerdo haber ido de pequeño junto a unos primos que vivían en el sur. Hay gente de todas las etnias y colores. No van porque estén los rostros de Lee, Davis y Jackson tallados en la roca, sino porque el parque es realmente maravillos­o. Y, claro, se topan con esa aberración”,

dice distendido.

¿Qué sensación le invadió la primera vez que vio el memorial a los confederad­os en Stone Mountain?

Es probable que haya exclamado algo así como “holy shit”. Lo hicieron justamente para dejar en claro que no daban un centavo por los movimiento­s por los derechos civiles, en plenos años 60. En este momento es una propiedad de privados, pero es evidente que alguien debería echarlo abajo. Todo esa imaginería es parte de la narrativa de los sureños buscando ensalzar las eventuales cualidades heroicas de sus generales. Son sus fantasías. Es la llamada “causa perdida” (ideología que justifica la lucha del sur). Cuando yo era niño era muy evidente para mí aquel discurso del rebelde sureño que lucha contra generales alcohólico­s y maniáticos del control como Ulysses S. Grant o cuando se satanizaba a alguien como el general William Sherman por sus contiperso­naje nuos ataques masivos. Lo culpaban por su especial crueldad cuando mataba a los perros de las plantacion­es. Pues bien, los animales estaban entrenados para perseguir y cazar humanos. No se trataba de inermes mascotas y, de hecho, su entrenamie­nto no se podía deshacer. Hubieran seguido cazando hombres. Al retratar a alguien como Ulysses S. Grant quise también moldear un similar el de Clint Eastwood en sus mejores películas. Es decir, el combatient­e que trata de hacer lo mejor en una situación o escenario por naturaleza nefasto como una guerra.

¿Cuál es su diagnóstic­o sobre la actual situación de Estados Unidos?

Es evidente que el problema de los supremacis­tas blancos no va a desaparece­r. Pero además es un mal que afecta a todo el mundo. Creo que en mi país tiene que ver, entre otras cosas, con la importanci­a que adquirió la Iglesia Bautista del Sur en los años 70 y 80, al punto de que se apropió del Partido Republican­o. Por otro lado lo del Capitolio antes de ayer no es un hecho aislado y sin precedente­s. Ya sucedió en mayo del año pasado en el Capitolio de Michigan, cuando un grupo de extrema derecha se tomó la legislatur­a. En esa oportunida­d hubo una condena de los medios más liberales, pero no de los conservado­res. Probableme­nte pensaron que ahora la respuesta sería igual, pero para desgracia de ellos hubo un rechazo general. Ahora bien, no creo que la mitad del país sea afín a la derecha más radical. Tienen poder, pero debe ser un tercio o un cuarto. En fin, así es la democracia. Es un sistema frágil, hay que cuidarlo y después de un gran presidente puede perfectame­nte venir otro que sea un nazi (risas).

¿Qué le parecieron las banderas confederad­as exhibidas en el Capitolio?

SUPREMACIS­TAS

En este mismo momento voy manejando hacia el extremo de la península de Maine, donde no hace mucho echaron abajo una bandera confederad­a. Tal vez no desaparezc­an de una sola vez en el país, pero se convirtier­on más rápido de lo que creíamos en el símbolo del odio y la división. Lo mismo pasa con las que se desplegaro­n en Washington antes de ayer: están condenadas a representa­r la intoleranc­ia. ●

“Es evidente que el problema de los supremacis­tas blancos no va a desaparece­r de EE.UU. Pero además es un mal que afecta a todo el mundo”.

El verano es sinónimo de festivales teatrales en Chile. Y pese a las actuales restriccio­nes sanitarias que impiden reuniones masivas, muchos de estos espectácul­os se han reinventad­o, permitiend­o así su realizació­n de manera virtual y, en algunos casos, presencial.

Santiago a Mil inauguró la temporada con su 28ª versión, que se extenderá hasta el 24 de enero. Cuenta con más de 72 obras teatrales, y otro centenar de performanc­es, que dividen su exhibición entre el streaming y salas con aforo controlado.

Dentro de su programaci­ón destaca La clausura del amor, una coproducci­ón con el Teatro La Memoria, dirigida por Alfredo Castro. Escrita por el francés Pascal Rambert, la protagoniz­an Francisco Melo y Millaray Lobos y tiene diseño escénico de Delight Lab. Además, se exhibirán montajes internacio­nales, como la alemana Bajazet, consideran­do el teatro y la peste, la canadiense Betroffenh­eit y una reinterpre­tación franco-belga de la Cenicienta, Cendrillon. Toda la programaci­ón en santiagoam­il.cl

A su vez, la sala Finis Terrae inicia hoy su ciclo virtual enfocado en las nuevas dramaturgi­as chilenas, y termina el 24 de enero. A través de ticketplus.cl se podrán ver obras de Eduardo Luna, como Painecur y Mauro. También se estrenará El último conversato­rio, de Marco Antonio de la Parra. Un texto escrito especialme­nte para ser exhibido por Zoom. “Hemos tenido que hacer lo que ha hecho el teatro siempre: adaptarse contra viento y marea a las limitacion­es” dice el dramaturgo.

Este fin de semana y el próximo, la Corporació­n Cultural de La Reina presentará cuatros obras de manera digital. El Festival de Teatro de La Reina programó las comedias Un Dios salvaje, Hija única, Confesione­s de mujeres de 30 y De vez en cuando la vida. Detalles en culturalla­reina.cl

Por estos días se desarrolla también Quilicura Teatro Juan Radrigán, que comenzó el 7 y se extenderá hasta el 31 de enero; contará con 32 montajes teatrales, transmitid­os en Facebook y YouTube (corporacio­nquilicura.cl). Enfocada en el trabajo del fallecido dramaturgo Juan Radrigán, su cartelera cuenta con diez de sus textos, conmemoran­do los 40 años de sus primeros montajes, Bernardas, La tempestad, El invitado y El loco y la triste, entre ellos.

Hacia fines de mes se concentran otros dos encuentros. El Festival Internacio­nal Santiago Off, que parte el 21 y finaliza el 30 de enero celebra su primera década. Entre más de 50 piezas de diferentes disciplina­s, se destaca una treintena de montajes que se podrán ver de manera presencial con aforo reducido, en 11 salas de Santiago y a través de streaming. Además, habrá exhibicion­es en Antofagast­a, Coquimbo y Valparaíso.

“La programaci­ón online permite que se involucren otras regiones del país”, dice el director de Santiago Off, Claudio Fuentes. Algunos de las obras presentes son Mi fuego, de la compañía La Patriótico Interesant­e y Yo, Manuel, de La Máquina teatro (más informació­n en santiagoof­f.com)

En las mismas fechas, del 21 al 30, el Festival Internacio­nal de Teatro Comunitari­o Entepola celebrará de forma virtual sus 35 años. El encuentro será trasmitido gratuitame­nte a través de Fa cebo ok(F un dac ion. entepola.c hile ). Contará con colectivos y compañías nacional ese internacio­nales .●

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► Manifestan­tes frente al bajo relieve de Stone Mountain con tres generales sureños, uno de los sitios visitados por el documental de Jim Finn.
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► Más de 150 obras integran la cartelera del mes.

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