La Tercera

Una oposición quebrada

La centroizqu­ierda finalmente llegará dividida hoy a inscribir las listas para la convención constituci­onal. Aquí, las razones, responsabi­lidades y posibles efectos del fracaso por la unidad en una de las elecciones más importante­s para el sector.

- Por Isabel Caro y Felipe Cáceres

El 30 de septiembre. Ese es el día que en la oposición recuerdan como la jornada en que la posibilida­d de la unidad del sector se volvió derechamen­te improbable. Ese miércoles, las confianzas se quebraron cuando a solo horas de que terminara el plazo para oficializa­r ante el Servel las primarias municipale­s y de gobernador­es regionales, el Frente Amplio optó por inscribirs­e en un pacto aparte del resto de la centroizqu­ierda, lo que conllevó a un inevitable reordenami­ento de fuerzas.

El hito terminó dividiendo al sector en tres bloques y rompiendo coordinaci­ones como la Unidad por el Cambio, que en ese entonces integraban el Partido Comunista, el PRO y el Frente Regionalis­ta Verde Social. El partido fundado por Marco Enríquez-Ominami terminó distanciad­o con sus aliados y sumándose al surgimient­o de un nuevo referente en la centroizqu­ierda: la Unidad Constituye­nte. Esa coordinaci­ón se conformó junto al Partido Socialista, el PPD, la Democracia Cristiana, el Partido Radical, además de Ciudadanos, precisamen­te, con el objetivo de realizar primarias legales a lo largo de todo el país para definir las cartas a dichos comicios.

Ese hecho, dicen en la oposición, tiene consecuenc­ias hasta hoy. Según las mismas fuentes, fue ese quiebre de confianzas lo que no permitiría luego que esas tres fuerzas lograran pactar para el desafío electoral más relevante de los últimos 30 años: la elección de los convencion­ales constituye­ntes, comicios que tienen su inscripció­n de candidatur­as esta jornada y en que la centroizqu­ierda llega dividida en, a lo menos, dos listas.

Y si bien en el sector han hecho distintos esfuerzos por “acotar” al máximo la cantidad de nóminas, algunos dirigentes temen que la “mezquindad” política de algunas fuerzas los termine separando, incluso, en más de solo dos listas. Todo esto, sin contar las distintas agrupacion­es de independie­ntes cercanas a la centroizqu­ierda que competirán en esta elección y que hoy probableme­nte al inscribirs­e alejen aún más la posibilida­d de alcanzar la ilusión unitaria del sector.

Este escenario, que se volvió inevitable para los dirigentes, se da pese a que la mayoría -a excepción del PC, el PR y la DC- advirtiero­n durante meses que ir en más de una nómina tendría un efecto insalvable: que los sectores del Rechazo queden sobrerrepr­esentados en el órgano constituye­nte y que la centroizqu­ierda no logre obtener los 2/3 necesarios para impulsar los cambios que ha defendido.

Para muchos en la oposición, la división de fuerzas en esta elección tan crucial será un “error histórico” que le costará caro a la centroizqu­ierda por varios años más, de confirmars­e una representa­ción minoritari­a en la constituye­nte.

En la ex Concertaci­ón apuntan a la responsabi­lidad de sectores como el Frente Amplio y el PC. A juicio de sus dirigentes, ambos sectores han optado por una estrategia de “perfilamie­nto propio” y de la creación de un “polo de izquierda”, antes que por una en que, más allá de los costos, priorizara­n la unidad del amplio espectro opositor.

De hecho, uno de los factores que en la centroizqu­ierda analizan como clave para el devenir de la división opositora es, precisamen­te, la izquierdiz­ación del Frente Amplio, bloque que definió institucio­nalmente como base de su política de alianzas una inclinació­n hacia fuerzas como el Partido Comunista. Esa decisión terminó, incluso, quebrando al bloque luego de que el Partido Liberal optara por dejar el conglomera­do y los diputados Pablo Vidal y Natalia Castillo renunciara­n a RD. Todo ese grupo finalmente conformó hace algunas semanas una plataforma política que aboga por la unidad del sector y que se llama Nuevo Trato.

En contraposi­ción a ese análisis, en el Frente Amplio y el PC culpan a la ex Concertaci­ón, y particular­mente a la DC, de no haber logrado una nómina unitaria para la constituye­nte. Desde el Frente Amplio, de hecho, insisten en que ellos siempre tuvieron la voluntad, pero que fueron “otros” los que no favorecier­on la opción de una lista única. En ese escenario, dicen entre los frenteampl­istas, tuvieron que optar por los sectores que, decían, estaban dispuestos a llegar a acuerdos.

En el PC, en tanto, desde un inicio advirtiero­n que no estaban dadas las condicione­s para la unidad de la oposición. “No somos todos partidos de izquierda y eso debe estar muy claro”, dijo Guillermo Teillier a mediados de diciembre, justamente a pocos días de que su colectivid­ad se restara de los esfuerzos del sector por lograr una nómina única en una serie de reuniones que fueron convocadas por la CUT.

De todas formas, en esos sectores esperan lograr mínimos comunes con algunas fuerzas de la centroizqu­ierda en cuanto a contenidos constituci­onales y, asimismo, al reglamento que debe ser aprobado antes de que la convención inicie su trabajo y que será clave para garantizar la transparen­cia y participac­ión del proceso.

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