Una oposición quebrada
La centroizquierda finalmente llegará dividida hoy a inscribir las listas para la convención constitucional. Aquí, las razones, responsabilidades y posibles efectos del fracaso por la unidad en una de las elecciones más importantes para el sector.
El 30 de septiembre. Ese es el día que en la oposición recuerdan como la jornada en que la posibilidad de la unidad del sector se volvió derechamente improbable. Ese miércoles, las confianzas se quebraron cuando a solo horas de que terminara el plazo para oficializar ante el Servel las primarias municipales y de gobernadores regionales, el Frente Amplio optó por inscribirse en un pacto aparte del resto de la centroizquierda, lo que conllevó a un inevitable reordenamiento de fuerzas.
El hito terminó dividiendo al sector en tres bloques y rompiendo coordinaciones como la Unidad por el Cambio, que en ese entonces integraban el Partido Comunista, el PRO y el Frente Regionalista Verde Social. El partido fundado por Marco Enríquez-Ominami terminó distanciado con sus aliados y sumándose al surgimiento de un nuevo referente en la centroizquierda: la Unidad Constituyente. Esa coordinación se conformó junto al Partido Socialista, el PPD, la Democracia Cristiana, el Partido Radical, además de Ciudadanos, precisamente, con el objetivo de realizar primarias legales a lo largo de todo el país para definir las cartas a dichos comicios.
Ese hecho, dicen en la oposición, tiene consecuencias hasta hoy. Según las mismas fuentes, fue ese quiebre de confianzas lo que no permitiría luego que esas tres fuerzas lograran pactar para el desafío electoral más relevante de los últimos 30 años: la elección de los convencionales constituyentes, comicios que tienen su inscripción de candidaturas esta jornada y en que la centroizquierda llega dividida en, a lo menos, dos listas.
Y si bien en el sector han hecho distintos esfuerzos por “acotar” al máximo la cantidad de nóminas, algunos dirigentes temen que la “mezquindad” política de algunas fuerzas los termine separando, incluso, en más de solo dos listas. Todo esto, sin contar las distintas agrupaciones de independientes cercanas a la centroizquierda que competirán en esta elección y que hoy probablemente al inscribirse alejen aún más la posibilidad de alcanzar la ilusión unitaria del sector.
Este escenario, que se volvió inevitable para los dirigentes, se da pese a que la mayoría -a excepción del PC, el PR y la DC- advirtieron durante meses que ir en más de una nómina tendría un efecto insalvable: que los sectores del Rechazo queden sobrerrepresentados en el órgano constituyente y que la centroizquierda no logre obtener los 2/3 necesarios para impulsar los cambios que ha defendido.
Para muchos en la oposición, la división de fuerzas en esta elección tan crucial será un “error histórico” que le costará caro a la centroizquierda por varios años más, de confirmarse una representación minoritaria en la constituyente.
En la ex Concertación apuntan a la responsabilidad de sectores como el Frente Amplio y el PC. A juicio de sus dirigentes, ambos sectores han optado por una estrategia de “perfilamiento propio” y de la creación de un “polo de izquierda”, antes que por una en que, más allá de los costos, priorizaran la unidad del amplio espectro opositor.
De hecho, uno de los factores que en la centroizquierda analizan como clave para el devenir de la división opositora es, precisamente, la izquierdización del Frente Amplio, bloque que definió institucionalmente como base de su política de alianzas una inclinación hacia fuerzas como el Partido Comunista. Esa decisión terminó, incluso, quebrando al bloque luego de que el Partido Liberal optara por dejar el conglomerado y los diputados Pablo Vidal y Natalia Castillo renunciaran a RD. Todo ese grupo finalmente conformó hace algunas semanas una plataforma política que aboga por la unidad del sector y que se llama Nuevo Trato.
En contraposición a ese análisis, en el Frente Amplio y el PC culpan a la ex Concertación, y particularmente a la DC, de no haber logrado una nómina unitaria para la constituyente. Desde el Frente Amplio, de hecho, insisten en que ellos siempre tuvieron la voluntad, pero que fueron “otros” los que no favorecieron la opción de una lista única. En ese escenario, dicen entre los frenteamplistas, tuvieron que optar por los sectores que, decían, estaban dispuestos a llegar a acuerdos.
En el PC, en tanto, desde un inicio advirtieron que no estaban dadas las condiciones para la unidad de la oposición. “No somos todos partidos de izquierda y eso debe estar muy claro”, dijo Guillermo Teillier a mediados de diciembre, justamente a pocos días de que su colectividad se restara de los esfuerzos del sector por lograr una nómina única en una serie de reuniones que fueron convocadas por la CUT.
De todas formas, en esos sectores esperan lograr mínimos comunes con algunas fuerzas de la centroizquierda en cuanto a contenidos constitucionales y, asimismo, al reglamento que debe ser aprobado antes de que la convención inicie su trabajo y que será clave para garantizar la transparencia y participación del proceso.