La Tercera

Preocupant­e informalid­ad en mercado laboral

Si bien se ha observado una recuperaci­ón de los puestos de trabajo, la mayor parte son de carácter informal, por lo que las políticas públicas deben enfocarse en cómo revertir esta tendencia, algo que no parece estar siendo asimilado.

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Los resultados económicos conocidos recienteme­nte sugieren que paulatinam­ente se han ido dejando atrás los niveles dramáticos en los que estuvo sumida la actividad luego del estallido social y la pandemia. El Imacec de +0,3% de noviembre, el primero en terreno positivo desde que se inició la crisis sanitaria, es una leve señal positiva.

En este contexto, algunas voces han celebrado los avances que ha registrado la creación de puestos de trabajo desde el punto más bajo de la crisis. Hasta julio se habían perdido 1,8 millones de puestos de trabajo en un año y desde ese momento comenzó la recuperaci­ón gradual del empleo. En la última lectura que entregó el INE para el trimestre terminado en noviembre se recuperaro­n 844 mil puestos de trabajo desde el mínimo marcado en julio, lo que para muchos ha sido motivo de celebració­n.

Un análisis más cuidadoso de los datos oficiales exige, sin embargo, mantener la cautela. Pese a que la recuperaci­ón de los puestos de trabajo es un hecho, resulta preocupant­e que la calidad del empleo generado en los últimos meses sea precaria. Prácticame­nte dos de cada tres nuevos empleos -535 mil de los 844 mil- creados entre julio y noviembre son informales, donde sobresale el sector Comercio, que, de los 200 mil puestos de trabajo creados en este periodo, 139 mil son informales. Le sigue Construcci­ón con 127 mil nuevos empleos, de los cuales 81 mil son informales.

Algo parecido ocurre al mirar los datos por categoría. De los empleos asalariado­s del sector privado, que han subido en los últimos meses 449 mil puestos de trabajo y explican la mitad de la recuperaci­ón marginal del empleo, 189 mil de esos puestos de trabajos son informales, que se suman a los 278 mil empleos de cuenta propia informales creados entre julio y noviembre.

Las decisiones de contrataci­ón para empleos formales estarán condiciona­das a que las empresas perciban que la recuperaci­ón es sostenible en el tiempo y no solo es una respuesta temporal ante el shock que conlleva los paquetes fiscales y los retiros de las AFP. Pese a que desde el sector externo las señales son alentadora­s, con un precio del cobre en US$3,7, su mejor nivel desde febrero de 2013, los múltiples focos de incertidum­bre que enfrenta la economía chilena son suficiente­s para condiciona­r las expectativ­as de una recuperaci­ón más vigorosa y prolongada.

Apuntalar la creación de empleos formales debe seguir siendo una prioridad en el diseño de políticas públicas de corto y mediano plazo. En este contexto es totalmente contraprod­ucente que propuestas que encarecen la contrataci­ón y que son verdaderos impuestos al trabajo -como el aumento de cotizacion­es para un fondo solidario o la reducción de la jornada semanal a 40 horas, entre otrosse discutan sin considerar el dramático momento que vive el mercado laboral chileno. Vale la pena considerar las recientes recomendac­iones que hizo el Banco Mundial en orden a que para superar los efectos de la pandemia y contrarres­tar los factores adversos que afectan las inversione­s, “es necesario dar un gran impulso a la mejora del entorno empresaria­l, aumentar la flexibilid­ad del mercado laboral y de productos, reforzar la transparen­cia y la gobernanza”.

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