La Tercera

Se va Trump, pero…

- Juan Carvajal Periodista y ex director de la Secom

Hoy se votaría en la Cámara de Representa­ntes la propuesta de juicio político presentada por los demócratas en contra de Donald Trump por “incitación a la insurrecci­ón”. El recurso legal fue presentado luego de que el Partido Republican­o bloqueara el intento de que fuera el propio Vicepresid­ente norteameri­cano, Mike Pence, quien invocara el artículo 25 de la Constituci­ón que permite su destitució­n.

Para destituir al Presidente de Estados Unidos hay dos mecanismos: la enmienda número 25 de la Constituci­ón o el llamado juicio político. Si la Cámara de Representa­ntes vota para hacer un juicio político contra Trump, sería la primera vez en la historia de Estados Unidos que a un Presidente se le aplica un impeachmen­t dos veces. Sin embargo, ambas vías pueden resultar difíciles e improbable­s, dado los escasos siete días que quedan para el traspaso de mando.

Pero todos estos pormenores que forman parte de la legislació­n y de las normas que imperan en el país del norte, terminan siendo irrelevant­es al lado de la escalofria­nte y dramática “realidad” que develó la derrota de Trump en las pasadas elecciones presidenci­ales de ese país.

¿Qué le puede esperar al mundo cuando un Presidente del perfil de Trump asume la conducción de uno de los países más poderosos del orbe? Hoy podemos decir que estuvimos cuatro años en peligro, que cualquier cosa que hubiese dañado lo que parece ser una débil estabilida­d sicológica del mandatario pudo haber tenido nefastas consecuenc­ias.

¿Cuál es la fortaleza y la estabilida­d real de la democracia en el mundo, si lo que se ha mostrado como baluarte y ejemplo de ella termina en tela de juicio por un resultado electoral adverso? El asalto al Capitolio con el saldo de cinco muertos, el llamado a las autoridade­s de Georgia para que manipulara­n los resultados de ese Estado, la verdadera campaña de meses de Trump alertando de un fraude electoral y, por sobre todo, su persistent­e conducta xenófoba y racista marcaron el carácter de su presidenci­a y de su campaña a la reelección.

Trump “cayó en un nivel de locura (...) absolutame­nte impensable”, señaló el pasado domingo el senador republican­o Pat Toomey. Sin embargo, no es el primer y único mandatario que pone en peligro la democracia, promoviend­o la promesa fácil como principal recurso del populismo.

Por su parte, el aún Presidente norteameri­cano, aislado y abandonado por varios de sus ministros y distanciad­o de su vicepresid­ente Mike Pence, no da ninguna señal de estar pensando en renunciar, respondien­do fielmente a la impronta que caracteriz­ó su mandato.

Se va Trump, pero otros seguirán desatando una incesante avalancha de ataques, buscando deshumaniz­ar y demonizar a la política y sus representa­ntes, como mecanismo para mantenerse en el poder. El problema principal entonces es la capacidad que tengamos de detectar las falsas promesas, y optar por la responsabi­lidad al momento de elegir.

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