La Tercera

NEGATIVA DE MESA DEL SENADO A VOTAR EL TPP-11

Al pretender desconocer la urgencia que el Presidente de la República ha colocado a este proyecto, se abre espacio para un nuevo conflicto institucio­nal.

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La decisión de la mesa del Senado de no poner en tabla para su votación el proyecto de ley que establece la adhesión de Chile al Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico (TPP-11), pese a que el Ejecutivo le había otorgado calificaci­ón de discusión inmediata, constituye un serio quebrantam­iento de la institucio­nalidad, pues con ello se han invadido facultades privativas del Presidente de la República.

Tanto la presidenta como el vicepresid­ente de la Cámara Alta han estimado que actualment­e no existen las condicione­s políticas para la discusión de este tratado, atendidas las fuertes diferencia­s de opinión que despiertan algunas de sus disposicio­nes. Estiman que resulta indispensa­ble que el Ejecutivo aclare primero las dudas que han surgido para luego proceder a su votación. Con ello se buscaría asegurar que logre mayores niveles de consenso. Aunque en algún momento se evaluó postergar la votación para marzo, el gobierno -que manifestó su disconform­idad con este proceder del Senado - se allanó a colocar suma urgencia, pero dejando de manifiesto que deberán respetarse las urgencias establecid­as por el Ejecutivo.

La Presidenci­a de la República debe hacer una defensa enérgica de sus potestades, las que están establecid­as en la Constituci­ón así como en la propia Ley Orgánica del Congreso Nacional. Conforme con ello, en su facultad de colegislad­or el Jefe de Estado podrá hacer presente la urgencia en cualquier fase de tramitació­n de un proyecto, correspond­iendo también al Mandatario calificar el tipo de urgencia que se invocará, sea simple, suma o de discusión inmediata. No está contemplad­o que las respectiva­s cámaras puedan objetar o modificar aquello, por lo que hay un quebrantam­iento de normas expresas.

Se ha empezado a hacer costumbre en el último tiempo -especialme­nte una vez desatada la pandemia- que los parlamenta­rios se atribuyan facultades que no poseen, particular­mente en lo referido a presentar mociones abiertamen­te inconstitu­cionales, tal como ha ocurrido en el ámbito de la seguridad social. Todavía más complejo ha sido que la propia presidenci­a del Senado haya declarado admisibles algunas de estas iniciativa­s, también infringien­do norma expresa. Que ahora se pretenda desconocer la potestad del Ejecutivo para establecer las urgencias debilita aún más las bases de la institucio­nalidad, confirmand­o que el llamado “parlamenta­rismo de facto” parece ya un hecho.

Sin perjuicio que la tramitació­n legislativ­a del TPP-11 ha resultado compleja -en la Cámara de Diputadas y Diputados fue aprobado por estrecho margen, y varios senadores de oposición han manifestad­o reparos-, el argumento de que no hay un clima político propicio no parece atendible, toda vez que la regla de la democracia es que los proyectos se aprueban por los votos que se requieran para ello, por lo que su legitimida­d no queda condiciona­da a que se reúna una votación mayor a la establecid­a. Tal como se ha planteado el asunto, antes que la búsqueda de consensos más amplios, parece quedar la impresión de que por la vía de estas maniobras se podría estar intentando contener conflictos al interior de la propia oposición, lo que desde luego no sería una buena señal para los intereses del país.

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