“Engañao pal Servel”
Uno de los grafitis más viralizados de los últimos años en redes sociales, es el de una muralla en Andalucía que tiene la leyenda “emosido engañado”, escrita por un grupo de okupas desalojados que creyeron, ingenuamente, que podrían volver a sus viviendas. Un sentimiento similar es el que aparentan sentir Mario Desbordes y el diputado Undurraga que, a menos de 24 horas de haberse concretado el pacto de Chile Vamos con el Partido Republicano, los forzó a salir a denunciarlo.
Mario Desbordes alega que no habría dado su aprobación si es que hubiese sabido que el pacto incluía el nombre de una determinada candidata. Una excusa administrativa con la cual busca eximirse de las consecuencias de la conformación de este pacto. Francisco Undurraga, por su parte, habló de la incomodidad que le producía pactar con un partido de ultraderecha, populista, ultramontano y conservador, afirmando que este era un pacto meramente electoral y que el Partido Republicano con Evopoli no tienen mucho que ver.
Una excusa retórica que busca separar aguas ahora que llueven las críticas de la izquierda.
Sorprende que un diputado y un exministro, den muestra de tal nivel de amateurismo político. ¿Es razonable creer que un partido nuevo y con escaso poder político formal haya doblegado a una coalición de partidos e impuesto sus condiciones de manera unilateral? ¿Fueron engañados los negociadores de Chile Vamos, los presidentes de partido y los militantes de la coalición que terminaron pactando a ciegas con un partido del que no conocían nada? Es bastante dudoso.
En diciembre de 2017, ninguna sola voz de la centroderecha se opuso al apoyo que José Antonio Kast le dio al entonces candidato Sebastián Piñera. Luego de una irregular primera vuelta, la derecha necesitaba los votos de Kast para superar a Guillier. No hubo vetos, condiciones ni gustitos personales: Kast se sumó a la campaña y fue uno de los artífices del triunfo de Piñera, sin mediar oposición de sus nuevos aliados.
El Kast del 2021, ideológica y políticamente, no es muy distinto al que Chile Vamos acogió con los brazos abiertos. No es Kast el que cambió, es la coalición oficialista la que ha virado hacia la izquierda, entregando en bandeja la Constitución que decía respetar. Vetar personas o repetir las caricaturas que hace la izquierda es un recurso desesperado, que da cuenta de la confusión que tienen muchos dirigentes oficialistas y que no son consistentes con su trayectoria electoral.
Me inclino por creer que, más allá de los detalles, hay un sincero espíritu de la mayoría de la derecha por lograr un acuerdo y dar una señal de unidad. Por cierto, hay facciones en los partidos que, por estrategia o convicción, tienen legítimas diferencias con el Partido Republicano, pero que han sido capaces de poner al país por delante.
Quizás, más que el meme de Andalucía, los casos de Desbordes y Undurraga se asemejan más al “Engañao pa´ Chillán”, un clásico video chileno donde la indignada víctima, más que burlada, pareciera haber consentido completamente con el “pacto” que la autoridad le quería proponer.