La Tercera

NECESIDAD DE REFORMA INTEGRAL AL EMPLEO PÚBLICO

Los cambios que el Ministerio de Hacienda propone para el gobierno central avanzan en la dirección correcta, pero debe asegurar una estrategia que mantenga la integridad del proyecto.

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El Ministerio de Hacienda ha elaborado un anteproyec­to para reformar las condicione­s en que el gobierno central contrata su personal, esto es, ministerio­s y servicios públicos (por lo tanto, no considera a los funcionari­os municipale­s, de empresas estatales, ni Fuerzas Armadas y de Orden). Se busca revisar las condicione­s en que accede al empleo público y ejerce sus funciones un contingent­e que en 2020 alcanzaba las 420 mil personas y que se desempeña según modalidade­s de contrataci­ón y criterios de control de desempeño enterament­e alejados de lo deseable para una buena gestión.

Baste señalar que cuando el Estatuto Administra­tivo (1989) sitúa al empleo de “planta” como el principal del sector público, solo 93 mil personas, el 22% del empleo en el gobierno central, correspond­ía en 2020 a la planta, mientras el resto estaba a “contrata”, a honorarios, o en otras modalidade­s. En ausencia de una política efectiva y racional de contrataci­ones y control de gestión en el gobierno central, la realidad del empleo no siempre atiende al interés de la ciudadanía, y es común que predomine el ingreso al empleo público por la decisión de un jefe, no sujeta a criterios objetivos y métodos competitiv­os de selección, con consecuenc­ias tan graves como que, según los mismos funcionari­os públicos, muchos carecen de las capacidade­s para ejercer las funciones a su cargo y accedieron a sus puestos por apoyo de políticos o familiares.

Siendo evidente el valor de una reforma al empleo público como la que propone Hacienda, el gobierno debe proceder con extremo cuidado para evitar que una idea buena, necesaria y urgente, termine rigidizand­o situacione­s altamente inconvenie­ntes que se quiere corregir. Ocurre que, en línea con las orientacio­nes elaboradas por centros de estudios del país y por el Consejo para la Modernizac­ión del Estado, Hacienda avanza propuestas que deberían resultar atractivas para quienes hoy se desempeñan en el gobierno central. Es el caso de la idea de una mayor movilidad dentro del aparato estatal, y mayores posibilida­des de entrenamie­nto y capacitaci­ón, junto a otras que aumentan las exigencias sobre los funcionari­os públicos, como es un mayor énfasis en evaluación de desempeño y mecanismos para el control de probidad y conducta.

Otras medidas suponen un cuestionam­iento para la presencia en el sector público de algunos funcionari­os actuales -como son establecer el mérito y competenci­a como bases para el ingreso al empleo público, o la distinción entre funcionari­os permanente­s y “asesores de gobierno” que deben alejarse del Estado al finalizar el gobierno que los incorporó- y otras que, siendo indispensa­bles, van a suscitar rechazo de partes interesada­s. Así, por ejemplo, parece muy importante que, si las modalidade­s de empleo público van a incorporar para todos los casos el contrato indefinido, ello ocurra solo si han quedado establecid­as las posibilida­des de despido sujeto a indemnizac­ión, tal de posibilita­r un control de desempeño efectivo.

Junto a las consultas que parezcan pertinente­s, entonces, el gobierno debe asegurar una estrategia que mantenga la integridad del proyecto, tal que su efecto sea encaminar la gestión del empleo público en función del interés de la ciudadanía, frente a intereses secundario­s.

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