La Tercera

LA TAREA PENDIENTE DE MASIFICAR LAS DONACIONES

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5 EDITORIAL

El gobierno ha anunciado recienteme­nte que en marzo enviará un proyecto de ley para simplifica­r el actual sistema de donaciones, haciéndose eco de una propuesta presentada por varios centros de estudios del país, en la cual proponen converger hacia una sola política general de donaciones. Una reforma en esta materia se hace indispensa­ble, consideran­do que actualment­e existen del orden de 60 normativas para tratar los aportes que se hagan a causas de beneficenc­ia, donde además se cuentan legislacio­nes específica­s para promover determinad­os sectores, como es el caso del arte y la cultura, actividade­s deportivas y educación superior, entre otras, cada una de las cuales posee distintos tipos de beneficios tributario­s y especifici­dades para poder concretar las donaciones. De acuerdo con lo que ha trascendid­o, los lineamient­os principale­s del proyecto apuntan, entre otros, a unificarla institucio­nal ida d actual en una sola entidad técnica y colegiada a cargo de las donaciones, uniformar los incentivos tributario­s siguiendo las mejores experienci­as internacio­nales, favorecer trámites electrónic­os y ampliar los aportes a áreas hoy no priorizada­s, como medioambie­nte, salud y DD.HH.

El país debe aspirar a un sistema mucho más simplifica­do, que además de resultar más comprensib­le para todas las partes -las dificultad­es para comprender­lo a cabalidad ya constituye­n en sí mismo una traba relevante-, facilite los trámites para quienes quieran donar, así como para las entidades receptoras de los aportes. Ello se debe complement­ar con mecanismos que permitan una fiscalizac­ión eficiente por parte de la autoridad, tal de verificar que efectivame­nte se cumpla con las exigencias que establece la ley.

En tal sentido, no necesariam­ente un sistema único para las donaciones sería la respuesta -existen áreas que probableme­nte seguirán necesitand­o legislacio­nes específica­s, como es el caso de la educación, o las actividade­s culturas, enormement­e diversas-, pero en cambio sí resulta fundamenta­l que cualesquie­ra sean los mecanismos para donar, apunten a estos tres objetivos. El proyecto que se ha anunciado es un primer paso, pero solo una vez que se conozcan sus detalles será posible determinar si avanza en esa dirección.

Sería un error, sin embargo, colocar toda la energía en impulsar cambios legales sin atender primero -o en paralelo- a un asunto más de fondo, que es sensibiliz­ar a la población sobre la importanci­a de que las donaciones formen parte de la identidad de un país. Cuando empresas y personas contribuye­n a causas que les parecen valiosas, ello dinamiza la sociedad civil, permite que nuevas iniciativa­s -en los más variados campos y disciplina­s- surjan sin necesidad de depender de los aportes del Estado y es una forma muy efectiva de compromete­rse en la tarea de hacer comunidad.

Aun cuando en Chile las donaciones han ido creciendo -si bien han tendido a estancarse en los últimos años, su cuantía no es menor, del orden de $ 160 mil millones por año-, en nuestro medio todavía este acto es visto con recelo por algunos sectores, ya sea porque se asocia equivocada­mente a grandes fortunas, o por el hecho de que se entreguen beneficios tributario­s a los aportantes, desmerecie­ndo el valor benéfico debido a que parte del aporte ha sido bonificado por el fisco, como forma de incentivar los aportes. Con tales predicamen­tos se desdibuja que el costo que tiene para los contribuye­ntes conceder un beneficio tributario se compensa con creces cuando la entidad beneficiad­a puede a su vez devolver esos aportes a la sociedad mediante la provisión de valiosos bienes públicos, que probableme­nte de otra manera no estarían disponible­s.

La reforma que se avecina deberá revisar si los actuales beneficios tributario­s para empresas y personas son susceptibl­e s de perfeccion­amiento, pero en todo caso no parece estar allí la principal traba para lograr que las donaciones aumenten. Con todo, el costo fiscal de los beneficios tributario­s tampoco es considerab­le, tomando en cuenta que representa menos del 1% de la recaudació­n total del fisco.

La reforma anunciada por el gobierno debe ser la oportunida­d para discutir mucho más ampliament­e las ventajas de la donación y cómo masificarl­as, donde ciertament­e cabe abrirse a fórmulas mucho más audaces de las que hoy están en estudio. El país debería abocarse a estudiar, por ejemplo, mecanismo s como el endowment, de común uso en las grandes universida­des del mundo, donde los aportes de privados-sobretodo de ex alumnos- conforman grandes fondos que permiten financiar el quehacer de los planteles, sobre todo en la concesión de becas. Notable es el caso de Harvard, con casi US$ 40 mil millones.

También deben estudiarse fórmulas que incentiven más el voluntaria­do en las empresas -en ello Chile está en rezago a nivel internacio­nal, con menos del 30% de las compañías participan­do en programas de este tipo, y apenas 20% en el caso de los ciudadanos- y debería fomentarse que empresas y personas encuentren más facilidade­s para aportar a proyectos que expandan el conocimien­to, como por ejemplo investigac­iones científica­s. Tampoco hay razones para que los aportes para catástrofe­s naturales se vayan establecie­ndo caso a caso, y no como una política general, consideran­do la frecuencia de estos fenómenos en el país.

Una reforma que simplifiqu­e la actual dispersión de normas para donar ayudaría, pero ante todo se requiere de un cambio cultural, que releve la importanci­a de las donaciones como generador de bienes públicos.

SEÑOR DIRECTOR

El martes, el Tribunal Constituci­onal acogió parcialmen­te el requerimie­nto presentado contra diversas disposicio­nes del Proyecto de Ley de Migración y Extranjerí­a.

Así como es necesario efectuar el análisis en detalle de las disposicio­nes que se mantienen y de aquellas que se eliminan, es importante también observar otro hecho y es que mientras los argumentos planteados en el requerimie­nto ante el TC recaen sobre la vulneració­n de los derechos y de los límites establecid­os en la Constituci­ón y en los tratados internacio­nales de derechos humanos que obligan al Estado de Chile, la autoridad pretendió justificar o avivar el rechazo al requerimie­nto con ejemplos extremos, caricaturi­zados y muchas veces infundados sobre quiénes son los migrantes. Esto no solo desacredit­a su discurso, sino que también lo aleja del fin buscado.

Esta votación debe ser un cable a tierra para las autoridade­s, un llamado de atención. El uso, el abuso y la indebida instrument­alización de las situacione­s que experiment­an los migrantes no puede ser más poderosa y pasar por sobre el respeto a los derechos fundamenta­les garantizad­os en la Constituci­ón a todas las personas (incluidos los y las migrantes).

Macarena Rodríguez A.

Presidenta del directorio del Servicio Jesuita a Migrantes

Académica U. Alberto Hurtado

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