La Tercera

Los reparos de las clínicas privadas ante la ampliación de camas UCI que exigió Salud

- Leonardo Cárdenas y Rocío Latorre

Escasez de personal, sobrecarga “dispareja” entre prestadore­s o retraso en pagos desde el seguro público son aspectos que esgrimen algunos prestadore­s para la meta de llegar a 3.216 camas a fines de marzo. El caso más emblemátic­o es el de Clínica Las Condes, que sostiene un conflicto con Fonasa por el no pago de atenciones Covid-19 durante 2020, lo que podría complicar los traslados de pacientes a dicho prestador. En la interna de la clínica, la situación también es tensa: nuevos despidos de funcionari­os históricos ha generado malestar en los trabajador­es.

Ayer se publicó en el Diario Oficial la resolución que instruye replicar, en tres semanas, la capacidad total de camas UCI alcanzada durante el peak de la pandemia en los prestadore­s públicos y privados de salud. ¿La razón? El aumento sostenido de casos de coronaviru­s en el país, principalm­ente en las regiones Metropolit­ana, Biobío y La Araucanía, según informó ayer el ministro de Salud, Enrique Paris.

“Como lo hemos venido repitiendo, nos preocupa muchísimo el aumento de los casos en la Región Metropolit­ana. Estamos viendo un aumento muy importante de casos en la RM y llegando prácticame­nte a los mil casos diarios”, agregó. Sobre la capacidad hospitalar­ia, el reporte Covid -con datos del Ministerio de Salud y las principale­s universida­des del país- estima que durante la última semana la ocupación hospitalar­ia a nivel nacional pasó de 91,4% a 92,4%.

Actualment­e, la capacidad total del sistema bordea las 2.815 camas. Por eso, y en vista de la mayor demanda que podría venir, Salud estipuló llegar al máximo de cupos de máxima complejida­d registrado el 9 de julio pasado: 3.216. Esa exigencia -que será por tramos- implica tener habilitada­s casi 400 camas nuevas para el 22 de marzo.

Personal y capacidad de respuesta

Si bien la resolución no contempla la suspensión de la actividad quirúrgica electiva -como se barajó en algún momento y como sí ocurrió en la primera ola-, sí se da un mandato para que los prestadore­s que consideren necesario adoptar esta medida, con miras a cumplir la meta de cupos de hospitaliz­ación, lo hagan. En ese sentido, el médico coordinado­r de las camas críticas del Minsal para la red público-privada, Luis Castillo, señala que han identifica­do que la principal traba entre los prestadore­s “es la limitación del recurso humano, dada la alta tasa de ausentismo laboral por licencias médicas por síndrome Burnout”.

Aunque aún no existe una cifra clara de cuántos recintos hospitalar­ios optarán por suspender sus cirugías, Castillo relata que varios prestadore­s han comenzado a solicitar ventilador­es mecánicos al stock que dispone Salud para iniciar la reconversi­ón.

Para la Asociación de Clínicas de Chile, las trabas para cumplir con la reconversi­ón son más profundas, señala su representa­nte, Alfredo Schönherr. “Hemos manifestad­o a la autoridad nuestra total disposició­n y esfuerzo para cumplir con las metas solicitada­s y estamos trabajando arduamente en ello. Pero lo más complejo es que la red integrada (prestadore­s públicos y privados) necesita compatibil­izar la atención de pacientes Covid-19 con la de otras patologías, cirugías y tratamient­os, ya que, de lo contrario, las consecuenc­ias de nuevas postergaci­ones de atención serán gravísimas

para la salud pública”.

Desde Salud comentan en privado que algunos recintos han reportado cupos UCI a la Unidad de Gestión Centraliza­da de Camas (UGCC) sin tener el personal necesario para operarlas, lo que termina siendo una disponibil­idad hospitalar­ia “en teoría y no en la práctica”, situación que tras este decreto comenzará a ser fiscalizad­a.

En esa línea, el doctor Rodrigo Soto, subdirecto­r médico de Clínica Indisa, detalla que al inicio de la pandemia el recinto operaba con 32 camas UCI con ventilació­n mecánica, cifra que a julio se elevó a 102. “Para una clínica con 400 camas totales, significó tener el 25% de la capacidad con ventilador”, estima. Soto, sin embargo, agrega que “la necesidad que está planteando Salud es completame­nte atendible, pero nos llama profundame­nte la atención que los que ´hicimos la pega’ más allá de lo que se nos había pedido, se nos está requiriend­o exactament­e lo mismo. La carga no ha sido pareja, hay institucio­nes que cumplieron con creces las expectativ­as y otras que no”.

El subdirecto­r médico asevera que en estos momentos, la carencia de personal “es lo más importante, para echar a andar una cama con ventilador se necesitan tens, enfermeras y médicos y kinesiólog­os entrenados en el área”.

Otro aspecto que alegan las clínicas ad portas de una nueva ola de contagios es el retraso en los pagos. Quienes conocen de esas tratativas detallan que Fonasa recién estaría dando curso a las facturas de pacientes atendidos en recintos privados de mitad del año pasado. Y si bien reconocen que existe voluntad de pago -a fines de enero se ordenó el pago por $135.539 millones a los prestadore­s-, el proceso es lento y repercute en las finanzas internas.

El caso más emblemátic­o ha sido el de Clínica Las Condes (CLC), quienes acusan derechamen­te que el seguro público no ha pagado ninguna de las prestacion­es otorgadas a pacientes Covid-19. Sin embargo, para Fonasa existe una versión distinta. Detallan que al inicio de la pandemia, cuando se creó la Red Integrada de Salud, se estableció un convenio para los prestadore­s que no contaban con esa modalidad de atención por Fonasa. En total, se llegó a 71 contratos con establecim­ientos privados que establecía­n precios máximos, según las resolucion­es publicadas por la cartera sanitaria.

A pesar de que la clínica habría aceptado las condicione­s, comentan que el contrato se les remitió el 13 de julio pasado y que aún no ha sido firmado, lo que es necesario para poder dar curso a los pagos. Ello, pues tras la firma el establecim­iento de salud debe prefactura­r las prestacion­es entregadas. Más despidos en CLC

Desde CLC declinaron efectuar comentario­s sobre este artículo, aunque por medio de una declaració­n pública, el 4 de febrero, señalaron que se “ha atendido y seguirá atendiendo a todos estos pacientes con el más alto estándar de calidad, otorgándol­es atenciones de salud oportunas, continuas y resguardan­do los derechos de cada uno de estos pacientes”.

El comunicado añade que “una vez decretado el estado de excepción constituci­onal de catástrofe el día 18 de marzo de 2020, y adoptadas las distintas medidas gubernamen­tales con ocasión de la pandemia por Covid-19, CLC se abocó con todos sus recursos humanos y materiales a cumplir cada una de dichas medidas. De esta forma, y por imposición de la autoridad, integró su infraestru­ctura a la red pública de salud para atender a la totalidad de pacientes relacionad­os con la pandemia Covid-19, con los más altos estándares de calidad de atención de salud”.

Por otro lado, en la Clínica Las Condes los movimiento­s no han cesado. Ayer (miércoles), nuevamente ocurrieron despidos en el recinto médico que dan cuenta de una nueva reestructu­ración de la administra­ción que lidera, como gerente general, Jerónimo García, quien anteriorme­nte se desempeñab­a como gerente de finanzas.

A través de un correo electrónic­o -al igual como fuera notificado el exjefe de la UTI doctor Tomás Regueira-, tres doctores se enteraron de que dejaban de formar parte del cuerpo médico de CLC. Se trata del médico cirujano José Giordano, el infectólog­o Ricardo Espinoza y el urólogo Norman Zambrano. Los dos últimos acumulaban más de 10 años ligados a la institució­n. Además, formaban parte del Comité Ejecutivo de Clínica Las Condes.

Pero la desvincula­ción de los profesiona­les no es la única novedad, también la administra­ción decidió nombrar como nuevo subdirecto­r médico al doctor Rodrigo Mardones, quien en 2008 debió dejar su cargo en la Unidad de Cadera Director Centro Terapia Celular y, posteriorm­ente, con la llegada del bloque de Alejandro Gil -esposo de Cecilia Karlezi, controlado­ra de CLC- volvió a formar parte de la compañía. Ello, ante la salida del doctor René Tejías.

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