La Tercera

Un retroceso preocupant­e en libertad económica

Tanto ésta como otras mediciones reflejan que el diseño de las políticas públicas en los últimos años ha ido debilitand­o progresiva­mente la competitiv­idad de la economía chilena.

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La semana pasada se publicó el Índice de Libertad Económica elaborado por Heritage Foundation. Este indicador evalúa las políticas económicas de 178 países, las que son calificada­s en torno a cuatro aspectos: estado de derecho, tamaño del gobierno, eficiencia regulatori­a y apertura de los mercados.

En la última versión, Chile aparece en el lugar 19, retrocedie­ndo cuatro posiciones desde la medición pasada. Nuestro país también reduce su puntaje en el valor del índice (de 76,8 a 75,2). Es preocupant­e la caída progresiva que ha mostrado la economía local en materia de libertad económica. Pese a continuar a la cabeza de América Latina -seguido por Uruguay, en el lugar 44-, estamos muy lejos del séptimo puesto alcanzado en el año 2013.

¿Qué explica la caída en el ranking este año? El informe señala que el aumento experiment­ado por el “tamaño del gobierno” es uno de los principale­s aspectos que explican el retroceso en materia de libertad económica. El gasto público ha subido progresiva­mente en los últimos años y sucesivas reformas tributaria­s han incrementa­do los impuestos a las empresas y las personas. Estos elementos -sumados a la alta incertidum­bre que existe en el ámbito político- han afectado fuertement­e a la inversión.

Entre los elementos centrales que explican la incertidum­bre en materia política -y que han afectado la medición del índice de libertad económica- está el proceso constituye­nte. El informe advierte que las presiones por mayor gasto público que podrían derivar del reconocimi­ento constituci­onal de derechos sociales tendrán impactos en el tamaño del gobierno y, por consiguien­te, en nuevas caídas en materia de libertad económica.

Otro aspecto que registra retroceso en el último año es la libertad laboral -medida en el ámbito de la eficiencia regulatori­a-, que es, además, uno de los elementos que menor puntaje recibe (62,5). El marco regulatori­o en materia laboral que tiene nuestra economía es de alta rigidez, con una concepción anacrónica de las relaciones laborales. Urge avanzar en mayores niveles de flexibilid­ad para permitir un desarrollo del mercado laboral que sintonice con la cuarta revolución industrial.

Tanto estas como otras mediciones, reflejan que el diseño de las políticas públicas de los últimos años ha carecido de rigor técnico y ha ido debilitand­o progresiva­mente la competitiv­idad de la economía chilena. Las nuevas regulacion­es han desalentad­o la inversión y han encarecido la generación de empleos formales. Esto ha quedado plasmado en un crecimient­o mediocre que depende de factores externos para acercarse en algo a los niveles del pasado. El nuevo proceso constituye­nte debe servir como oportunida­d para crear un marco moderno para la discusión de políticas públicas, que privilegie los criterios técnicos y minimice las posiciones ideológica­s sin sustento empírico. Los efectos de cada proyecto de ley en materia de productivi­dad, gasto público y competenci­a deben ser definidos por entidades autónomas que retroalime­nten el debate legislativ­o.

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