LA IMPORTANCIA DE ESTABLECER EL “PASAPORTE VERDE”
7 EDITORIAL
Amedida que los países avanzan en su proceso vacunatorio contra el coronavirus, se comienza a instalar la idea de contar con una suerte de pasaporte o carné de vacunación, de forma de ir liberando de restricciones a aquella parte de la población que ya está inmunizada. Ejemplos de esto hay varios. La Unión Europea aprobó esta semana el “pasaporte de vacunas”, que permitirá la movilidad dentro del bloque sin necesidad de someterse a restricciones a todo el que haya sido vacunado contra el Covid-19. En términos generales, esto corre para las vacunas aprobadas por la comunidad, dentro de las cuales no está la rusa Sputnik, ni la china Sinovac. Esto causó alarma en varios países que han usado intensivamente estas dos últimas –entre ellos Chile, con la Sinovac-, pero, finalmente, la propuesta aclaró que las normas no debieran impedir a los estados miembros decidir aceptar certificados de otras vacunas contra el coronavirus.
A este caso se suman otros ejemplos, como el de empresas que están exigiendo a sus trabajadores estar vacunados para volver al trabajo presencial; lo mismo sucede con los profesores para hacer clases presenciales en algunos colegios, o ciertas líneas aéreas –como la australiana Qantas- que anunció vuelos solo para aquellos que tengan el pasaporte sanitario. Por el lado de los incentivos, también hay situaciones novedosas, como algunos establecimientos comerciales que están ofreciendo beneficios a los clientes que tengan el llamado “carnet verde”.
Con todo, hay que decir que estas iniciativas no están exentas de críticas; la principal de ellas es que es discriminatorio para aquellas personas que no tienen acceso a las vacunas o las que simplemente no quieren vacunarse. Respecto de lo primero, la noción de un “carnet” solo debería implementarse cuando exista un porcentaje importante de la población ya inoculada. En cuanto a lo segundo, los que se resisten, se trata sin duda del clásico conflicto entre la libertad individual y el bien social. La opinión más generalizada de los juristas es que en este caso no está en juego el principio de igualdad ante la ley, por el simple hecho de que los vacunados no tienen la misma condición sanitaria que quienes no lo están. En suma, no es una discriminación arbitraria.
Esta es una discusión que ya comenzó en Chile y tanto las autoridades de Salud como de Economía han señalado que están preparando una propuesta al Presidente de la República, la que se entregaría después de las elecciones de la próxima semana. Se trata de un anuncio importante, toda vez que Chile, con un alto número de personas vacunadas, debe avanzar en este tema lo antes posible. Esto, tanto porque otros países lo van a exigir, como porque de alguna manera ayudaría a tener una transición más ordenada hacia la normalidad.
Con todo, gracias al elevado número de personas que ya ha recibido la vacuna -más de ocho millones, de las cuales sobre siete millones tienen doble dosis- Chile ya estaría en condiciones de comenzar con ciertas flexibilizaciones, considerando que el “carnet verde” es una medida pensada para el mediano plazo y que tomará algún tiempo en implementarse. Así, y como una forma de empezar a aprovechar las ventajas de la vacunación, parece razonable comenzar a permitir el acceso a ciertos servicios a quienes están vacunados. Allí cabe considerar, por ejemplo, la asistencia a cines, gimnasios u otros, lo que permitiría una apertura ordenada y paulatina de esas actividades que hoy se encuentran prohibidas. Lo mismo se podría plantear respecto del traslado interregional o incluso de los viajes internacionales. En ese orden de cosas, cabría también revisar la justificación de que el toque de queda comience a las 21 horas, en circunstancias de que bien podría aplazarse.
Esperar a que todo el país esté vacunado para plantear el regreso a una cierta normalidad es un error. Los datos son claros en señalar que la población inoculada está contagiándose mucho menos y por lo tanto representa un menor riesgo para el sistema de salud. Por ello, una buena política pública debe reconocer aquello. Además, el dar ciertos beneficios a los vacunados es también un incentivo a aquellos que todavía no lo hacen, que es el segundo desafío que enfrentarán los países.
En todo caso, el solo hecho de tener esta discusión habla bien del proceso que ha seguido Chile en este tema. Porque llegar a este punto es solo gracias a que una parte importante de la población ya está vacunada.
Chile hace bien en evaluar que las personas vacunadas cuenten con una suerte de carnet que les permita liberarse de restricciones. Pero mientras tanto, y gracias al avance del proceso de vacunación, ya es tiempo de pensar en ciertas flexibilizaciones.