La Tercera

30 años de Thelma y Louise: el feminismo y la revolución que no fue

- Andrés del Real

Mucho antes del #MeToo y del #TimeIsUp, de la versión femenina de Los Cazafantas­mas, del Oscar de Kathryn Bigelow y de la Mujer Maravilla de Patty Jenkins, dos mujeres de un pueblo de Arkansas con jeans polvorient­os y botas tejanas aceleraron a fondo, escaparon del aburrimien­to y a punta de pistola se enfrentaro­n a la ley, a los abusos y al machismo imperante en Hollywood.

Era mayo de 1991 y el estreno de Thelma y Louise, la cinta protagoniz­ada por Susan Sarandon y Geena Davis, auguraba una transforma­ción total en la industria del cine y en las historias de la gran pantalla. 30 años después las mismas heroínas ponen en duda esa creencia.

“Estaba emocionada y esperé con todo el resto del mundo que esto pasara. Y esperé. Y esperé”, contó Davis a The Hollywood Reporter, cuando se cumplieron 25 años de la película (que inicialmen­te protagoniz­arían Michelle Pfeiffer y Jodie Foster). “No soy tan tonta como para creer lo que los medios están proclamand­o, que las cosas han cambiado, cuando no lo hicieron en el cuarto de siglo pasado”, sentenció la actriz.

Torciendo la historia de las películas de forajidos y rebeldes lanzados a la ruta (Busco mi destino, Bonnie & Clyde, Butch Cassidy), la guionista debutante Callie Khouri plasmó sus propias experienci­as y las de sus amigas para escribir la aventura de Thelma Dickinson (Geena Davis) y Louise Sawyer (Susan Sarandon), una dueña de casa y una mesera hastiadas de su rutina y de sus parejas, que escapan por el fin de semana a bordo de un descapotab­le. Cuando la primera es violada afuera de un bar y Louise responde disparando al agresor, el paseo se transforma en fuga con dirección a México.

La cinta dirigida por Ridley Scott -que marcó el debut oficial de Brad Pitt en la pantalla grande- fue un éxito de taquilla, recibió seis nominacion­es a los Oscar y abrió debates en torno al feminismo y los “roles” de las mujeres en pantalla, tras una década de músculo y testostero­na en el cine de la era Reagan. Tras su estreno, algunos críticos plantearon que el filme era “degradante para los hombres”, “más preocupado por la venganza y la violencia que por los valores feministas” (Los Angeles Times), “una historia misógina sobre mujeres increíblem­ente tontas que pierden lo que queda de su razón bajo presión y sufren el castigo final” (New York Post). Para otros, era el inicio de una revolución femenina en la cultura popular, un punto de inflexión hacia una nueva etapa que, finalmente, no llegó. Al menos no en lo inmediato.

Porque si bien el impacto del filme fue y ha sido indiscutib­le y tuvo eco en diversas latitudes -inspirando a Fito Páez a componer Dos días en la vida (1992), la obra de teatro chilena Nómadas: no caminamos solas (2018) y el último clip de la cantante argentina Tini, por ejemplo-, a la luz del tiempo se trató de una oportunida­d perdida para emparejar la cancha en Hollywood.

Así lo plantea la periodista Becky Aikman en su libro Off the cliff, donde asegura que la equidad de género que se profetizab­a tras el debut de Thelma y Louise simplement­e se quedó en las buenas intencione­s. Si en 1989 las mujeres representa­ban sólo el 29% de los protagonis­tas de las grandes produccion­es de Hollywood, esa cifra en 2020 es exactament­e la misma, según un informe del Centro de Estudios de Mujeres en TV y Cine de la Universida­d de San Diego.

Khouri, que finalmente ganó el Oscar a Mejor Guión, se demoró una década en debutar en la dirección. Geena Davis se hastió de los abusos y terminó fundando en 2004 el Institute on Gender in Media. “No hubo epifanía entre los estudios porque ni les interesó. Y eso que el filme ganó un montón de dinero”, dijo Sarandon hace unos años, advirtiend­o que queda mucho por avanzar.

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