La Tercera

La lucha por mantener sus jardines infantiles: usó su 10% para deudas

- MACARENA ALEGRÍA, SOSTENEDOR­A DE JARDÍN INFANTIL

La historia de Macarena Alegría (40) grafica lo que viven muchos dueños y dueñas de jardines infantiles y salas cunas. Aunque su trabajo como asistente social en Gendarmerí­a le entusiasma, lo que realmente le apasiona es la educación en la primera infancia. En 2012 fundó una sala cuna en Valdivia, Región de los Ríos, con una capacidad para 30 niños. El éxito le permitió abrir otra sala cuna en 2016 en Puerto Montt, Región de Los Lagos. Luego, en 2019, inauguró el jardín infantil Mi Mundo, en Valdivia, el que recibió hasta 70 menores de hasta cuatro años.

Sin embargo, el 2020 detuvo todo avance. “Tuve que cerrar momentánea­mente los tres recintos (...), endeudarme con préstamos bancarios y despedir a un 20% de los empleados”, cuenta. Para que estos sobrevivie­ran, incluso usó el retiro del 10% de sus ahorros previsiona­les para pagar deudas.

Alegría se resiste a cerrar sus establecim­ientos definitiva­mente y quiere seguir con ellos: tiene motivos personales. Su hermana mayor, María José (45), tiene un daño cerebral. “Ella está súper estimulada en la casa, tiene todo el amor necesario, pero podría haber salido adelante si hubiera recibido una mejor educación desde la primera infancia”. Implementó un sistema de clases online en 2020, a través de la plataforma Cuaderno Rojo, “pero por la poca capacidad de concentrac­ión de los niños, fue casi imposible trabajar”. Así que apenas Valdivia salió de la cuarentena en febrero, volvió a abrir. Pero pocas semanas después debió cerrar. A fines de abril volvió a recibir a los niños cuando la ciudad pasó a Fase 2. “Esto de cerrar y abrir es un daño tremendo para los niños, porque se demoran en adaptarse”, dice Alegría, que ya recibe a sus antiguos matriculad­os.

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