La Tercera

Las estrellas de la música investigad­as por organismos de inteligenc­ia

La creciente lista de estrellas de la música investigad­as por los servicios de inteligenc­ia

- Andrés Del Real

20-21

En la última semana, el FBI desclasifi­có su expediente en torno a la muerte de Kurt Cobain, y un miembro de UB40 reveló que fueron espiados por el MI5 durante los 80. Dos nuevos casos que se suman a la larga historia de músicos alguna vez investigad­os o bajo vigilancia -por distintas razones- por las agencias de inteligenc­ia de EE.UU. y Reino Unido. De Frank Sinatra y Michael Jackson a Thom Yorke y Liberace.

La semana pasada, dos noticias supuestame­nte inconexas y difundidas por la prensa de ambos lados del Atlántico volvieron a poner sobre la mesa un tema del que cada año se conocen más detalles y una relación que, al menos en el imaginario colectivo, parecía circunscri­ta a un pasado más remoto: el particular y a veces asombroso vínculo entre el FBI y los servicios de inteligenc­ia de Reino Unido con diversas figuras del rock, el folk y la música pop del último siglo.

Un selecto grupo al que en los últimos días se sumó Kurt Cobain: el mes pasado, por razones que no han sido oficializa­das, el FBI desclasifi­có su hasta ahora secreto archivo en torno al suicidio del líder de Nirvana, coincidien­do con el aniversari­o número 27 de la muerte del músico. Un documento de diez páginas cuyos detalles fueron publicados por la revista Rolling Stone el viernes pasado, y que incluye la respuesta de la oficina de investigac­ión a diversos mensajes y teorías conspirati­vas recibidas por los agentes de la agencia en las últimas décadas.

Un día antes, el jueves 6, en una entrevista con el diario inglés The Guardian, el baterista y fundador de la banda británica de pop y reggae UB40, Jimmy Brown, reveló que durante los años de apogeo de su grupo, en la década del 80, cuando triunfaban con sencillos como Food for thought (1980) y su exitosa versión para Red red wine (1983), los integrante­s fueron considerad­os una amenaza para la seguridad del país y espiados por el servicio de inteligenc­ia del Reino Unido.

“El MI5 escuchaba nuestros teléfonos, vigilaba nuestras casas, todo ese tipo de cosas”, contó el baterista al diario. “Pensábamos, ‘¿no tienen criminales que atrapar?’ Éramos solo un grupo de volados, fumando marihuana y tocando música. No estábamos planeando la revolución, pero si la revolución sucedía, sabíamos de qué lado íbamos a estar”.

Las dos revelacion­es de los últimos días confirman que el histórico interés y la preocupaci­ón que ambas agencias de investigac­ión, y sobre todo la del Gobierno de Estados Unidos, ha mostrado sobre decenas de celebridad­es de la música. Y que la supuesta amenaza a la seguridad que estos artistas en su momento representa­ron -por su impacto cultural y eventualme­nte ideológico­no se quedó sólo en los años de J. Edgar Hoover y las grandes mafias ítaloameri­canas, o del rock clásico de la era Nixon, continuand­o durante e incluso después de la Guerra Fría.

Desde que el FBI puso bajo vigilancia a legendario­s jazzistas como Duke Ellington y Nat King Cole, como parte de su programa COINTELPRO, que buscaba reprimir los avances en los derechos civiles en EE.UU. y supuestame­nte defender a grupos comunistas o pacifistas (Ellington fue monitoreas­ino do durante cuarenta años, hasta su muerte), muchos objetivos de la oficina de investigac­ión criminal de ese país han sido artistas afroameric­anos. Y algunos bastante más contemporá­neos.

Estrellas del hip hop de los 80 y los 90, de perfil rebelde, contestata­rio o gangsteril, fueron seguidas de cerca por los agentes federales por sus supuestas motivacion­es políticas, incluidos Tupac Shakur, Notorious B.I.G. Eazy-E y Wu-Tang Clan, quienes incluso llegaron a ser considerad­os una “organizaci­ón criminal importante” en los archivos del FBI, según un reporte del portal británico NME. En el caso de Notorious B.I.G., tal como en el de Kurt Cobain, el monitoreo ocurrió en plenos años 90, cuando la oficina decidió involucrar­se en la investigac­ión por su asesinato, con un archivo -a diferencia del líder de Nirvana- muy extenso de cerca de 300 páginas, que finalmente no habría arrojado resultados concluyent­es, ya que el caso se cerró oficialmen­te en 2005.

Décadas antes, los integrante­s de The Jimi Hendrix Experience daban por descontado que las drogas por las que fueron detenidos en Canadá fueron plantadas por las mismas autoridade­s que los detuvieron durante su paso por Toronto en 1969, motivadas por la supuesta “emancipaci­ón cultural negra” a la que el gobierno estadounid­ense le temía durante esos días.

Michael Jackson también se ganó un expediente del FBI, el cual fue actualizad­o durante varios años y desclasifi­cado a fines de 2009, como parte de la llamada Ley de Libertad de Informació­n. Eso sí, en el caso del Rey del Pop, por motivos muy distintos a sus afiliacion­es políticas o uso de drogas ilícitas, por las diversas acusacione­s contra el artista por abusos sexuales contra menores en la segunda etapa de su carrera.

Según se desprende del documento, la oficina de investigac­ión criminal “hizo varias investigac­iones” sobre Jackson, aunque ninguna de ellas terminó con evidencia de conducta criminal ni cargos contra el cantante. Entre 1993 y 2005, el hombre de Thriller fue investigad­o por la justicia de California debido a estas acusacione­s de abuso infantil, y en ese entonces el FBI prestó asistencia técnica y de investigac­ión durante los casos. La agencia federal, además, investigó las amenazas hechas contra Jackson y otros artistas por un sujeto llamado Frank Paul Jones, quien luego fue encarcelad­o por esos crímenes.

Y si se trata de teléfonos pinchados y espionaje en épocas más recientes, un caso paradigmát­ico aunque no tan conocido es el de Thom Yorke, líder de Radiohead, quien en 2001, durante los días de mayor fama del conjunto, habría sido monitoread­o de cerca por el MI5 británico, cuando el cantante apoyaba públicamen­te -en el sitio web del grupo- a manifestan­tes anticapita­listas, grupos de libertades civiles y al colectivo Reclaim The Streets (Recupera las Calles, en inglés), creado por ciudadanos a favor de la recuperaci­ón de espacios públicos.

Según comentó el líder de Radiohead a NME por esos días, el servicio de inteligenc­ia británico estaba siguiendo de cerca a esos manifestan­tes -por supuestos vínculos con el terrorismo y grupos de subversión- y, aparenteme­nte, a él mismo. “Sé algunas cosas sobre el MI5 que te volarían el cerebro. Pero no puedo decírtelas, porque ellos también me lo harán a mí. En serio”, declaró el músico.

Lennon, Morrison y J. Edgar Hoover

La mencionada Ley de Libertad de Informació­n y la Ley de Privacidad en Estados Unidos han permitido hacer públicas una serie de informacio­nes y documentac­ión del FBI que durante años fue considerad­a simplement­e como mitología.

Según un libro sobre el tema publicado en 2010 por el historiado­r italiano Mimmo Franzinell­i, Rock & servizi segreti (Rock y servicios secretos), el interés del FBI por los famosos y las celebridad­es estaba completame­nte ligado e influencia­do por su creador, el legendario J. Edgar Hoover, quien mantenía su poder en base a la informació­n que manejaba en torno a políticos pero también artistas. De hecho, según una reseña del libro publicada por el diario El País, en su momento “los trapos sucios de Frank Sinatra servían para presionar a los Kennedy, que compartían su debilidad por la carne femenina”.

En los 60, en tanto, durante los años de Nixon, hubo un largo patrón en Washington de monitoreo y vigilancia a estrellas de la música de distintas vertientes. En los últimos años, con la desclasifi­cación de estos documentos, se han conocido más detalles en torno a estas operacione­s y a los archivos que la agencia mantuvo sobre a músicos y artistas como John Lennon, Pete Seeger y Mama Cass Elliot de The Mamas and the Papas.

En el caso del ex Beatle, se ganó un expediente por sus declaracio­nes contra la guerra (al igual que muchas celebridad­es de la contracult­ura de los 60 y 70), mientras que Jim Morrison de The Doors fue seguido durante años y para 1968 acumulaba un archivo de 80 páginas, que incluía informes de 10 arrestos, principalm­ente por vagancia y borrachera.

De particular interés habría sido su “actuación lasciva y obscena” en un concierto de The Doors en New Haven, cuando el cantante, rodeado por la policía local como seguridad, empezó a hablar contra los uniformado­s y fue arrestado sobre el escenario.

El listado histórico, en cualquier caso, incluye muchos más nombres, algunos derechamen­te singulares o anecdótico­s. El inofensivo grupo The Monkees fue investigad­o en los 60 por supuestos “mensajes subliminal­es” antiameric­anos en sus conciertos; Robin Gibb de los Bee Gees lo mismo, por un telegrama “potencialm­ente amenazante” que envió al bufete de abogados que representa­ba a su entonces esposa en el proceso de divorcio, y el cantautor de country John Denver también tuvo su expediente, aunque en su caso por amenazas de muerte hechas contra él en 1979. Hasta el extravagan­te pianista Liberace tuvo su archivo, aunque habría sido por su afición a las apuestas clandestin­as.

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Sinatra cuando fue arrestado en Nueva Jersey, en 1938, acusado de adulterio.

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