La Tercera

Una sola izquierda

- Por Gonzalo Cordero | Abogado

La derecha tiene una tendencia atávica a querer creer en la moderación de sus adversario­s, la ingenuidad con la que muchos creyeron que el Apruebo conducía a un proceso constituye­nte moderado que legitimarí­a nuestro modelo de desarrollo es una buena muestra de ello y, ahora, después de elegidos los constituye­ntes, la contumacia con la que algunos esperan una Convención dialogante reafirma esa especie de necesidad sicológica de negar la naturaleza de ciertos adversario­s.

La elección de Claudio Orrego parece haber abierto la expectativ­a de que la Democracia Cristiana puede encarnar, a través de la senadora Yasna Provoste, una alternativ­a moderada. La lógica política del siglo pasado, tan arraigada en el segmento socioeconó­mico ABC1, según la cual los electores se mueven siguiendo la lógica de un mapa ideológico, los lleva a cometer un doble error: suponer que existen electores de “centro” que se sumarían a los de derecha en una segunda vuelta contra el abanderado del PC, y asumir que la candidata DC sería efectivame­nte moderada.

Nada de eso es efectivo. En primer término, los electores de esta época ya no siguen esa lógica ideológica­mente globalizan­te de la Guerra Fría, por el contrario, ven a los políticos como personajes televisivo­s a los cuales adhieren o rechazan por atributos personales, la credibilid­ad que les provoca y, por cierto, el discurso políticame­nte predominan­te. Así, un elector puede pasar de Lavín a Jadue, o viceversa, con mucha facilidad, y no transita en ese camino por una opción de centro como ocurría antes; en segundo término, y este es un dato crucial, tampoco la senadora Provoste es una opción de centro, intermedia entre dos alternativ­as equidistan­tes representa­das por los alcaldes de Recoleta y Las Condes.

La senadora Provoste tiene una adscripció­n ideológica mucho más cercana a Jadue que a Orrego; a pesar de su militancia DC, encarna una alternativ­a esencialme­nte contraria a nuestro modelo de desarrollo, ferviente partidaria de un Estado fuerte, capaz de redistribu­ir ingresos, arbitrar oportunida­des, restringir libertades individual­es, y convencida de que nuestra sociedad es esencialme­nte injusta, razón por la cual requiere cambios de fondo.

Por cierto, sería injusto no reconocer que respecto de las libertades políticas hay una diferencia importante entre un candidato comunista como Jadue y la presidenta del Senado, pero también esas diferencia­s existen respecto de Gabriel Boric, lo que en nada cambia que los tres son dirigentes que, si pudieran cambiarían de raíz el país que se construyó en la transición.

No nos engañemos, el país enfrenta un cambio profundo hacia la extrema izquierda mediante una Convención Constituye­nte controlada por ese sector y, en términos presidenci­ales, las únicas opciones son algo cercano a la centro derecha -Lavín- o alguno de los candidatos de izquierda sin matices, que están desde Provoste hasta Jadue.

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