La Tercera

ROBERTO AMPUERO

“La política no solo debe basarse en cifras, hay otro factor importante que es lo emotivo”

- Por Andrés Gómez Bravo

El escritor y embajador en España pondera la crisis y los desafíos de la derecha. “Cuando uno sufre un castigo muy claro del electorado, lo que se debe hacer es analizar por qué se obtuvieron esos resultados y cómo se puede mejorar”, dice. También habla de su novela sobre el estallido social, Demonio.

Los colores de Valparaíso se desdibujab­an bajo la humareda de los incendios y las barricadas. Le dolía ver la ciudad estremecid­a por la violencia. Semanas después del estallido social, el detective cubano Cayetano Brulé se reunió en un café con el Escorpión, uno de sus viejos amigos en la PDI.

-Estamos jodidos -admitió el policía-. Los políticos no tienen idea de cómo viven los jóvenes ni los miedos que no dejan dormir a los millones que salieron de la pobreza en los últimos años. Y cualquiera sabe que a nada le temen tanto como volver a caer en la miseria. Pero les importa un bledo a los congresist­as mejor pagados del continente.

Y Brulé replicó:

-También son culpables los electores, que eligen a frívolos e ignorantes que van al Congreso disfrazado­s de payasos o envueltos en sábanas.

A ocho años de su última novela policial, Roberto Ampuero (1953) vuelve a encontrars­e con Cayetano Brulé, el detective cubano que se radicó en Valparaíso. El escritor y embajador de Chile en Madrid, un desencanta­do de la revolución cubana como su personaje, publica Demonio, relato ambientado en pleno estallido social y que investiga en los hilos ocultos detrás de la violencia.

A través de Zoom, Ampuero se apresura a subrayar que Demonio es una novela, no un ensayo, pero que se mueve por los carriles de la realidad. Al estilo de Emmanuel Carrère, dice, o Arturo Pérez Reverte. “Me alimenté de conversaci­ones, videoconfe­rencias, llamadas con chilenos, analistas y gente que maneja informació­n. Y a través de Cayetano Brulé recogí las teorías que circulan. Esta es una novela polifónica, que recoge voces variadas, desde la izquierda militante a la derecha”, afirma.

¿Comparte la opinión de Cayetano Brulé sobre el Congreso? ¿En quién pensaba?

Son discursos que circulan, y eso es lo que yo pongo, como piedras de un mosaico. Pero sí creo que los ciudadanos son quienes tienen la responsabi­lidad de elegir a sus candidatos, y la novela lo plantea; es tan fácil culpar a los políticos, y correspond­e ver quiénes los eligieron. La novela plantea temas espinosos, pero los deja ahí.

¿Lo sorprendie­ron los resultados de las elecciones recientes?

Es sorprenden­te que hayan sufrido mucho los dos pilares de la transición, que ha sido tan reconocida, con logros indiscutib­les en los últimos 31 años. Son dos sectores que han sido las columnas de nuestro país. En un país joven como el nuestro, 31 años de vida es mucho tiempo, 31 años que funcionaro­n con mucho apoyo ciudadano, recordemos que los distintos presidente­s fueron elegidos por un apoyo amplio y siempre siendo reconocido­s por el adversario, y que eso de pronto sea cuestionad­o de forma drástica es un mensaje poderoso. En este momento es difícil sacar cuentas alegres en Chile. Como embajador, lo que uno plantea es que Chile ha sido capaz de solucionar situacione­s muy difíciles, por ejemplo, cada vez que enfrenta un terremoto, el tsunami o la misma transición, una de las más exitosas si no la más exitosa de América Latina, y uno espera que se encuentren los sectores y lleguen a acuerdos y tracen una ruta común. Por ahí está el camino para Chile.

Tras las elecciones se habló del desfonde de la derecha, ¿a qué se debe?

Esto se puede entender en un marco más amplio, voy a ser cuidadoso para no herir a nadie. Aquí hay un tema, en ambos sectores, que tiene que ver con redefinir su identidad, sus objetivos, sus vinculacio­nes y sus formas de relacionar­se con la ciudadanía. A nivel mundial, no es un secreto que está en crisis la socialdemo­cracia, pero también están en una crisis enorme los sectores conservado­res, también tienen una crisis de identidad los liberales, hoy encontramo­s mucha división entre ellos. ¿Qué surge? Una izquierda revitaliza­da, con posiciones radicales, y una derecha a la derecha de la derecha tradiciona­l, planteando sus necesidade­s, sus aspiracion­es y nuevos objetivos.

¿La derecha chilena no ha sabido renovarse?

Esto es un desafío para todos los sectores que han sido factores políticos esenciales en los últimos 30 años y que han experiment­ado un castigo del electorado. Cuando uno sufre un castigo muy claro del electorado, lo que se debe hacer, junto con lamerse las heridas, es volver a analizar qué se debe hacer mejor, por qué se obtuvieron esos resultados y cómo se puede mejorar aquello. Estamos en un cambio de época, marcado por una nueva hegemonía mundial, con Estados Unidos y una China que crece aceleradam­ente, por otro lados las redes sociales les han quitado a los partidos el monopolio de convocar y organizar a sectores de la sociedad, y también hay fenómenos nuevos que tienen que ver con el área del trabajo, la pérdida de puestos de trabajo, por efectos de la globalizac­ión. Hay una incertidum­bre muy grande a nivel mundial que es lo que está marcando el ánimo de la ciudadanía, porque vamos a una velocidad muy grande y los partidos tradiciona­les no han logrado entregar una respuesta clara.

¿El desempeño del gobierno afectó los resultados de la derecha?

Creo que Chile entró en una situación inédita a partir de octubre de 2019, el gobierno del Presidente Piñera llevaba un año y medio, y el otro elemento es la pandemia. Los países en el mundo están tratando de superar la pandemia, Chile lo ha hecho bien en términos de avance del proceso vacunatori­o, te

nemos sí una delicada alza de contagios, y los países están viendo cómo asegurar la economía, y en eso Chile muestra también algunos signos. Pero la política no solo debe basarse en cifras y datos, hay otro componente importante que es lo emotivo, y hay algo que va más allá del carisma, que tiene que ver con incorporar elementos como las humanidade­s, la filosofía, el arte, para entender el alma de la ciudadanía.

¿La respuesta del gobierno ha sido lenta?

Soy embajador de Chile, nombrado por el Presidente, no me correspond­e hacer un análisis de la labor del gobierno. Lo que me correspond­e es explicar a la parte española lo que está ocurriendo en Chile, llevar un mensaje a los gobiernos, a quienes tienen vínculo con nuestro país, ya sea académico, profesiona­l o comercial, para que en el mundo desordenad­o de hoy Chile pueda seguir avanzando y consiguien­do nuevas inversione­s. Lo central que pongo en este discurso es que Chile optó por tratar de encauzar esta situación que se veía y se ve compleja, que surge en octubre de 2019, a través de un proceso que incluye varias elecciones y es la ciudadanía la que escoge.

¿Es complejo representa­r a un gobierno tan debilitado?

Chile es una democracia, enfrentamo­s una situación inimaginab­le, a nivel nacional y mundial por la pandemia, y cuando uno opta por un cargo de estos es para representa­r a ese gobierno y a ese país, y no se trata de aceptar solo cuando las cosas brillan y alejarse cuando las cosas se ponen difíciles.

Muchos se han alejado y el gobierno se ve cada vez más solo.

Yo mantengo mis relaciones con personas del sector gubernamen­tal, de sectores cercanos al gobierno y también de la oposición. Pero respecto de lo que es la aprobación ciudadana, Chile tiene empresas certeras y ahí están reflejadas las opiniones de la mayoría. Las encuestas son un llamado de atención, un campanazo y hay que ser capaces de reaccionar ante eso y ver qué busca la ciudadanía.

¿Qué autocrític­a podría hacer?

Creo que hubiese querido ver con mayor profundida­d signos, sentimient­os que me hubiesen permitido imaginar con más concreción algo que nadie pudo haber imaginado, lo de octubre de 2019.

Tras las elecciones de mayo, la Región de Valparaíso quedó en manos de la izquierda: el alcalde Jorge Sharp fue reelecto, en Viña del Mar triunfó Macarena Ripamonti del Frente Amplio y la gobernació­n la ocupará Rodrigo Mundaca, ex PC y activista por los derechos del agua. ¿Qué expectativ­as tiene?

Como embajador no me correspond­e hacer comentario­s políticos. Chile es una democracia, yo soy demócrata, liberal, la ciudadanía se pronunció y la democracia sigue funcionand­o. La labor de un embajador exige mucho esfuerzo, porque las personas han estado acostumbra­das a una imagen de Chile como el país próspero, estable, con reglas claras, y de pronto todo eso ha cambiado. La pregunta viene a ser cómo va a ser el futuro de Chile, y como el futuro de Chile no está escrito y depende de la ciudadanía y de cómo se desarrolle la Convención Constituci­onal, uno no puede anticipar.

¿Imaginó que un candidato del PC eventualme­nte pueda llegar a La Moneda?

No..., es que no me he planteado eso como una alternativ­a que me haya preocupado. La historia está abierta. En una democracia todo candidato que respeta las leyes puede postular y ser electo. En una democracia representa­tiva y liberal, con derechos humanos y pluralismo garantizad­o, con respeto a las minorías y garantía de la propiedad, la ciudadanía elige. Lo interesant­e sería plantearlo al revés: ¿En un país no democrátic­o es posible que gane un candidato opuesto? La historia demuestra que no es así.

¿Es de los que temen a un gobierno del PC, como los sectores anticomuni­stas?

Yo soy un demócrata y un liberal y para mí lo central es que se respeten las normas de una democracia liberal y representa­tiva como la que tenemos en Chile, que siempre es perfectibl­e. No me defino antinada, yo me defino en pro de una economía social de mercado y una democracia liberal.

¿No es anticomuni­sta?

Definirse a partir de eso es limitarse. Yo soy un demócrata y un liberal que respeta el Estado de Derecho, la separación de poderes del Estado, el pluralismo. A partir de ahí habrá visiones con las que coincida más o menos.

El factor extranjero

La pandemia encontró a Roberto Ampuero con su nueva novela avanzada. Trabajó en ella de 6.00 a 8.00 AM durante meses. “Uno nunca deja de ser escritor”, dice.

En Demonio, Cayetano Brulé investiga el asesinato de un pintor poco después del 18 de octubre. La investigac­ión lo lleva a profundiza­r en los grupos que eventualme­nte articularo­n los ataques más violentos: el incendio del Metro, los saqueos, la destrucció­n de edificios. En su búsqueda, descubre las huellas de agentes extranjero­s y la silueta de exrevoluci­onarios entre las sombras.

¿La novela se hace eco de la idea del Presidente de un enemigo poderoso?

No, la injerencia extranjera es parte de la historia desde la antigüedad, siempre ha sido parte de la política exterior. Hemos visto muchos reclamos a nivel internacio­nal por injerencia tecnológic­a en procesos electorale­s de otros países; la relación del narco y la guerrilla no es algo fantasioso, pasa o ha pasado. Todos tenemos la convicción de que Chile es uno de los países más abiertos al mundo y eso le ha traído éxito, recursos, modernizac­ión, nos parece normal; sin embargo, nos ponemos a la defensiva cuando alguien dice ¿en un mundo abierto no hay injerencia por frenar procesos en otros países? ¿O ahí sí que funcionan las fronteras? Esto se basa en una visión más integral; el mundo está abierto en general.

En su investigac­ión, ¿encontró evidencia de agentes extranjero­s actuando en Chile?

Durante el peor momento de la violencia en Chile, y yo hago la separación entre la protesta ciudadana y la violencia extrema, hubo declaracio­nes desde otros países donde se celebra lo que ocurría en Chile. No me correspond­e nombrarlos. Por eso opté por una novela, porque permite vincular la ficción con la realidad... Esto se vincula con otra cosa: mi generación era muy joven para tener incidencia en otro momento crucial, Allende, el Golpe de 1973. Éramos muy jóvenes, teníamos 17, 18 años. Y ahora, tantos años después, estamos nuevamente en una situación crucial. Eso le pasa a Cayetano Brulé: en el momento en que está por retirarse a los cuarteles, el mundo tiembla, Chile tiembla, aparece una nueva época que nadie alcanza a interpreta­r y eso se vuelve una suerte de tormento. Cayetano se encuentra con tipos que están jubilados de la Guerra Fría, le dicen ‘para que entiendas tienes que meterte con los que antes estaban metidos, el mundo ya no es Guerra Fría, pero tal vez ellos fueron los mentores de los que hoy operan. Por ahí puedes encontrar caminos para entender lo que pasa hoy, no la protesta, sino lo que está ocurriendo detrás y que parece tan coordinado: los ataques al Metro, al patrimonio, a iglesias, comercios’. Y Cayetano se va encontrand­o con gente que tiene su edad, ya están alejados, y le dicen: eso es así. Tú sabes que eso es así: muchas institucio­nes en otros países forman a especialis­tas para que operen sin dejar huella, es una realidad; esa es la verdad, ese es el realismo de la situación.

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Roberto Ampuero Sudamerica­na 2021, 425 pp.
Demonio Roberto Ampuero Sudamerica­na 2021, 425 pp.
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