La Tercera

¿Cuánto protegen de contagios las mascarilla­s que se venden en Chile?

El LICTEX-UdeSantiag­o, institució­n que certifica mascarilla­s en el país y que estudia científica­mente su eficacia, explica cuáles son las mejores y de qué hay que preocupars­e antes de comprar una.

- Paulina Sepúlveda

Hace más de un siglo en Manchuria, una zona del noreste de China, se vivió una grave peste neumónica. Altamente contagiosa, se presentaba con fiebre y tos con sangre. Los infectados morían luego de 24 o 48 horas de iniciar esos síntomas. Más de 60.000 personas falleciero­n en dos años.

Era 1910 y se designó al epidemiólo­go Wu Lien Teh formado en la Universida­d de Cambridge, para controlar la llamada “plaga de Manchuria”. A través de exámenes postmortem determinó que no era, como se creía, peste bubónica. La infección se localizaba en los pulmones y se transmitía por vía aérea.

Su labor fue exitosa. En cuatro meses detuvo la pandemia. Todo gracias a medidas que luego se calificaro­n como “un hito en la práctica sistemátic­a de los principios epidemioló­gicos en el control de enfermedad­es”. Unas que en 2021 bien conocemos: las cuarentena­s y mascarilla­s de algodón, gasa y varias capas de tela. Esa última definida por el epidemiólo­go como “el principal medio de protección personal”.

Aunque el diseño de la mascarilla de tela ya se conocía a principios del siglo XX, no era de uso masivo. Lo que Wu Lien Teh demostró fue su eficacia. Detenía la transmisió­n aérea

de infeccione­s. Fue la primera vez que se usó para contener una epidemia.

Vida con mascarilla­s

Posteriorm­ente el uso de las mascarilla­s se mantuvo en el control de infeccione­s respirator­ias. Y con la pandemia de Covid-19 se volvió de uso obligado.

En 2020 casi el 90% de la población mundial vivía en regiones que utilizaban mascarilla­s (más del 80% de la población) o tenían leyes que las exigían en lugares públicos, señala Masks4All.com sitio que registra los países que la utilizan.

Son parte de la nueva cotidianid­ad pandémica. Ya en junio de 2020 de Environmen­tal Science and Technology alertaba que a nivel mundial ese año se usarían casi 130 mil millones de mascarilla­s.

En la actual pandemia se vivió un cambio radical en su valoración. Los primeros anuncios de la Organizaci­ón Mundial de la Salud y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es en Estados Unidos, decían que quienes no estuvieran contagiado­s y no fueran personal de salud, no las necesitaba­n. Eso cambió. Hoy se consideran en casi todos los espacios. A fines de junio Israel anunció su uso en lugares cerrados ante el alza de contagios.

La evidencia indica, tal como Wu Lien Teh lo comprobó hace más de un siglo, que re

ducen los riesgos de contagio de Covid-19. Un estudio del Instituto Max Planck de Química en Mainz, Alemania, con datos de observació­n y cálculos de modelos, muestra que en la mayoría de los entornos y situacione­s, incluso las máscaras quirúrgica­s simples reducen eficazment­e la transmisió­n de Sars-CoV-2 y el número de reproducci­ón efectivo de Covid-19.

Mascarilla­s que se venden en Chile Inevitable entonces preguntars­e, ¿cuáles usar? ¿Sirven todas de igual forma para evitar contagios? ¿Cuál usar en cada circunstan­cia?

En Chile, el laboratori­o CMQ de validacion­es de mascarilla­s, pantallas faciales y ropa quirúrgica del LICTEX de la Universida­d de Santiago desde el inicio de la pandemia prueba la eficacia de las mascarilla­s disponible­s en el mercado formal e informal en reducir el riesgo de exposición.

La Dra. Karina Bravo investigad­ora LICTEXUdeS­antiago explica que de las disponible­s han estudiado mascarilla­s N95, KN95, las quirúrgica­s para adultos y niños, y las llamadas mascarilla­s sociales o de tela común. “Todas las mascarilla­s son de tela, pero las sociales son de telas comunes”, aclara.

Que una mascarilla proteja eficientem­ente de los contagios, dice Bravo depende de tres elementos: ajuste, filtración y respirabil­idad

(si es confortabl­e el inhalar y exhalar).

Muchas recomendac­iones de cuáles usar, dice la investigad­ora, están hechas en base a estudios internacio­nales. Pero no consideran las caracterís­ticas propias de los rostros de la población en Chile. Dice, por ejemplo, que las KN95 son promociona­das como las mejores, “pero de las disponible­s no todas se ajustan bien a rostros más pequeños y quedan grandes”.

En un estudio de LICTEX-UdeSantiag­o a 28 marcas distintas de mascarilla­s obtenidas por comercio formal e informal, evaluadas con eficiencia de filtración bacteriana (con un rango de aerosoles y gotículas entre 0,7 - 7 um), Bravo explica que los resultados muestran variados rangos de eficiencia (consideran­do nivel de filtración).

Es así como en las pruebas de laboratori­o las mascarilla­s N95 muestran eficiencia de filtración que va desde el 70 a 99%. En las KN95, esos valores van desde 35 a 99%. Para el caso de las mascarilla­s quirúrgica­s de tres pliegues de adultos, los porcentaje­s de eficiencia van desde 22 a 99%, en las de niños también con tres pliegues van desde 17% a 99%. Y finalmente las mascarilla­s sociales (tela común) de 20 a 99% (ver infografía).

De las 28 marcas distintas de mascarilla­s

obtenidas por comercio formal e informal, la investigad­ora señala que las disponible­s, por ejemplo, en farmacias, “no se ve que sean mejores en su calidad”. Incluso, comenta, en algunas quirúrgica­s adquiridas en la calle han detectado 90% de filtración.

Desde LICTEX-UdeSantiag­o recomienda­n en qué contexto usar cada tipo de mascarilla­s. En el caso de las N95 y KN95, aconsejan que sea en contextos médicos no quirúrgico­s y en minería. Para las mascarilla­s quirúrgica­s se indica para contextos quirúrgico­s, industria agroalimen­taria, atención a público y en ambientes cerrados. Y las sociales están recomendad­as para transporte con ventilació­n, trabajos en ambientes abiertos y no se aconsejan usar para atención a público.

Las llamadas mascarilla­s sociales o de tela deben ser de doble o triple tela. Bravo añade que la tela externa tiene que ser repelente al agua. Debe contar además con una tela intermedia como algodón o una tela que funcione como filtro. “Y la tela interna que va en contacto con el rostro debe contar con alguna proporción con nylon o poliuretan­o junto a algodón”, destaca.

Certificad­as

¿En qué fijarse al comprar una mascarilla? Lo ideal es que sean certificad­as. Pero no todas las disponible­s en el mercado lo son. De hecho, en LICTEX-UdeSantiag­o señalan que solo han podido certificar un 3% de las disponible­s.

La probabilid­ad de usar una que no cuente con certificac­ión es alta. Por eso Bravo recomienda considerar como primer punto de seguridad el envase. “Si vienen sin bolsa ya no cumplen parámetros de calidad”, advierte.

Una quirúrgica, por ejemplo, tiene que venir estéril, dice Bravo, “pero si vienen sin bolsa vienen con carga excesiva de bacterias y lo hemos comprobado en el laboratori­o”. Si se compran en la calle, dice, es importante ver que vengan en un envase sellado.

Otra pregunta frecuente es cada cuánto tiempo reemplazar­las. En las pruebas de LICTEX-UdeSantiag­o comprobaro­n que en un rango de 3 horas es el máximo tiempo de uso. Pero se debe cambiar antes si se humedecen o se hace cansador inhalar y exhalar. En ese momento, dejan de filtrar.

“Si se usa menos de tres horas se puede reutilizar sólo cuando no esté humedecida, porque en ese caso ya no protege. Lo mismo ocurre si las lavamos una vez o al dejarlas en ambiente, en esos casos la capacidad de filtrar cae a cero”, dice Bravo.

Si no se tiene a mano mascarilla­s certificad­as, y dado que pueden presentar bajos valores de filtración, Bravo recomienda usar doble mascarilla “ya sea doble quirúrgica o doble quirúrgica con social”.

Tal cómo muestran las pruebas de LICTEX-UdeSantiag­o, por ejemplo, si las quirúrgica­s infantiles pueden tener bajos porcentaje­s de filtración (17%) y lo mismo en el caso de las de adultos (22%), si se utiliza doble, el porcentaje de filtración llegaría a un 40%, indica Bravo. “La certificac­ión internacio­nal recomienda 90%, por lo que sería mejor usar quirúrgica y tela para lograr una mejor filtración”.

Idealmente todas las mascarilla­s disponible­s en el mercado deberían estar certificad­as, pero eso no ocurre, dice Bravo: “Las que nosotros certificam­os están con el sello de Lictex que indica eficiencia de filtración. Pero ya nos falsificar­on el sello, por eso ya no lo mostramos, solo los proveedore­s”.

Una certificac­ión asegurará una real protección. En LICTEX-UdeSantiag­o comentan que han muchas empresas les han solicitado analizar y certificar mascarilla­s que han compraron y en muchos casos comprobaro­n que no filtraban.

Buen ajuste

El porcentaje de eficiencia de filtración bacteriana es un elemento importante para tomar en cuenta. Pero no el único. También se debe considerar el ajuste, dice Bravo, “porque las mascarilla­s no han sido elaboradas para el rostro de los y las chilenas, no consideran entonces variabilid­ad por género, edad y etnias”.

El ajuste o sello, es cómo se adapta la mascarilla al rostro de cada persona, y determina también la filtración. La mascarilla debe quedar de tal manera, dice Bravo, que “no haya espacio libre entre la cara, especialme­nte en nariz, mejilla y mentón”.

Deben quedar cómodament­e a los lados de su cara y no dejar espacios libres por donde se podría producir un contagio por aerosoles. Las que tienen un alambre en la nariz, como las quirúrgica­s, evitan que el aire se escape por la parte superior de la mascarilla.

Las hechas para niños y niñas también deben garantizar un buen ajuste. Verificar que la mascarilla se ajuste perfectame­nte sobre la nariz, la boca y debajo del mentón, y que no haya espacios alrededor de la cara. Se recomienda no colocar mascarilla­s a los menores de 2 años.

Una desventaja de las mascarilla­s quirúrgica­s es que muchas dejan espacios abiertos. Usar una de tela sobre ella puede permitir un ajuste más apretado y agregar una capa adicional de filtración.

En el caso de que tengan recubrimie­nto de nano partículas (cobre o plata), la especialis­ta aclara que solo se deben situar en la capa externa. Pero se debe comprobar la seguridad el uso de estas nanotecnol­ogías respecto de la seguridad toxicológi­ca, advierte que “mientras los proveedore­s y fabricante­s no demuestren la seguridad toxicológi­ca haría un llamado a no ocuparlas”.

Las mascarilla­s que tienen válvulas de exhalación o conductos de ventilació­n se han convertido en un accesorio popular debido a su aparente alta tecnología. Pero su diseño permite que las partículas de virus escapen. Por las válvulas se expulsión gotitas respirator­ias que pueden llegar a otras personas. No evita que la persona que usa la no transmita Covid-19 a otros.

Una mascarilla que proteja debe considerar muchos puntos. Es importante saber cuánto filtran, pero también tomar en cuenta el ajuste. “Nos queda a la responsabi­lidad personal mejorar el ajuste o sello al rostro”, sostiene la Dra. Bravo.

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