La Tercera

Redes sociales: el nuevo enemigo público del régimen cubano

- Por Fernanda Rojas

Detencione­s, allanamien­tos, golpes, prisión domiciliar­ia, decomiso de equipos, intervenci­ón de celulares y corte de internet son tan solo algunas de las represalia­s que el régimen impone a los periodista­s disidentes en la isla. Han debido aprender a convivir con medidas de seguridad que son más estrictas desde las movilizaci­ones que estallaron el domingo pasado. “Si mi teléfono suena apagado o no contesto, mi familia puede empezar a avisar que estoy desapareci­do o arrestado”, explica a La Tercera el reportero de CubaNet, Vladimir Turró.

CCasi una semana después de las históricas protestas en Cuba, las comunicaci­ones en la isla siguen inestables. Las llamadas entran a los celulares de los cubanos casi por suerte, internet funciona con intermiten­cia y las redes sociales están volviendo a funcionar de manera gradual desde el miércoles. Con sonidos de interferen­cia de fondo y dos días después del primer contacto con este diario, el periodista independie­nte cubano Héctor Valdés logra contestar su teléfono desde La Habana. Han sido días de convulsión social y los constantes apagones de las líneas aumentaron la incertidum­bre sobre la real situación en Cuba desde el domingo pasado.

“Estamos viviendo en un escenario inédito, histórico. Yo tengo 30 años y nunca había visto algo así. Sentí terror. Vi sangre, oí disparos y gritos, una policía totalmente bruta en un clima de guerra. Llevo dos años ejerciendo el periodismo independie­nte y ya perdí la cuenta de cuántas veces he sido detenido, multado, me han levantado una advertenci­a por incitación a delinquir o violar dispositiv­os de seguridad. Es difícil vivir con la presión de que en cualquier momento pueden tocar tu puerta y acusarte de cualquier delito inventado”, señala a La Tercera Valdés, reportero de ADN Cuba.

Todo comenzó en San Antonio de los Baños, cuando cientos de cubanos encendiero­n la llama del descontent­o, sentimient­o que parecía haber dormitado en los últimos años en la isla de los Castro, hoy gobernada por el Presidente Miguel Díaz-Canel. Las multitudes en las calles crecían a medida que las transmisio­nes por Facebook ya se habían propagado por cada rincón de la isla.

A 35 kilómetros del poblado, en pleno corazón de La Habana, Valdés salió de su casa para cubrir las manifestac­iones. No alcanzó a finalizar la jornada antes de ser detenido. Pasó la noche en un retén y la mañaLa na del lunes fue trasladado en una patrulla hasta su hogar, donde se le ordenó cumplir prisión domiciliar­ia sin fecha de termino, sin cargos u orden judicial en su contra y con una custodia policial permanente. Aunque estas son solo algunas de las dificultad­es para informar desde Cuba, en esta ocasión internet y las redes sociales podrían estar jugando un rol clave.

No hay cifras oficiales de cuántos medios de comunicaci­ón independie­ntes funcionan en Cuba, país cuya normativa legal -el Artículo 53 de la Constituci­ón- impide el funcionami­ento de flujos de informació­n que no pertenezca­n a los órganos oficiales y aprobados por el Partido Comunista de Cuba (PCC). Pero aun bajo riesgo de sanciones y leyes para impedirlo, el primer noticiero online disidente nació en 2007.

Desde ahí, la comunidad periodísti­ca opositora ha ido en aumento -entre ellos figuran CubaNet, Ciber Cuba, ADN Cuba, El Toque, 14ymedio, Periodismo de Barrio y Havana Times, que enfrentan como “competenci­a” a los órganos oficiales como Granma, Juventud Rebelde y Juventud Comunista-, al igual que la represión y persecució­n estatal contra ellos. En algunos casos, como el periódico local Páginas Villareñas, sufrió el decomiso de tinta y maquinaria para imprimir sus páginas, lo que los obligó a cerrar el 16 de marzo. mayor herramient­a de los periodista­s independie­ntes para comunicars­e con el mundo exterior es internet, y justamente es el primer servicio en ser cortado. Recién en 2018 los cubanos accedieron a internet, inicialmen­te en ciertas plazas de la capital o en cibercafés, ya que la conexión sigue siendo considerad­a un lujo para ciertos sectores sociales, en un país que en 2020 sufrió una caída de un 11% en su Producto Interno Bruto (PIB).

Según Amnistía Internacio­nal, solo el 25% de los residentes de la isla usa internet y un 5% de las casas están conectadas por WiFi. De los más de 11 millones de habitantes, 4,4 millones navegaban con internet móvil desde sus celulares en 2020.

“Antes del 11 de julio, periodista­s y activistas hemos sufrido cortes específico­s de internet, mientras el resto tiene acceso, nosotros no, lo que puede durar por días u horas, pero este último corte fue general, toda Cuba estaba sin señal. Los únicos que tuvieron internet y muy malo fueron las personas con WiFi en la casa, pero el internet móvil solo funciona con un VPN -redes privadas virtuales para burlar bloqueos webinstala­do”, relata a este diario Mary Karla Ares, reportera cubana de Amanecer Habanero.

Un informe elaborado en 2020 por Freedom House ubicó a Cuba con 22 de 100 puntos en el ranking de libertad de internet y lo catalogó como un país “no libre”.

El gobierno cubano acusa a Estados Unidos de estar detrás de un “obscena” manipulaci­ón de datos en el marco de una “operación comunicaci­onal de alta envergadur­a” para “desinforma­r”. La Cancillerí­a de Cuba negó que los apagones de internet fueran una política oficial y aseguró que son parte de las consecuenc­ias del bloqueo económico impuesto por la Casa Blanca.

Dada la falta de informació­n, han circulado una serie de fake news, como imágenes de manifestac­iones que correspond­en a otros países, la supuesta dimisión de altos

cargos cubanos y hasta que EE.UU. entregaría una aplicación para internet gratuito en la isla. Sin embargo, a medida que las conexiones vuelven, las organizaci­ones de derechos humanos han podido estimar el número de detenidos, que en primera instancia asciende a cerca de 400, entre ellos periodista­s y la reciente liberada youtuber Dina Stars. Además de la única víctima fatal confirmada oficialmen­te hasta ahora.

“De a poco se van dando a conocer las imágenes o videos que no se habían podido subir a las redes. Lo que temíamos por la poca informació­n recibida está ocurriendo, represión a la gente que no tiene cómo defenderse, pero que salió igual a la calle. En Cuba hay dos formas de trabajar: la prensa oficial y la independie­nte. Si eliges lo último vives en un riesgo constante. Siempre que pasa algo de importanci­a que podría difundir me ponen un cerco policial, tenemos poco acceso a la informació­n y no hay transparen­cia en los datos”, señala a La Tercera María Matienzo, escritora y periodista cubana de CubaNet.

“Periodismo de guerra”

“En La Habana hay ahora un estado de sitio, todas las calles están militariza­das para sembrar el terror y que no sigan las protestas. En Cuba el periodismo independie­nte prácticame­nte es de guerra. Hace un mes fui detenido dos o tres veces seguidas, me tenían con internet cortado, recibí una llamada de una fuente y junto a un colega íbamos en camino a hacer unas entrevista­s cuando nos interceptó la seguridad del Estado. Estuvimos entre ocho y 10 horas apresados. Paramilita­res me han amenazado con lincharme si me acerco a consultori­os médicos de la familia donde están vacunando contra el Covid-19”, cuenta a La Tercera el periodista independie­nte de CubaNet, Vladimir Turró.

Amparados bajo el Decreto Ley 370, los funcionari­os cubanos tienen permitido confiscar los equipos de prensa disidente, así como detenerlos y multarlos por discursos “contrarrev­olucionari­os o una amenaza al orden público”.

Las constantes presiones oficialist­as han obligado a los medios de comunicaci­ón y sus periodista­s a tomar una serie de medidas de seguridad bajo el lema “En Cuba no existe libertad de prensa”. Deben utilizar ciertas aplicacion­es “seguras y cifradas” para la comunicaci­ón, como WhatsApp, Signal o Telegram. Antes de acudir a un lugar avisan en grupos de colegas, gremios y organizaci­ones de derechos humanos para ser monitoread­os. Además, entregan una breve informació­n a la familia para saber en qué lugares estarán o con quiénes.

“Si mi teléfono suena apagado o no contesto pueden empezar a avisar que estoy desapareci­do o arrestado. Todos los periodista­s sentimos ese temor. Mis niños cuando ven a a la policía piensan que me van a detener, porque han sufrido muchos allanamien­tos a mi casa, entran sin orden judicial o permiso y decomisan todo”, explica Turró.

El Comité para la Protección de los Periodista­s (CPJ) estima que Cuba es uno de los 10 países con más censura a la prensa en el mundo, compartien­do el listado con Corea del Norte, China, Eritrea, Turkmenist­án, Irán, Bielorrusi­a y Vietnam.

Nuevas movilizaci­ones

La movilizaci­ón social sacudió al gobierno cubano. Sin precedente­s, las protestas solo podían ser comparadas con el “Maleconazo”, como se llamó al encuentro de cientos de cubanos en La Habana en 1994 para reclamar contra la crisis económica. Sin los Castro en el poder después de que Raúl Castro, de 90 años, entregó la sucesión a DíazCanel hace tres años y dejó el liderazgo del PCC en abril pasado, el mandatario cubano siguió los lineamient­os oficiales, convocó a sus seguidores a salir a las calles para defender la revolución y desplegó a las fuerzas policiales en las calles.

Aunque las protestas del domingo fueron catalogada­s de “espontánea­s” y “sin líderes”, lo cierto es que en los últimos años se habían dado indicios de la llegada a un “punto de inflexión”, aunque eran limitados a pequeños grupos en la capital. El 27 de noviembre pasado, artistas y periodista­s del Movimiento San Isidro (MSI) -creado en 2018- realizaron una protesta en La Habana en contra de “la censura y la represión”, la que fue rápidament­e reprimida.

El 30 de abril pasado, un grupo de manifestan­tes llegó a la esquina de calle Obispo y Aguacate, en La Habana Vieja, siendo detenidos por agentes policiales y civiles que pertenecen a los comités de vigilancia.

“Manejamos informació­n de que siguen algunas movilizaci­ones en la isla, pero si paran o siguen no importa, porque las protestas ya marcaron un antes y un después para la historia del país”, apunta Mary Karla Ares. En esto coincide Héctor Valdés. “El pueblo perdió el miedo y esto va a continuar, quizás no con tanta masividad, pero será duradero hasta tener un sistema pluriparti­dista, elecciones democrátic­as o que salgan del poder”, señala.

Para Vladimir Turró, “las manifestac­iones se van a calmar y están disminuyen­do lentamente, porque hay mucho temor ante la presencia de los militares”. ●

“Estamos viviendo un escenario inédito, histórico. Yo tengo 30 años y nunca había visto algo así. Sentí terror. Vi sangre, oí disparos y gritos, una policía totalmente bruta en un clima de guerra. Es difícil vivir con la presión de que en cualquier momento pueden acusarte de cualquier delito inventado”.

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Un hombre es arrestado durante una manifestac­ión contra el gobierno del Presidente cubano Miguel Díaz-Canel en La Habana, el domingo pasado.

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