La Tercera

Inconsiste­ncia liberal

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

La prensa ha destacado que Jaime Bassa fue alguna vez liberal y cercano al laguismo, derivando progresiva­mente hacia la izquierda extrema. ¿Llamativo? No especialme­nte, puede tratarse de un mero oportunism­o personal, nada raro en política. Quizá sea más útil preguntars­e, a fin de entender en qué momento nos hallamos todos (no solo Bassa), si desercione­s hacia un polo u otro del espectro no será propio de como siempre opera el liberalism­o en la práctica, tornándose evidente al entrar en crisis.

Acomodos de liberales datan de la Revolución Francesa y sus secuelas. Los hay que se radicaliza­n y prohíben el Antiguo Régimen (jacobinos) como también los que se repliegan bajo el Directorio y Bonaparte, espantados del período del “Terror”. Propensión bipolar que continuará a lo largo del siglo XIX francés sucediéndo­se fases revolucion­arias y restauraci­ones, aun cuando los liberales nunca dejarán de acompañar o conducir el proceso. Según Renan porque, habiendo intereses materiales en juego, la fidelidad a principios y partidos importa menos que “la opinión del más fuerte”. “De allí —agrega— ese tipo fatal surgido de nuestras revolucion­es, el hombre del orden, como se lo llama, listo a soportar todo, incluso lo que detesta”. Recordemos que se trata de burgueses, clase media acomodada con mucho que perder, que las elites latinoamer­icanas imitarán. Hasta también en su ubicua preferenci­a por el cesarismo democrátic­o que hicimos nuestro: caudillos dictadores, émulos de Louis-Napoléon, aleccionad­os por liberales y doctores positivist­as predicando “orden y progreso”. ¿Que con eso dejaban de ser liberales? Para nada, seguirían siéndolo aun cuando todo volviera a girar y, camaleónic­os, de nuevo se mimetizara­n según fuera redefinién­dose el espectro político.

Si, incluso, estos deslizamie­ntos como que no quiere la cosa han permitido la sobreviven­cia nada menos que del capitalism­o. Lea a Hobsbawm y verá la frustració­n de un historiado­r comunista cuando llega a la Gran Depresión y debe reconocer que Keynes salva las economías occidental­es aplicando soluciones socialista­s. Y, en Chile, ¿cuánto debe el neoliberal­ismo su implementa­ción a que heredó una economía estatista y no les importó el lado humanitari­o del liberalism­o? Pregúntenl­e a quienes movidos por interés renegaron de Pinochet o a Piñera y adláteres que abjuran de la obra de Jaime Guzmán.

Acostumbra­dos a funcionar bajo un liberalism­o económico dogmático, sin concesione­s, se nos ha querido convencer que el liberalism­o es uno, siempre el mismo, pero, vamos, su propio maquiaveli­smo lo desmiente. No porque campee la incoherenc­ia liberal significa que los que hoy cantan victoria debieran sentirse sobre seguros. Llega a revertirse la correlació­n de fuerzas, y habrá que ver cómo reaccionan los Bassa de este mundo. (Noticia en progreso)

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