La Tercera

El último muro

- César Barros Economista

En octubre del 89 el Muro de Berlín, vergüenza de la humanidad, fue sobrepasad­o por una muchedumbr­e incontenib­le, frente a la cual todos los resguardos del régimen comunista de la RDA nada pudieron hacer. Luego saquearon las oficinas de la odiada Stasi, su policía política, que tenía como informante­s a uno de cada 17 adultos de la ex RDA. Y Honecker, como todos los dictadores, tuvo que venir a morirse a Chile, salvándose del final común de los sátrapas: ser asesinado.

Y Cuba es aún el último muro por caer. Los cubanos ven -a la distancia- cómo sus parientes en los EE.UU. viven vidas prósperas y en libertad.

Pero su muro es un océano difícil y peligroso de cruzar. Tomará más tiempo que su homólogo de Berlín. Lo que no salvará a sus actuales líderes de morir exiliados en un país en el que nunca habrían elegido para hacerlo. Y esto en el mejor de los casos, porque con un poco de mala suerte podrían terminar como Khadafi, Mussolini o Ceaucescu.

La juventud cubana ya no es parte de la generación que peleó en la sierra contra Batista ni contra la CIA en Bahía Cochinos, ni en el conflicto de los misiles. Esta juventud, mucha con celular e internet capaz de “cruzar” hasta Miami y darse cuenta de que existe otro mundo del cual están privados.

Y con Venezuela medio caída, no dispuesta a venderles petróleo barato; sin turismo por la pandemia, tampoco sin industria -porque siguen congelados donde empezaron en 1958- y el azúcar con cada vez menos consumo, tienen la tormenta perfecta. Y lo que sucederá será el último suspiro de un sistema económico fracasado por donde se lo mire: con un tipo de consumo para los turistas y otro para los cubanos. Sin innovación ni creativida­d (salvo el espionaje y soplonaje a sus ciudadanos), sin libertad de prensa ni de movimiento. Ni siquiera han aprendido de sus camaradas chinos. Será cosa de tiempo, pero de repente -como el 89 en la ex RDA- se verá la sorpresa de la libertad. Y como en la teoría de los dominós, le seguirán Venezuela y Nicaragua, sus socios del continente de los cuales fueron Cuba y Castro sus inspirador­es.

Ahora, lo verdaderam­ente notable es que, a pesar de las evidencias, en Chile exista un PC (prohibido en Alemania), y aún más notable es que tenga seguidores jóvenes, que debieran saber por qué fracaso la ex RDA y cómo colapsó la URSS. Todas las prediccion­es del marxismo se han demostrado falsas: la lucha de clases inevitable, la revolución global y el triunfo del colectivis­mo. Y, al contrario, los vencedores en lo económico han sido los liberales (clásicos y neo) y la odiada burguesía a la que llamaban a liquidar. Y creyeron en los años 20 que la parusía llegaría a Alemania y a Francia. Que el capitalism­o se acabaría con la crisis del 30 y también con la de 2008 (una profecía incumplida e incansable). Nada de eso sucedió, pero su fe es más fuerte que la de San Pablo.

Ahora se vendrá abajo Cuba con su tiranía, su fracaso económico y social. Pero, como una secta -ya exótica-, habrá jóvenes predicando la lucha de clases, el modelo económico del valor y la lucha armada como medio legítimo. Mañana toca votar. Muchos jóvenes lo harán. Ojalá no sigan la ruta del fracaso probado y demostrado que -a pesar de todo- nos señala el PC chileno.

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