La Tercera

Oiso: Potencia coreana

- Por Álvaro Peralta Sáinz

CONSUMO TOTAL

$ 18.300 DIRECCIÓN

Eusebio Lillo 311 teléfono 978083301, Recoleta.

PÚBLICO

Apto para todas las edades HORARIO

Lunes a sábado, 12:00 a 19:00.

ESTACIONAM­IENTO En la calle

Hace unos días la hora de almuerzo me pilló en el Barrio Patronato, por lo que decidí visitar Oiso, un restaurant­e de comida coreana que funciona desde hace un par de años en la esquina de Eusebio Lillo y Río de Janeiro, y al que no había vuelto desde antes de la pandemia. La verdad es que no pude evitar partir probando sus alitas de pollo fritas, que según algunos son de las mejores de Santiago. Así, pedí unas con salsa agridulce picante -en nivel uno- ($7.500) más un agua mineral sin gas ($1.800). Esta última -de origen también coreano- llegó rápidament­e, mientras que las alitas tardaron algo, aunque se sabe que en este local todos los platos se hacen al momento. Afortunada­mente la espera valió la pena porque llegó una fuente con ocho tutos de ala sobre papel absorbente, los que estaban crujientes por fuera pero tiernos por dentro, como debe ser. Su toque agridulce era suave pero agradable, mientras que el picante tal vez un poco flojo. Venían también con un poco de sésamo encima, que ayudaba a suavizar la mezcla de sabores, lo mismo que los ricos cubos de nabo blanco encurtidos en vinagre de arroz que acompañaba­n este plato. En resumen, muy sabroso, pero le faltó power.

Para seguir opté por un Ojingeo Bokkeum

($9.000), que es un salteado de calamar y verduras con salsa picante. Esta vez, para ir a la segura, lo pedí en grado 2 de picante. La espera ahora fue más breve y mientras tanto llegaron a mi mesa pequeñas porciones (los famosos

banchan) de espinaca cocida aliñada con vinagre y sésamo, papas cocidas más salsa soya, pepino crudo encurtido en salsa picante y kimchi de nabo; todo esto para acompañar el bokkeum que finalmente llegó junto a su correspond­iente ración de arroz. Ahora la cosa funcionó mejor, porque los trozos duritos de calamar y las cebollas, nabos y cebollín, también firmes, se mezclaban muy bien con la salsa picante que obviamente­picaba, pero a la vez era sabrosa y también realzaba el sabor del resto de los ingredient­es. Mención aparte para los acompañami­entos, sobre todo el kimchi, que hacían del almuerzo una experienci­a gustativa superior. Tanto así, que fue imposible ir por un postre para cerrar.

En resumen, buenas preparacio­nes, buenos sabores y -sobre todo en el segundo plato y el

kimchi- toda la potencia que uno siempre busca en la comida coreana. Por lo mismo, a Oiso le llora tener patente de alcoholes para así poder disfrutar sus platos con alguna buena cerveza o incluso algún interesant­e vino blanco. Mientras tanto, no queda más que tomar agua y -aún así- disfrutar de una comida coreana de muy buen nivel.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile