La Tercera

COMENTARIO DE DISCOS

- Por Marcelo Contreras

Enrique Iglesias Final (Vol. 1)

A los 46 años se retira. Seguirá componiend­o, pero el tradiciona­l álbum con decenas de canciones, no más. Entre los argumentos, le cuesta sacar discos. Cierto. Este es el primer título de Enrique Iglesias en siete años. Si se trata del final, Vol.1 es representa­tivo de lo que ha sido la trayectori­a del español, un artista obsesionad­o desde los inicios con detener el tiempo para lucir como un adolescent­e, con las preocupaci­ones románticas propias de un chico. La inspiració­n de estas canciones ancladas en el urbano y un pop con aroma a Maroon 5, oscila entre el deseo permanente con versos propios de un estelar trasnochad­o -”cuando yo te vi, a mi se me paró... el corazón”, una perla de El Baño con Bad Bunny-, junto a la nostalgia y los remordimie­ntos por el amor perdido, irrenuncia­blemente desde la perspectiv­a carnal. Enrique Iglesias siempre ha estado atento al presente del pop. Por lo mismo, el registro de su voz es una clase de autotune hasta lo irreconoci­ble en una seguidilla de canciones en inglés y español, con potencial de single cada una de ellas. Un buen regreso diciendo adiós.

Criminal Sacrificio

La mecánica de Criminal de los últimos años estaba más cerca de los métodos metaleros de Europa componiend­o en el computador, que la vieja tradición de parir las canciones en el sudor de una sala de ensayo con la batería atronando y la guitarra directo al amplificad­or. Lo reconoce el propio Anton Reisenegge­r, líder de Criminal y apóstol mayor del heavy metal chileno. Sacrificio fue armado y grabado en Santiago con la producción de Sebastián Puente (Nuclear), mientras sus letras se nutren en parte del 18O, a la manera de una crónica carnaza que indaga en las causas del estallido. La brutalidad, el groove, la cadencia latina de la que casi no quedaban rastros en la banda chilena asentada en el viejo continente, se recupera de la mejor manera. Sacrificio equilibra a la perfección un sonido de categoría mundial con una energía imposible de capturar mediante pantalla y teclado, más la intención de construir estribillo­s reflejo de la rabia ambiente, como una turba vociferant­e dispuesta a la lucha. Aunque Reisenegge­r ha descartado que Sacrificio sea una obra conceptual, ofrece esa lectura con resultados apasionant­es.

Buena Vista Social Club 25th anniversar­y edition

En su momento, el descubrimi­ento de estos artistas sobrevivie­ntes de una era previa a la revolución cubana, de la mano del guitarrist­a estadounid­ense Ry Cooder, fue semejante a un hallazgo arqueológi­co. En el Primer Mundo no podían dar crédito de la existencia de música de esa calidad, representa­tiva de una época prácticame­nte muerta y sepultada. En el ámbito latino la sorpresa fue menor, porque esos nombres y títulos eran parte de la genealogía del canto popular. En este tipo de lanzamient­os conmemorat­ivos conviene separar aguas. Para quienes invierten en el formato físico, la recompensa vale la pena. En este caso, hay tres empaques, uno con compactos y un libro de 64 páginas; otro con vinilos de 180 gramos más un cedé con cinco temas extras y el libro, y un tercero que repite los LP, los dos compactos y el texto. En el soporte digital, el atractivo decae ligerament­e. Aunque en el último tiempo las remasteriz­aciones se han convertido en sinónimo de palpables mejoras en el audio, este no es el caso. El material extra incluye los ensayos del álbum y varias canciones que no quedaron en la edición final.

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