Elevando la discusión: los debates que marcaron la semana
Ordenando la confusión
Como si de la teoría del caos se tratara, en la política chilena parece necesario que alguien trate de encontrar el orden en el desorden. Harían bien, quienes lo intenten, en leer el libro de James Gleick sobre la “creación de una ciencia”, esa que trata de explicar las aparentes incoherencias del mundo natural. Y si como dice Gleick “el estudio del caos comenzó, en la física, tras un remanso”, el análisis del actual desorden político proviene también de la calma, esa del oasis al que tan inapropiadamente -a la luz del tiempo- se refirió Sebastián Piñera sólo días antes del 18-O. Por eso, en la semana en que comenzó la campaña presidencial, intentar entender al Chile actual es un punto de partida imprescindible.
Y las encuestas algo ayudan -por devaluadas que estén. Sucedió con la del CEP, en cuyos resultados varios columnistas intenta- ron encontrar respuesta por estos días. Para Héctor Soto, por ejemplo, parece haber un “regreso a la sensatez”. Es verdad que “muy lento” y que “la fuga al rencor y al enojo de sectores medios ya es irreversible y tomará tiempo repararlo”, pero el hecho es que la ciudadanía parece estar encauzándose nuevamente: “Eso al menos dice la encuesta CEP”, apunta. Y dice también que a dos meses de las elecciones “más de la mitad del electorado aún no sospecha por quién votará”. Parece que nadie ha logrado encarnar los anhelos de la ciudadanía.
Los chilenos son difíciles de satisfacer, o los políticos, incapaces de entender al electorado. Josefina Araos se inclina por lo último. Para ella, el abismo entre política y sociedad constatado durante la crisis de 2019 sigue vigente. Según ella, si ese año Chile despertó, “los políticos no han logrado descubrir dónde lo hizo y con qué ánimo”. “El abismo no se debe simplemente a que las personas desconfían de sus instituciones, sino también a que sus representantes tienen severas dificultades para interpretarlas”, asegura. Qué otra cosa puede significar que el 50% de los encuestados “no sabe quién le gustaría que fuera el próximo presidente”. Y no es desinterés, según Araos, sino falta de respuestas de la política. El hecho es que, ante la falta de comprensión, la campaña presidencial es la más abierta desde el regreso de la democracia. Como dice Juan Carvajal, nadie se puede dar por vencedor, porque “la dramática batalla para convencer a un electoral que ha demostrado estar más atento y crítico que en el pasado” recién comienza. Basta recordar que sólo días antes de las primarias de julio pasado “todos los pronósticos daban por seguros ganadores a Lavín y Jadue”.
en el nuevo Chile, donde prima el caos, las discordancias y lo impredecible parecen estar a la orden del día. Como agrega Paula Escobar, tenemos por delante una elección abierta, donde “el 65% aún no sabe por quién va a votar”.
De ciclo en ciclo
Hay ciclos que se acaban y otros que se inician. Mientras acá estamos comenzando uno, cuyos alcances aún son inciertos, en Alemania termina otro, el de Angela Merkel. Después de las elecciones de mañana, comenzará el ritual del adiós de una de las figuras más relevantes de la política mundial de los últimos 20 años. Como escribe Soledad Alvear, el miércoles pasado, un figura que “sentó un método y una forma de liderar”, “una persona excepcional, de esas que aparecen muy de vez en cuando en la historia”. Ya lo decía Moisés Naím hace unos meses, la actual crisis mundial, agravada por la pandemia, encontró al mundo sin grandes liderazgos. Y el único que destacaba comienza a despedirse.
Pero si de falta de liderazgos se trata -y de cambios de ciclo también-, Carlos Correa asegura que por acá vivimos “la realidad de las candidaturas débiles”. Y, según él, el debate por el cuarto retiro es prueba de ello. Nada de respetar el liderazgo. “Atrás quedó el tiempo en que las fuerzas políticas se cuadraban tras su aspirante a la presidencia”, asegura. ¿Qué decir y qué no sobre el cuarto retiro? Según Correa, los candidatos “aplicarán más teoría de juegos que convicciones”. Después de todo, en estos tiempos de desorden, hay parlamentarios que no coinciden con sus candidatos y candidatos que no comulgan con sus partidos. E incluso, cartas presidenciales que discrepan de sus propios asesores... cuando de cuarto retiro hablamos.
Y volviendo al fin de ciclo, para Claudio Alvarado lo que confirmó el primer debate de una campaña que recién comienza fue “la decadencia de la ex Concertación”. “Si este sector antes se diferenciaba de las otras izquierdas, ahora Provoste transitó entre las evasivas y la mímesis con el candidato del Frente Amplio”, asegura el director del IES, para quien lo otro que mostró el primer encuentro entre los candidatos fue los riesgos del factor Kast para el candidato de Chile Podemos Más. “Considerando su posicionamiento en las encuestas, el comando de Sichel (…) debería tomarse en serio este fenómeno”, asegura.
Y si de despedidas políticas se trata, a dos meses de las elecciones y a seis de que deje La Moneda, es hora, según Cristián Valenzuela, de reflexionar sobre el legado de SePero bastián Piñera. Y las señales no son las mejores. “Evidentemente es un gobierno fracasado”, asegura, porque “si el 55% de los chilenos que eligieron a Piñera revisan la mayoría de las propuestas de su gobierno, éste no cumplió ni un 10% de ellas”. Pero nada es definitivo. “La mejor forma de construir el legado de Piñera”, asegura, es que “el Presidente ocupe un tercer plano y su gobierno asuma un estratégico silencio”. Y todo, agrega, para lograr que Boric pierda. Porque ese triunfo solo será “la ratificación de su fracaso”, apunta.
Sobre 2/3 y renuncias
La ironía de la política, en especial en estos tiempos en que anda algo depreciada, es que la élite busca encarnar al pueblo para seguir siendo élite y el pueblo intenta dejar de ser pueblo para ser élite. Ya lo decía Daniel Matamala. Finalmente, el riesgo es que los animales no puedan distinguir entre cerdos y humanos, parafraseando La rebelión en la granja. Y lo sugería también Óscar Guillermo Garretón en su columna de esta semana: “Nunca hemos entendido que esos rasgos que atribuíamos a la élite y a los que llamábamos bajeza, cobardía, avaricia, sed de dominio y maldad fácil, son unos rasgos esencialmente nuestros y que si la élite los tiene, es porque soñaron con parecerse a nosotros, con ser pueblo”, escribió, parafraseando también otro libro, Las benévolas, de Jonathan Littell. O como apunta Gabriel Zaliasnik, “el cáncer imaginario del constituyente de la Lista del Pueblo Rodrigo Rojas Vade es un vivo retrato, una cuasi alegoría de nuestra idiosincrasia nacional, en la que las mentiras se propagan con la misma facilidad que su ahora conocida enfermedad venérea”. Porque, según él, “la mentira en Chile es consuetudinaria” y, peor aún, “pervierte toda relación política que a partir de ella se rige”. E incluso, para Zaliasnik, “enloda la legitimidad del órgano constituyente”.
Y si de legitimidad se trata, no sólo el caso Rojas Vade sigue circulando en el ambiente de la Convención -pese a su renuncia. También crece el debate sobre los quórum. Entre 2/3 y mayorías nos vamos. Y el tema abre más interrogantes. La Convención, para Max Colodro, está viviendo una “ficción soberana”, intentando atribuirse “una soberanía que no tiene y no tendrá”. ¿Votar por mayoría los 2/3 que deben respetar? “Un acto de prestidigitación ingeniosa”, sostiene. O, como agrega Pilar Hazbun, “una manifiesta infracción al Artículo 133 de la Constitución”, que algunos podrían incluso reclamar ante la Suprema. ¿Una peligrosa falla de origen o simples distorsiones de nuestro propio caos?