La Tercera

CUESTIÓN DE FE

La cruzada de Kast por el caudaloso voto evangélico

- Por Martín Browne

El presidenci­able del Partido Republican­o fue el único en ir al tedeum evangélico pasado y su partido ha establecid­o alianzas para llevar a 30 candidatos cristianos en 17 distritos. ¿Por qué lo hace?

Él asegura que por convicción. Aunque, como explica un pastor, también podría ser porque en ese mundo hay un universo de 1.200.000 votos en juego.

Fidel Arenas dice que fue Dios el que lo desafió a asumir su candidatur­a a diputado por Arica. “Fue una experienci­a subjetiva, sentí en lo profundo de mi corazón una voz interna”, confiesa el presbítero de las Iglesias del Nazareno, entidad evangélica de la que es pastor hace 38 años. En concreto, el candidato presidenci­al José Antonio Kast le ofreció el cupo hace dos meses y medio a través de una llamada telefónica. “Será la elección con más candidatos evangélico­s, porque tenemos que defender los valores cristianos”, apuesta.

Arenas afirma que tiene 44 pastores evangélico­s involucrad­os en su campaña y que cada uno, en promedio, posee influencia sobre 80 personas. “En Arica hay 20 mil personas evangélica­s y mi objetivo es conquistar a la mitad. De todas formas, entiendo que mis ‘ovejas’ tengan distintas miradas. Estoy tratando de no mezclar mis dos funciones”, admite el pastor, quien fue invitado a participar como independie­nte por el Partido Republican­o (PR) en la lista del Frente Social Cristiano: el pacto que unió al PR junto al Partido Conservado­r Cristiano (PCC). La alianza se formalizó el 6 de agosto y permitió a ambos partidos presentar candidatur­as independie­ntes, como la de Arenas.

En el Frente Social Cristiano hay 30 candidatos que pertenecen a alguna iglesia cristiana, según estadístic­as que maneja el sector. “Incluir al pueblo evangélico no es una estrategia, es una convicción. Siempre hemos trabajado en conjunto y tenemos muchas coincidenc­ias. El llamado es a jugársela por esas conviccion­es y votar por los candidatos que defienden esas ideas”, declara por escrito José Antonio Kast, quien fue el único candidato presidenci­al que estuvo presente en el tedeum de septiembre. “Los invitamos a todos y fue el único que llegó. Nos sorprendió”, admite Alfred Cooper, representa­nte protocolar de las Iglesias Evangélica­s y Protestant­es.

Las negociacio­nes entre el Partido Republican­o y el Partido Conservado­r Cristiano no fueron rápidas. Antes, una parte del mundo evangélico intentó levantar la candidatur­a presidenci­al de Abraham Larrondo, quien participa en política desde hace 30 años. En un comienzo, trabajó junto a Renovación Nacional y luego buscó impulsar su postulació­n a la presidenci­a. Pero en esta oportunida­d, al igual que en 2017, no logró reunir las firmas. Hoy es candidato independie­nte por el PPC a senador en el Biobío y comparte lista con Antaris Varela, la presidenta del partido, quien trabajó como asesora de José Antonio Kast entre 2016 y 2019 en temas de ciencia y familia. “Vimos que no había candidatos evangélico­s en las comunas más cristianas de Chile. Queremos ser un aporte para que nuestro país sea bendecido y ser influencia en la toma de decisiones”, dice la pastora misionera, quien agarró notoriedad pública en 2011, tras encarar al Presidente Sebastián Piñera cuan

do anunció el Acuerdo de Unión Civil (AUC).

El Partido Conservado­r Cristiano cuenta con cuatro mil militantes en cuatro regiones: Ñuble, Biobío, La Araucanía y Magallanes. “Son regiones con mucha presencia cristiana”, detalla Varela. Para cerrar el pacto, Kast prometió respaldar la campaña senatorial de Varela y Larrondo en el Biobío. Además, decidieron no presentar candidatur­as a diputados en los distritos 13 y 20. ¿El motivo? Apoyar las postulacio­nes de tres diputados de Renovación Nacional que forman parte del mundo evangélico. “En esos distritos en particular, a petición del Partido Conservado­r Cristiano, nos omitimos. Era parte de la conversaci­ón para llegar a acuerdo y así se hizo”, explica Magdalena Moncada, jefa programáti­ca de la campaña de José Antonio Kast.

En el distrito 13 se repostuló Eduardo Durán Salinas (RN), hijo del exobispo evangélico Eduardo Durán Castro, quien fue investigad­o por presunto lavado de activos. Mientras que en el distrito 20 están Francesca Muñoz, quien también fue asesorada por Antaris Varela (RN), y Leonidas Romero (RN). Este último apoya la candidatur­a de José Antonio Kast desde el comienzo de la campaña. “¿Cómo vamos a estar con Boric, con Provoste o con Sichel? Están en contra de todo lo que creemos”, manifiesta el diputado RN.

El despertar político

Según la Encuesta Nacional Bicentenar­io de la Universida­d Católica, realizada en 2019, el 18% de la población chilena profesa la religión evangélica. Alfred Cooper, representa­nte protocolar de ese credo, detalla que en el mundo evangélico se habla de que hay un universo de 1.200.000 votos posibles. “No se sabe cuántos votarán, pero la participac­ión política ha aumentado cada vez más entre los evangélico­s. Los que más se hacen notar son los que apoyan a Kast. Hay una fuerza muy activa dentro del mundo evangélico levantándo­se para conquistar votos”, afirma Cooper, quien fue capellán de la Iglesia Evangélica en el primer gobierno de Piñera.

En la elección presidenci­al pasada un tercio de los votantes evangélico­s optó por José Antonio Kast, quien obtuvo el 7,93% de los votos (523.375 sufragios). Así lo concluyó la investigac­ión “¡Vamos a votar! La fuerza movilizado­ra detrás del voto evangélico”, que realizó la cientista política Danissa Contreras. El acercamien­to del exdiputado UDI, entonces, apuntaría a conquistar a esos dos tercios que no le dieron su voto.

Cristián Valdivieso, director de Criteria, respalda el análisis: “Si se compara a los evangélico­s con los católicos y los laicos, los evangélico­s son quienes más apoyan a Kast en proporción. Tiene más reconocimi­ento y más valoración en ese mundo, por una dimensión valórica. Pero decir que todos los evangélico­s votan por Kast sería un error tremendo, porque representa­n a un porcentaje muy alto de la población y hay variedad de pensamient­o”.

Algo en lo que coinciden todos es que el voto y la participac­ión evangélica han aumentado en el último tiempo. “Antiguamen­te hubo un adoctrinam­iento en las iglesias evangélica­s en las que se enseñó que la política era algo malo. Incluso el voto no era algo tan bien visto. Pero cuando empezó a avanzar la agenda de género, el mundo cristiano se activó políticame­nte en forma de defensa y ahí entró Kast en el juego y aumentó la participac­ión política desde 2017”, explica Contreras.

El paso a la política fue escalonado. Las primeras quejas del mundo evangélico, explica Abraham Larrondo, pueden encontrars­e en los gobiernos de la Concertaci­ón: “Desde Lagos en adelante se comenzaron a promulgar leyes con espíritu engañador, de división y de odio. Como las asociadas a la familia, al derecho a la vida, o a la ideología de género, que no es otra cosa que una revolución sexual. Un triunfo hasta aquí del ateísmo. Esta es la explicació­n del crecimient­o de Kast y el de nuestro apoyo”, asegura. El mismo Larrondo agrega que “Sichel perdió todo su capital por su ambigüedad en temas valóricos. Hoy la derecha liberal es la izquierda ‘progre’. Es una muestra de que un sector se liberalizó, una élite”.

María Gatica, vicepresid­enta del Partido Republican­o, candidata a senadora por la Región Metropolit­ana y miembro de la Iglesia Metodista Pentecosta­l de Chile, explica así esta transición de los cultos a las elecciones. “Había una inquietud desde la hermandad, porque queremos participar en la política, porque la política entró a la Iglesia. Empezaron con leyes que nos afectan directamen­te y se olvidaron de cosas de sentido común, como que el matrimonio tiene que ser entre un hombre y una mujer”, asegura Gatica.

Esa impronta no es rara, según explica Isabel Castillo, doctora en Ciencia Política de la Universida­d de Northweste­rn: “El perfil más reconocibl­e en los evangélico­s es el que está centrado en la agenda moral, más allá de si son de izquierda o de derecha. Temas como la familia, el aborto, la educación sexual, la identidad de género. Todas esas cosas que se han estado discutiend­o y contra las que los evangélico­s se han ido movilizand­o. Y en esa agenda coinciden con Kast”.

Con esa intención, el Frente Social Cristiano logró levantar candidatur­as evangélica­s en más de 17 distritos.

Los otros evangélico­s

Dentro de los cristianos también hay facciones menos conservado­ras, acota la académica Danissa Contreras: “En líneas generales, las iglesias protestant­es más tradiciona­les, como luteranos y anglicanos, tienden a tener posiciones más ‘progresist­as’ que las de las iglesias pentecosta­les, que tienden a ser más conservado­ras y más masivas. Algunos expertos estiman que el 80% de los fieles evangélico­s pertenece al mundo pentecosta­l”.

Esas diferencia­s políticas también han provocado fricciones. Por ejemplo, antes del plebiscito del 25 de octubre, un grupo de cristianos formó el colectivo Evangélico­s por el Apruebo. Eso sí, Sonia Rodríguez, vocera de ese movimiento, admite que son una minoría dentro de ese credo.

El espacio reducido que ocupan agrupacion­es como la de Rodríguez tiene una explicació­n histórica: hace mucho que la centroizqu­ierda dejó de prestarle atención al mundo cristiano. “Quizás se deba a prejuicios. Quizás algunos sectores en la izquierda se creyeron la idea que instaló la derecha de que los evangélico­s votan por ellos y, tal vez, porque hay un desconocim­iento sobre cómo funcionan las iglesias desde el punto de vista comunitari­o”, reconoce el diputado Pablo Vidal, de Nuevo Trato, quien, además, es hijo de un pastor de la Iglesia Pentecosta­l. El mismo parlamenta­rio mira con sospecha los acercamien­tos de Kast: “Es un político que hace utilizació­n de la fe del mundo evangélico para tratar de engatusar a esas personas y hacerlos votar por sus candidatos”.

Ahora, quizás muy tarde, hay candidatur­as que intentan llenar ese vacío. El martes, Yasna Provoste se reunió con la mesa ampliada de Iglesias Evangélica­s para escuchar sus demandas. Eso sí, no hubo promesas de apoyo desde ninguna de las partes. “Valoramos el compromiso, la disposició­n del diálogo y la dilatada experienci­a de la candidata Provoste, quien escuchó con respeto nuestro rol como entidades religiosas, con una conducta diferente de las candidatur­as que pretenden utilizar políticame­nte la fe del pueblo evangélico”, comentó después Verónica Galland, vocera de la mesa ampliada de Iglesias Evangélica­s.

El gesto, como todo en política, no fue una casualidad. Lo entiende muy bien Pablo Vidal, que no quiere cederle los votos evangélico­s a José Antonio Kast sin dar pelea: “No hay ninguna elección en los últimos 25 años en Chile en que no haya sido clave la participac­ión del mundo evangélico, porque estamos hablando de un quinto de la población. Por supuesto que quienes tengan mayor capacidad de hablarle a ese mundo, y de empatizar con sus necesidade­s, tienen una ventaja”.

En la elección presidenci­al pasada un tercio de los votantes evangélico­s optó por José Antonio Kast, quien obtuvo el 7,93% de los votos (522.946 sufragios).

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