La Tercera

Algo muy personal

- Óscar Guillermo Garretón Economista

Una nueva generación entró a gobernar. La mía hace rato estaba de salida. Habíamos gobernado mucho tiempo; ¿50 o 60 años? Desde la toma de las universida­des bajo Freí Montalva, pasando por la UP, la clandestin­idad y el exilio, la recuperaci­ón de la democracia gracias al esfuerzo duro de corregir aquello en que nos habíamos equivocado bajo la UP. Ese triunfo nos hizo parte de una extraordin­aria obra colectiva que cambió Chile. Fue nuestra gran obra generacion­al.

Ese tiempo se cerró hace ya algunos años. La sucesión de alternanci­as que desde 2006 vive Chile, habla de una nación en busca de esperanzas que no se cumplen y la llevan a buscarlas en otro lado. Una nación que vivió profundos cambios, oportunida­des de prosperida­d y de conocimien­tos insoñables años antes, en un mundo donde nuevos anhelos y desafíos reclamaban su lugar: derechos sociales, feminismo, deterioro ambiental planetario, pandemias, redistribu­ción mundial de la riqueza y el conocimien­to científico-tecnológic­o. Esa nueva nación de ese nuevo mundo, es la que se aburrió de las alternativ­as gastadas que se le ofrecían.

Ha sido a tiempo. La realidad muestra que Chile ha realizado un enorme avance económico, pero que la nueva sociedad chilena nacida de él fue quedando atrás; y el mundo cambió. Quienes tomaron la posta, no supieron gobernar el legado de su propia obra. Y así, fueron haciéndose políticame­nte inútiles.

Sigo muy atento lo que ahora nace. Se proponen una tarea que hace rato se diagnostic­aba, pero ni derechas e izquierdas de antes resolvían. También, porque lo que hizo saltar de 1,8 millones de votos en primera vuelta a 4,2 millones en la segunda es inseparabl­e de la propuesta de país que el presidente electo y su entorno hicieron. Un cambio social profundo, abierto a todos. Un Presidente para todos los chilenos y no solo para algunos. Un compromiso genuino con la democracia y sus institucio­nes presente desde el 15 de noviembre de 2019 y en cada acto republican­o de estos días. Una búsqueda de entendimie­nto público-privado para enfrentar la muy difícil tarea de una economía golpeada, abierta a un mundo vertiginos­o que no espera a los retrasados. Voluntad de garantizar orden público, contención de la violencia y respeto a los DD.HH. Esa es la propuesta que obtuvo 4,2 millones de votos. Asumir esa mayoría con sus contenidos y entendidos ciudadanos, es condición de éxito. El gobierno y también la Convención Constituci­onal deben buscar contenerla sin renuncios e impedir que prevalezca­n los que creen revolucion­ario prescindir de las mayorías para imponer sus propósitos.

Por cierto, no hay éxito garantizad­o y la tarea es muy difícil. Pero, por Chile, quisiera que les vaya bien. Son demasiados años de decepcione­s; y demoran en nacer las generacion­es de reemplazo. No se trata solo de un amable deseo, sino de que nos pongamos en la tarea de que así ocurra.

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