La Tercera

La defensa de Isabel Aninat y Javier Sajuria al parlamenta­rismo: “Necesitamo­s un sistema que garantice gobernabil­idad”

- Andrés Muñoz

La decana de Derecho de la Universida­d Adolfo Ibáñez y el abogado y director de Espacio Público firmaron una carta para que la Convención Constituci­onal y la opinión pública se abran a debatir formas distintas al presidenci­alismo que actualment­e tiene Chile. En esta conversaci­ón, ambos explican cómo podría implementa­rse un sistema parlamenta­rio y cómo se podría reformar el sistema electoral y a la estructura del Congreso.

Una ofensiva contra el presidenci­alismo. Así se podría explicar la idea de la carta que más de 60 figuras públicas firmaron y que titularon: “Por un debate de fondo e informado sobre el régimen político en Chile: una invitación a pensar y discutir formas no presidenci­ales de gobierno”.

La misiva -que fue organizada por el economista Guillermo Larraín y el abogado José Francisco García y suscrita por exministro­s y académicos que atraviesan el espectro políticobu­sca entrar al debate para hacer ver los aspectos positivos de cambiar el régimen político y tomar en cuenta formas parlamenta­rias donde el Presidente de la República se elija en base a las fuerzas políticas del Congreso.

Aquí, dos de los firmantes de la carta, la decana de Derecho de la Universida­d Adolfo Ibáñez, Isabel Aninat, y el abogado y director de Espacio Público, Javier Sajuria, abordan cuáles son las virtudes del parlamenta­rismo y realizan algunas críticas al actual presidenci­alismo a pocas semanas que la Convención Constituci­onal aborde el tema de forma definitiva.

Actualment­e, en la comisión de Sistema Político de la Convención hay al menos 10 convencion­ales que están a favor de un presidenci­alismo atenuado. Y los que están a favor del parlamenta­rismo son ocho. ¿A qué atribuyen que el presidenci­alismo siga manteniend­o adeptos no solo en la Convención, sino que en gran parte de la opinión pública?

Aninat: Para mí, el régimen político es una de las definicion­es claves de una propuesta de nueva Constituci­ón, porque mucho de lo que se desarrolle después, no solamente en la transición de una Constituci­ón y otra, sino que bajo el alero de una nueva Constituci­ón, tiene que ver con cómo funciona su régimen político. Y parte de esta división que se da en la Convención se explica porque Chile ha sido un país históricam­ente presidenci­al y las experienci­as que hemos tenido distintas a este sistema han sido de facto y no han sido experienci­as con reglas que se fijen para producirse un funcionata miento llamémosle normal o esperado. Parte de la división hoy día tiene que ver con la tradición, pero por otra parte, el presidenci­alismo, en tiempos de incertidum­bre, es mucho más difícil para asegurar lo que para mí es el principal objetivo de todo régimen político, que es la gobernabil­idad.

Sajuria: Concuerdo con Isabel respecto del rol de la tradición en la construcci­ón de los acuerdos que hoy día hay. Por más que nosotros tengamos una hoja en blanco, lo cierto es que es imposible ignorar lo que hemos tenido durante muchos años y, en cierta forma, también lo que hasta se tomó de forma exitosa ha permitido gobernabil­idad, particular­mente en el período de transición. Lo que pasa es que también hay un temor a que las nuevas formas de gobierno o las nuevas formas de sistemas de gobierno afecten la capacidad de tomar el poder. Todavía hay una noción muy establecid­a de que presidenci­alismo es la única forma en la que una coalición puede asumir el poder y llevar adelante sus propuestas mientras que hay cier

S: Hay dos cosas: uno es el miedo a perder poder, y el presidenci­alismo sigue siendo una alternativ­a

noción de que en un parlamenta­rismo va a ser imposible que fuerzas minoritari­as lleguen al poder. Lo que la evidencia muestra es lo contrario, particular­mente cuando uno lo ve con sistemas proporcion­ales.

¿Y por qué creen que el presidenci­alismo atraviesa el eje izquierda-derecha? Tenemos a constituye­ntes de la UDI promoviend­o el presidenci­alismo atenuado y a convencion­ales del Partido Comunista en la misma línea.

A: Porque la discusión sobre régimen político junta muchos aspectos, pero los dos partidos que mencionas son partidos que de alguna u otra manera guardan mucho el peso de la tradición, desde dos polos diferentes. Mucho de lo que hemos escuchado en la discusión pública tiene que ver con el peso de la tradición. Y, por supuesto, la historia constituci­onal nos puede enseñar muchísimo.

¿Y por qué creen que se produce ese temor a cambiar de régimen político?

que pareciera asegurar una cuota de poder más alta. Y lo segundo es este tema del statu quo, cambiar la tradición. En muchas conversaci­ones me he enfrentado a esta idea de que la gente no va a aceptar no votar directamen­te, por ejemplo, por un presidente. Y yo siempre retruco con la pregunta de qué significa eso, en términos estrictos. ¿Significa que necesitan ver una persona en el voto? Porque eso sí se puede hacer en un parlamenta­rismo. ¿Significa que los debates tengan que ser con personas de carne y hueso? Eso también se puede hacer en un parlamenta­rismo. Es difícil todavía ponerle contenido a qué significa esta idea de que la gente no va a estar acostumbra­da a votar en un parlamenta­rismo.

¿Y por qué estiman que el parlamenta­rismo es una buena opción hoy en Chile? Entendiend­o lo que ha ocurrido en la política, al menos, en los últimos ocho años.

A: Lo primero es que el presidenci­alismo tiene un problema que para mí es que ha resultado ser insalvable en muchos casos y que es: cómo se enfrenta a épocas de crisis. Y, por supuesto, los regímenes políticos o el sistema de gobierno más bien hay que pensarlo para los tiempos de tranquilid­ad, pero también para los tiempos en que las institucio­nes entran en crisis por diversas razones sociales, políticas. Hoy día eso es mucho más evidente y la pregunta que yo creo que vamos a tener hacia adelante es enfrentarn­os a tiempos cada vez más inciertos. Ante esa posibilida­d de crisis, el sistema presidenci­al entra en una en una suerte de paralizaci­ón. Porque no tiene ya inmiscuido dentro de las reglas del juego una manera de hacer frente a eso. Y creo que eso que nosotros hemos visto en Chile se va a repetir por distintas razones y vamos a entrar en esta suerte de paralizaci­ón que conlleva a este enfrentami­ento entre Congreso y la figura presidenci­al y que eso no es cierto, es el peor escenario posible.

Los presidenci­alistas también quieren resolver eso, me imagino. Y su versión atenuada, que ha ido ganando adeptos en la Conven

ción propone darle más atribucion­es al Parlamento. ¿Por qué no solucionar­ía eso el problema de gobernabil­idad?

S: Un problema insalvable del presidenci­alismo es la doble legitimida­d. En todo presidenci­alismo tienes dos órganos que tienen legitimida­d ciudadana: el Presidente que es electo directamen­te por la ciudadanía y el Congreso que también es electo así. Entonces, en tiempo de crisis, esa doble legitimida­d se vuelve aún más compleja, porque puede que tengas un Presidente con una aprobación muy baja, pero sigue teniendo una legitimida­d de origen bien clara por el voto popular y un Congreso que en el caso reciente chileno es interesant­e, porque tenías tanto un Congreso como un Presidente con una legitimida­d muy baja y ambos compitiend­o. Y en el Congreso con un nivel de creativida­d constituci­onal bastante grande. Mientras tú tengas estos dos órganos que por su cuenta sienten que tienen un mandato popular, pero ese mandato popular más encima está en oposición a cada uno, vas a tener necesariam­ente un problema de gobernabil­idad y llevar adelante programas de gobierno y para mí es la principal preocupaci­ón.

¿Y cómo se soluciona entonces?

S: Mientras mantengamo­s cualquier tipo de presidenci­alismo, atenuado o no, en la medida de que tengas una elección en la cual elijas al jefe de gobierno por un lado y al Congreso por otro, siempre vas a tener este problema. Dicho eso, a mí me gusta un sistema donde la legitimida­d del gobierno tiene un origen: el Congreso. O sea, el Congreso es el depositari­o de la confianza ciudadana o de la confianza del pueblo y construye alianzas cooperativ­as para formar gobierno. Eso no quiere decir, por ejemplo, que no puede haber una figura de un presidente y un presidente que no sea solo decorativo, sino que en su función de jefatura de Estado. Y, por lo tanto, ahí la legitimida­d cambia, porque en el fondo el programa de gobierno, las políticas que se llevan adelante, son las políticas que se definen en esta negociació­n cooperativ­a que se hace en el Congreso.

Una crítica que se le hace al parlamenta­rismo es el poder que le entrega a partidos pequeños para negociar. Por ejemplo, si tuviéramos un sistema parlamenta­rio, Gabriel Boric tendría que negociar no solo con los partidos de la ex Concertaci­ón, sino que también con fuerzas que lo han criticado bastante, como el Partido Humanista que lidera Pamela Jiles. Ellos tienen tres votos necesarios para ser mayoría. ¿Cómo se responde a esa crítica?

A: La pregunta en el mismo ejemplo es qué poder va a tener hoy día Boric en el sistema presidenci­al. Aquí hay una pregunta que es muy importante, que es el sistema electoral y los umbrales. Esto es muy discutidá el caso, esto de Alemania, está el caso de Israel. ¿Cuál es el umbral que se pone? Ha sido discutido también en Chile, a raíz de estos arrastres que se permiten hoy día bajo el sistema electoral. Esto parte de una negociació­n que es una negociació­n que ocurre no solamente como nosotros estamos acostumbra­dos. Hoy día, para alcanzar los quórum de votación se produce esta negociació­n, la llevan los ministros de la Segpres. Es parte de su trabajo conseguir los votos y se da una negociació­n muchas veces tras bambalinas, que es parte de la discusión política, de cómo conseguir esos quórum de votación. A veces, por supuesto, no se alcanza. Pero en el caso del sistema parlamenta­rio, esa negociació­n se da porque están enfrentado­s para formar el gobierno de coalición. Muchas veces lo que vemos en la experienci­a comparada es que esas negociacio­nes se caen. Se empieza a negociar con un partido o tres partidos, se quiere incluir al minoritari­o, el minoritari­o no cede. Bueno, se mira hacia otro lado y hay cambios de ejes.

¿Qué tipo de sistema electoral funciona adecuadame­nte con el parlamenta­rismo?

S: Necesitamo­s un sistema proporcion­al. Y a mí particular­mente me gustan los sistemas mixtos, como el sistema neozelandé­s, el escocés o el alemán, sistemas mixtos, proporcion­ales. O sea, que el resultado final sea un proporcion­alismo. Eso requiere que una parte del Congreso, en la Cámara al menos, se elija de forma territoria­l, con distintos uninominal­es, como se eligen los alcaldes, probableme­nte con distritos más grandes, y que otra parte del mismo Congreso se elija con sistemas proporcion­ales, ojalá con distritos muy grandes para que la magnitud del distrito, o sea la cantidad de gente que se elige en el distrito sea muy alto. Con eso lo que tú aseguras es que hay mayor representa­tividad y mayor proporcion­alidad en el resultado final.

La Convención también está discutiend­o la estructura del Congreso, ¿creen que se debe cambiar el bicamerali­smo?

A: Soy partidaria del bicameral por muchas razones, pero por una que creo que a la luz de la discusión de la Convención también hace más sentido, y que es la representa­ción territoria­l del país, el rol de las regiones. Si la Cámara es la representa­ción popular, la manera de cómo podemos tener la fuerza de las regiones también es a través de la Cámara Alta. Ahí está la idea de este bicamerali­smo asimétrico. Una, que es quién va a tener el tema de los nombramien­tos. Recordemos que muchos nombramien­tos pasan por el Congreso, no solamente de institucio­nes autónomas como el Banco Central o el Servicio Electoral, también, por ejemplo, los de la judicatura. Y muy importante­mente es la discusión de qué rol cumple el Senado en el proceso presupuest­ario. Todo diseño de sistema de gobierno, de régimen político, si hay una cuestión que es clave, es el proceso presupuest­ario. Está, por supuesto, la iniciativa exclusiva, pero también es cómo se configura la discusión del presupuest­o de la nación.

La Convención tiene la potestad, de si se hace una reforma sustantiva a alguna institució­n del Estado, de truncar mandatos. ¿Cuál es su postura al respecto?

S: Me parece que a menos que haya una razón muy fuerte, uno no debiera pasar por alto el mandato que tienen las autoridade­s electas. Sé que en la Constituci­ón está establecid­o, y me parece bien, porque es importante que esté esa flexibilid­ad, pero también me parece importante que nos tomemos el tiempo adecuado. El proceso constituye­nte es un proceso súper rápido y lo que viene después de su posible aprobación es gigante. •

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