La Tercera

Muere Desmond Tutu, el arzobispo que ayudó a poner fin al apartheid

El Premio Nobel y confidente de Nelson Mandela jugó un papel importante en llevar a Sudáfrica a la era moderna.

- Jenny Gross/The Wall Street Journal

Desmond Tutu, un arzobispo anglicano que dirigió una campaña mundial para poner fin a las políticas racistas de Sudáfrica y luego ayudó a sanar las heridas de la nación, murió ayer. Tenía 90 años.

La muerte de Tutu en Ciudad del Cabo fue confirmada en una declaració­n del Presidente sudafrican­o Cyril Ramaphosa, quien no dijo cuál fue la causa. Tutu fue diagnostic­ado con cáncer de próstata en 1997 y había sido hospitaliz­ado repetidame­nte en los últimos años.

“El fallecimie­nto del arzobispo emérito Desmond Tutu es otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafrican­os destacados que nos han legado una Sudáfrica liberada”, dijo Ramaphosa. “Articuló la indignació­n universal por los estragos del apartheid y demostró de manera conmovedor­a y profunda lo más hondo del significad­o del ubuntu, la reconcilia­ción y el perdón”.

Conocido cariñosame­nte como “the Arch”, Tutu se había retirado mayormente de la cargada escena política de Sudáfrica, pero utilizó sus raras aparicione­s públicas, y su fundación, para pedir cuentas a los nuevos líderes de su país. Al anunciar su retiro en 2010, Tutu había dicho que quería tomar un té con su esposa y pasar más tiempo con sus nietos y menos en aeropuerto­s y hoteles.

Bajo en estatura, Tutu fue una figura destacada en la política sudafrican­a.

Junto con su amigo y colega ganador del Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, se le atribuye el mérito de liderar la acusación contra un gobierno de minoría blanca que se guió por una política de segregació­n racial, conocida como apartheid. Aún así, después de que el Congreso Nacional Africano llegó al poder en las elecciones democrátic­as de 1994, criticó al partido por corrupción y codicia. Como resultado, Tutu se hizo conocido como la “conciencia moral” de Sudáfrica.

Como obispo en la era del apartheid, con la brutalidad policial sacudiendo al país, pasó de funeral de municipio en funeral de municipio predicando por la paz. Tutu se desempeñó como secretario general del Consejo de Iglesias de Sudáfrica de 1978 a 1985, y su estatus en la comunidad religiosa le ofreció protección contra el gobierno del apartheid.

A veces, los sermones de Tutu dejaban a la gente riendo; otras veces en silencio. Una vez, se sumergió en una multitud frenética para evitar que un presunto informante de la policía fuera quemado hasta morir. La multitud había arrojado un neumático empapado

de gasolina alrededor del cuello del hombre y estaba a punto de arrojarlo a un auto en llamas antes de que Tutu se abriera paso para detener la matanza.

Su estilo era el suyo. Ya sea que predicara por la igualdad racial o por el fin de la epidemia del VIH, Tutu combinó susurros con gritos de alegría.

“¡Guau, yippee!”, gritó después de votar a los 62 años en las primeras elecciones democrátic­as de Sudáfrica en abril de 1994, según sus memorias, “No hay futuro sin perdón”. Un mes después, presentó a Mandela como el primer presidente negro del país.

Más tarde relató a los periodista­s: “Le dije a Dios: ‘Dios, si muero ahora, no me importa’”.

Nacido en la provincia norocciden­tal de Sudáfrica el 7 de octubre de 1931, Tutu fue criado por su padre, un profesor, y su madre, una empleada doméstica. Cuando tenía 12 años, su familia de clase media se mudó a un pequeño pueblo llamado Ventersdor­p, que luego se convirtió en la sede del grupo supremacis­ta blanco más prominente del país.

Tutu siguió los pasos de su padre y se convirtió en profesor después de graduarse de la Universida­d de Sudáfrica. Un año después, se casó con una mujer llamada Leah, una exalumna de su padre.

Desilusion­ado con la enseñanza en el sistema de educación inferior de Sudáfrica para estudiante­s negros, Tutu aceptó una beca para estudiar teología en el King’s College de la Universida­d de Londres. Allí obtuvo su licenciatu­ra y maestría. Vivir en Inglaterra, lejos del apartheid, lo ayudó a deshacerse del autodespre­cio que resulta del racismo, fue citado diciendo en la biografía de 2006 “Rabble-Rouser for Peace” (Agitador por la paz).

Tutu regresó a Sudáfrica en 1975, cuando muchos líderes de la lucha contra el apartheid vivían en el exilio. El movimiento de resistenci­a, todavía en gran parte clandestin­o, se enfrentó a una nueva urgencia. Tutu escribió al primer ministro sudafrican­o en 1976: “La gente sólo puede aguantar hasta cierto punto y nada más”.

Dos semanas después, estallaron las protestas de jóvenes y escolares en el municipio más grande de Sudáfrica, y la policía respondió con disparos, matando a cientos.

En 1984, Tutu recibió el Premio Nobel de la Paz por encabezar el movimiento no violento contra el apartheid. Pero primero se vio a sí mismo como un líder espiritual, y en 1990, cuando Nelson Mandela fue liberado de casi tres décadas en prisión, Tutu regresó principalm­ente a la predicació­n.

Hubo desviacion­es notables. Después de que Mandela asumió el cargo de presidente en 1994, Tutu dirigió la Comisión de la Verdad y la Reconcilia­ción de Sudáfrica, un comité judicial único en su tipo que pidió a los perpetrado­res de la era del apartheid que se disculpara­n públicamen­te por sus crímenes a las víctimas, quienes a su vez compartier­on sus historias. El abrazo de Tutu tanto a los abusadores como a los abusados ayudó a unir a la nación recienteme­nte democrátic­a pero fracturada.

Tutu habló sobre causas que incluyen los derechos de los homosexual­es, el calentamie­nto global y los gobernante­s autocrátic­os. Llamó al hombre fuerte de Zimbabwe, Robert Mugabe, una “figura de dibujos animados de un dictador africano arquetípic­o”, mientras que otros líderes africanos prominente­s evitaron adoptar una postura sobre la represión de Mugabe contra la oposición.

“Si eres neutral en situacione­s de injusticia, has elegido el lado del opresor”, dijo una vez Tutu. “Si un elefante tiene su pie en la cola de un ratón y usted dice que es neutral, el ratón no apreciará su neutralida­d”.

Esto significab­a hablar, incluso cuando chocaba con institucio­nes cercanas a su corazón.

En 2016, apoyó el matrimonio de su hija Mpho con una mujer, a pesar de las enseñanzas de la Iglesia Anglicana de Sudáfrica de que el matrimonio era una unión entre un hombre y una mujer. “Me negaría a ir a un cielo homofóbico”, dijo.

Mandela dijo una vez que la franqueza de Tutu, aunque a veces no es estratégic­a, es vital para la democracia. Tutu podría haber estado de acuerdo. “Nuestro mundo es un trabajo en progreso”, le dijo a Oprah Winfrey en 2005. “Va a estar bien”.

Tutu se distanció más del partido gobernante del postaparth­eid de Sudáfrica, el ANC, a cuyos funcionari­os criticó por centrarse en el beneficio personal mientras gran parte del país aún vivía en la pobreza. En 2017, él y su esposa, Leah Tutu, se unieron a una manifestac­ión nacional en la que pedían la renuncia del entonces presidente, Jacob Zuma, plagado de escándalos.

“¿Recuerdas el precio que se pagó por nuestra libertad?”, dijo en un servicio conmemorat­ivo de 2009 para los miembros del brazo armado del ANC de la era del apartheid en Ciudad del Cabo. “Tuvimos unos jóvenes fantástico­s. Pagaron un precio muy alto. Todos pagamos un precio muy alto. ¿Y para qué? Así que algunos de nosotros podemos tener tres automóvile­s”. ●

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile