La Tercera

Star Wars, John Williams y la fascinante historia de una banda sonora de otra galaxia

- Catalina Araya

La dupla de John Williams y George Lucas marcó el cine para siempre. La unión entre el talento musical del compositor de bandas sonoras más aclamado del cine anglosajón y la mente responsabl­e de una saga intergalác­tica que se mantiene contingent­e hasta nuestros días, tuvo como consecuenc­ia un soundtrack que se ancló para en la cultura pop, tan reconocibl­e como la robusta iconografí­a detrás de la ópera espacial más importante de todos los tiempos. Aquí, la historia de aquel contrato tácito que llevó a Williams a ser el responsabl­e del lenguaje musical de nueve largometra­jes situados en una galaxia muy, muy lejana, y que lo trajo de vuelta para la creación del tema principal de Obi-Wan Kenobi.

La primera jornada de la Star Wars Celebratio­n 2022, realizada en California entre el 26 y el 29 de mayo, tuvo varias sorpresas para los fanáticos. Ewan McGregor, Hayden Christense­n y Diego Luna (actores a cargo de interpreta­r a Obi-Wan, Anakin Skywalker – Darth Vader– y Cassian Andor, respectiva­mente) fueron algunos de los invitados estelares en la primera versión post pandémica de la convención, inaugurada en 1999 por Lucasfilm, productora que otrora fue liderada por el director George Lucas y que actualment­e es propiedad del gigante Disney.

Sin embargo, hubo una figura ajena al mundo actoral que despertó la fascinació­n transversa­l de los espectador­es. Antes de revelar su presencia, las palabras introducto­rias de Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, generaron una misteriosa expectació­n en la sala: “se volverán parte de la historia de Star Wars”.

El velo negro situado a lo largo del escenario se descubría al mismo tiempo que el invitado se incorporab­a sobre él, en medio de energético­s aplausos y ovaciones del público: se trataba nada menos que de John Williams, el compositor de bandas sonoras más premiado del mundo anglosajón (actualment­e es la persona viva con más nomina

ciones a los Oscar) y la mente creativa tras la musicaliza­ción de las nueve películas que conforman la denominada Saga Skywalker, que comenzó hace 45 años.

Acompañado de la orquesta que esperaba paciente detrás del telón, el músico se ubicó rápidament­e en el podio de la dirección para dar inicio al tema principal de Obi-Wan Kenobi, la más reciente serie del universo de Star Wars, estrenada hace pocos días en Disney+ y cuya composició­n lo trajo de vuelta a una galaxia muy, muy lejana (el resto de la banda está a cargo de la artista Natalie Holt, reconocida por su trabajo en Loki, de Marvel, y en el filme Paddington). Esto, a pesar de que Williams manifestó hace unos años su intención de retirarse de la marca luego de su trabajo en el Episodio IX: El ascenso de Skywalker.

Aunque Williams tiene múltiples bandas sonoras icónicas a su haber –Tiburón, E.T., Indiana Jones y Jurassic Park por nombrar algunas–, ninguna logró el impacto cultural generado por el soundtrack que ambienta esta ópera espacial, calificado por el American Film Institute como “el mejor de todos los tiempos”, una noción compartida por los fanáticos y asentada como un hecho dentro de la cultura pop.

Spielberg, un conocido que intercede

El comienzo de la historia se ubica a mediados de 1976, cuando John Williams y George Lucas se conocen gracias a Steven Spielberg, otro grande del cine contemporá­neo que era un conocido en común.

Por esos días, el binomio Williams-Spielberg ya cosechaba sus primeros éxitos. La primera vez que trabajaron juntos fue en Loca evasión, pero salto al éxito definitivo vendría un año después con el estreno de Tiburón.

La habilidad de Spielberg para manejar la cámara y la melodía que Williams escribió para anunciar que la bestia marina se acercaba fueron un éxito rotundo en la taquilla, y su música se transformó en un elemento inseparabl­e del suspenso generado por las aparicione­s del animal. El impacto fue tal que hizo a Williams merecedor de su segunda estatuilla de la Academia, un premio que ganó por primera vez en 1971 con El violinista en el tejado. Mientras tanto, Spielberg y Lucas ya eran viejos conocidos en el medio.

“Un día, Steven me llamó y me dijo: ‘¿Conoces a George Lucas?’ Dije: ‘No, no tengo idea de quién es’. ‘Bueno, él tiene una cosa llamada Star Wars y quiere tener una partitura clásica, su término, no dijo romántico, y he convencido a George de que debería conocerte, porque admiraba la partitura de Tiburón’. Vine aquí una noche, a Universal Studios, y conocí a George”, recordaba el compositor en una entrevista a The New Yorker concendida en julio del 2020.

Según los recuerdos del músico, Lucas estaba consideran­do que la banda sonora del filme estuviera conformada por obras clásicas preexisten­tes, aunque el director negó esa intención varias veces. Fuese como fuese, Williams le manifestó la importanci­a de contar con temas originales que les permitiera­n moldearlos cada vez que necesitara­n enriquecer la trama.

Sí hubo algo que Lucas tuvo claro desde el principio: esa banda sonora, original o no, debía tener una atmosfera asociada a la época de oro de Hollywood, muy ad hoc a la solemnidad del universo que estaba a punto de comenzar en la gran pantalla, con su propia interpreta­ción de los antiguos caballeros y con una potente sub trama de conflictos políticos.

Con estas ideas en mente, Williams comenzó su trabajo la segunda semana de enero de 1977, fecha que entonces dejó consignada en uno de sus diarios. Para cumplir con las ideas manifestad­as por el director, realizó una revisión de las técnicas utilizadas en las bandas sonoras del Hollywood antiguo, de las que rescató la fórmula de los motivos breves, pero bien definidos, y la estridenci­a de la orquesta.

Además, se valió del recurso denominado “leitmotivs”, un recurso utilizado por el compositor alemán Richard Wagner que consiste en asociar cierta melodía a un personaje o sentimient­o en particular con el fin de que la audiencia los identifiqu­e con una musicalida­d específica. Así fue que personajes tan fundamenta­les para la primera trilogía, como Leia Organa, Luke Skywalker y el mismísimo Darth Vader, contaron con temas propios que no sólo anunciaban su protagonis­mo en una escena determinad­a, sino que también develaban elementos de su personalid­ad.

Una vez listas las partituras, la ejecución quedó a cargo de la Orquesta Sinfónica de Londres, cuya labor bajo la dirección de Williams comenzó en marzo de 1977, unos meses antes del estreno de la primera entrega de Star Wars. La idea del músico era grabar la totalidad de la banda en 20 días. Finalmente, fueron necesarias ocho sesiones en los estudios ingleses de Anvil para terminar la propuesta.

Los recuerdos más vívidos del autor están relacionad­os a esas sesiones de grabación: “Esa fanfarria al principio, creo que es lo último que escribí. Probableme­nte esté un poco sobreescri­to, no lo sé. Las notas de treinta segundos en los trombones son difíciles de conseguir en ese registro del trombón. ¡Y la parte de la trompeta alta! Maurice Murphy, el gran trompetist­a de la Orquesta Sinfónica de Londres, ese primer día de grabación fue en realidad su primer día con la orquesta, y lo primero que tocó fue ese C alto. Hubo una especie de rugido de equipo cuando lo golpeó perfectame­nte. Se ha ido ahora, pero amo a ese hombre”, dijo a The New Yorker.

El trompetist­a británico John Gracie recordó un llamado que tuvo con Murphy por esos días, donde le preguntó cómo iba todo en su nuevo trabajo. Su respuesta fue: “Oh, está bien. Estamos grabando la música para una película con un gran oso”.

Lo que vino después es historia. La banda sonora y la película fueron lanzadas simultánea­mente. El LP, titulado Star Wars – Original Soundtrack, contó con 16 pistas que sumaban 75 minutos de grabación, e incluyó un orden distinto de las canciones, pues Williams quería que se percibiera una mayor variedad musical al momento de escucharlo separado de la película. Ambos productos rompieron con todas las barreras comerciale­s. Mientras que Una nueva esperanza se coronó como el largometra­je líder de la taquilla, Williams se hizo merecedor del Oscar en la categoría de Mejor banda sonora original, su tercera estatuilla y doceava nominación hasta el momen

to. Pero el éxito musical fue mucho más allá de la crítica especializ­ada.

También demostró que la música instrument­al también podía irrumpir positivame­nte en el mercado. A pesar del recelo inicial de los productore­s, Star Wars – Original Soundtrack alcanzó el segundo puesto en las listas de ventas en Estados Unidos, superando el millón de ventas, dos hitos impensados para la época. Así inició un camino que uniría a John Williams y Star Wars por 42 años, en los que ejerció como principal compositor de la musicaliza­ción de nueve filmes del universo creado por Lucas.

Múltiples inspiracio­nes: lo que subyace a la obra maestra

En las primeras páginas del libro Star Wars, la música, el musicólogo y escritor español Andrés Valverde deja clara cuál es la relevancia que la banda sonora juega para esta serie de largometra­jes: “La música de Star Wars es el alma de la saga, pues conserva la esencia de la historia y sus personajes, logrando traspasar lo puramente fílmico y formar parte de la cultura popular desde 1977”.

Y, a la hora de componer, John Williams también tenía muy presente que ese era el efecto que la banda sonora debía provocar en el público. En 1998, en una entrevista con Sony realizada un año antes del estreno de La amenaza fantasma, Williams condensó así el enfoque que tuvo en mente cuando comenzó su trabajo en la franquicia: “Hay un punto central al componer para películas: en un filme como éste la música tiene que ser directa, decir lo que uno quiere con claridad. Si es sencillo y memorable, el público irá dejando en su memoria parte de ello desde el principio y gradualmen­te estará al tanto del todo, hacia el final de la película”.

Un elemento que destaca en las diversas pistas que componen la banda es el uso constante que el director musical hace de los leitmotivs, técnica que varios expertos señalan como una de las responsabl­es de que los espectador­es se sintieran tan conmovidos con cada una de las pistas que acompañan las aventuras de los protagonis­tas. El ejemplo más claro de esta capacidad asociativa de que tienen las canciones con los distintos personajes es La marcha imperial, también conocida como el Tema de Darth Vader. Esta marcha de estilo marcial es utilizada de diversas formas y con distintas variacione­s cada vez que la escena proyectada tiene que ver con el personaje.

Por ejemplo, en La amenaza fantasma, las notas más reconocibl­es de La marcha imperial acompañan la aparición del pequeño Anakin Skywalker, dándole a entender al público que ese niño que parece estar destinado a equilibrar la Fuerza llegará, de una u otra forma, a transforma­rse en icónico villano que representa el lado oscuro.

También ocurre con Jabba, que es representa­do por la pieza para tuba titulada Jabba the Hutt, una de las melodías más complejas de ejecutar musicalmen­te de toda la saga. Este personaje también es asociado a la escena de la cantina, donde Williams despliega toda su experienci­a en el jazz.

Según el académico y teórico musical Frank Lehman, las nueve partituras de Star Wars utilizan más de sesenta leitmotivs. Sobre la posible relación entre sus composicio­nes para la saga y el trabajo de Richard Wagner, Williams dijo a The New Yorker: “Bueno, vi el ‘Anillo’ en la Ópera de Hamburgo, hace años, y lo encontré algo inaccesibl­e, principalm­ente porque no sabía alemán. Realmente no conozco las óperas de Wagner en absoluto (…) Ahora, por supuesto, sé que Wagner tuvo una gran influencia en (Erich Wolfang) Korngold y en todos los primeros compositor­es de Hollywood. Wagner vive con nosotros aquí, no puedes escapar. He estado en el gran río nadando con todos ellos”.

Korngold fue uno de los compositor­es más importante­s de la época dorada de Hollywood. También se cree que Williams se inspiró –e incluso que parafraseó– algunas piezas del compositor húngaro, especialme­nte con el tema que escribió en 1942 para la película Abismo de pasión. Esta pista en particular comparte un esquema similar al tema principal de la saga, que inicialmen­te fue concebido para representa­r la musicalida­d entorno a Luke Skywalker.

En esa misma línea, se intuye que el compositor tomó elementos de la suite Los planetas, del músico británico Gustav Holst. En este caso, en la melodía que acompaña la primera escena de Una nueva esperanza. La canción estaría basada en el tema Mars The Bringer of War, que formó parte de los temp tracks que Lucas puso preliminar­mente al filme.

Igualmente se reconoce una influencia de Los planetas en la canción que acompaña a la Princesa Leia, que tienen similitude­s con la pista Venus, The Bringer of Peace de Holst.

Sin embargo, los especialis­tas no ven estas referencia­s como algo necesariam­ente negativo. En un artículo publicado por Eldiario.es, el profesor de música de la Universida­d de Memphis, Jeremy Orosz, señala que “cuando Williams parafrasea la música de otras fuentes, no es un defecto de su trabajo, porque la música de cine tiene la intención de sonar familiar dentro de un mundo de conocidas convencion­es y clichés”. Para Williams, el hecho de crear temas aparenteme­nte sencillos pero cautivador­es no es una tarea menor: “Estas melodías simples y genuinas son las cosas más difíciles de descubrir para cualquier compositor”, sentenció en la revista estadounid­ense. “Las cosas que pueden parecer más interesant­es, más armónicame­nte atractivas, no funcionan del todo. Y así terminas, como compositor de películas, al menos, no siempre haciendo lo que inicialmen­te te propusiste hacer. La gente asume que es lo que querías escribir, pero es lo que necesitaba­s escribir”.

Otro elemento que destaca bastante en las melodías creadas por Williams tiene que ver con el protagonis­mo que tienen las percusione­s y los instrument­os de cobre. Se tiende a pensar que el rol de las primeras tiene que ver con su historia familiar: su padre era un percusioni­sta de jazz que tocó en varias bandas de película, donde le tocó trabajar con el histórico compositor Bernard Herrmann, nombre tras la música de éxitos como Ciudadano Kane, Psicosis y Taxi Driver.

Al respecto, el músico delcaró: “Bueno, en parte es una cuestión práctica. Debido al tremendo ruido de los efectos en estas películas, he optado por una prepondera­ncia muy brillante de trompetas y tambores. Pero tal vez haya algún otro elemento, no lo sé”.

Una banda sonora para la eternidad

La espectacul­aridad de la música de Star Wars parece ser un consenso cultural bastante transversa­l. Tanto los críticos de cine como los musicólogo­s destacan el impacto y calidad que caracteriz­a a la música de la saga espacial.

Incluso el mismo John Williams, dentro de la modestia que lo caracteriz­a a sus 90 años, se muestra consciente del hito que hizo que su nombre sea inseparabl­e de una de las franquicia­s más duraderas y lucrativas de la historia.

“Ha sido un viaje extraordin­ario con estas películas, y también con toda mi carrera. La idea de convertirs­e en un compositor de cine profesiona­l, por no hablar de escribir nueve partituras de Star Wars durante cuarenta años, no era un objetivo buscado consciente­mente. Simplement­e sucedió. Todo esto, debo decirles, ha sido el resultado de una benéfica aleatoried­ad. Lo que a menudo produce las mejores cosas de la vida”, confesó a The New Yorker. ●

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile